Junio es el mes más esperado para todas las comunidades andinas, por cuanto es el tiempo de muchas festividades, el fin de un ciclo y el inicio de uno nuevo. Un nuevo año andino que está relacionado con el nuevo camino del sol. Todas las comunidades entran a los preparativos para el Inti raymi. En todas las festividades es fundamental el espíritu del Agua. Es posible notar que en la existencia de divinidad hay una dinámica de tiempo.
En el purun pacha, tiempo anterior y en un lugar inhóspito existía una divinidad llamada Rucanacoto que tenía una sexualidad exuberante, a él acudían los hombres para pedir que les ayude a mejorar su capacidad amatoria. En las tradiciones orales se cuenta que la diosa Sumaq Tiqa acude a las alturas y acepta a un hombre porque le brinda agua (Mitos de Waruchirí). Esta divinidad del agua tiene diferentes nombres de acuerdo al idioma de los pueblos, por ejemplo: Chukisuso, Pariacaca, (peñón colorado) etc. En el mundo andino prehispánico al agua se conocía como un ser masculino que insemina la tierra femenina (Gómez de la Torre en Ecos de Huarochirí), 2018, p. 154). De ahí que la construcción de las amunas o canales de riego era realizada por varones, invocando primero a la divinidad de las montañas.
Las amunas son sistemas de riego que engloba estructuras, prácticas y conocimientos. Son sistemas de recargas superficiales fuera de los cauces de los ríos, para captar el agua de las quebradas (Gómez de la Torre, 2018, p. 160). Estos canales traían el agua para los poblados y los valles. Allí esperaban las mujeres con la preparación de los alimentos y la chicha para recibir el líquido que fertilizará las semillas, en la tierra. Kaarhus Randi (1990) señala que el agua es el semen que baja de las montañas para fecundar los campos, que están cuidados y relacionados con las mujeres.
El larka aspiy o limpieza de canales es otro ejemplo de relación masculina. El larka aspiy es una ceremonia a Chuquisuso que se realiza en mayo en la comunidad de Cupara en el Cusco. Al igual que en otras comunidades de la Sierra, en las comunidades de Saraguro se realizaba en enero al inicio de la época de invierno, y luego en septiembre. En la minga del larka aspiy las mujeres se quedaban en las comunas preparando los alimentos para la llegada de sus compañeros limpiadores de las acequias. Antes de iniciar la limpieza se realizaba una ceremonia al pie del cerro, ofrendando pagos y luego al terminar el trabajo se culminaba la jornada con fiesta, música y baile.
Es importante limpiar los canales porque el agua de las lluvias es capaz de crear y destruir. El agua es un elemento que produce catástrofes, se puede ver en la naturaleza en forma de quebradas (waykus), de lluvias torrenciales que destruyen campos de cultivos y vidas humanas. Para la continuidad de la vida se tenía que realizar rituales y ofrendas a las wakas tanto locales como a las mayores. La vida comunitaria, la tierra productiva, la lluvia dependía de las wakas locales mientras el orden y la ausencia de catástrofes dependía de las divinidades mayores que se ubican en las cimas de las montañas. Por eso tiene que realizar sacrificios a las divinidades mayores porque de ellas depende el mantenimiento de la paz.
Culminado el trabajo viene la comida, la bebida y la fiesta. El comer y beber es una fuerza socializadora. Es un ritual de enorme significación simbólica. Es una forma de comunicación mediante sentidos corporales. Por eso la primera porción de comida y bebida se da a los dioses, a los apus y a la Pachamama, luego pueden comer los humanos, “después que tú, podrán hacerlo los otros” (Arguedas, 1966, 61). El agua y la tierra son seres sacrales, divinos con quienes se comparte alimentos en agradecimiento y también con las demás personas y comuneros/as; no se puede ser mezquino, tacaño con la comida. El no compartir, la falta de solidaridad se castiga. Al respeto, Tayta Joaquín Vacacela relataba que en una fiesta del Kapak raymi, abrumado por los gastos, había manifestado: “tanta comida de hacer para dar a los demás, se gasta tanto”; poco después, las tinajas de champús se habían partido y derramado todo.
La comida es una de las dimensiones de nuestra vida que se resiste a la estandarización, a la homogenización que propugna la globalización y el mundo capitalista. El comer y beber tiene un sentido supra personal y enorme fuerza socializadora; es un ritual de significación simbólica, una forma de comunicación, de relacionamiento mediante los sentidos corporales con la cual se expresa una cosmovisión.
El agua tiene dos formas simbólicas: una mundana y peligrosa; otra que parte de su relación con lo divino y con el cuidado, seres especiales como la princesa en el cielo cuida y brinda al agua porque de no resguardarla se podría convertir en un peligro en cualquier momento. El agua sirve como un ente que ayuda a proveer un bien a los hombres que se acercan, forma parte del contexto en el que esta actividad se lleva a cabo.
Hay una relación tripartida entre el espíritu del agua, los seres humanos y el agua; de esta relación y cuidado dado por la diosa, se obtienen beneficios para la vida cotidiana de las comunidades. El agua es un elemento que rige la vida y la muerte; no debe ser vista como un elemento solitario e individual, sino que es un elemento en constante relación. Al estar en contacto con grupos sociales, el agua adquiere significado. Esta capacidad del agua de vincular mundos, sociedades, ayllus es una característica que no solo se observa en el mundo andino sino también en muchas otras partes del mundo (Gómez de la Torre p. 158).
En los pueblos y comunidades andinas, los favores recibidos por las wacas o divinidades deben agradecerse mediante la ofrenda y la alegría. La ofrenda andina responde a esa solicitud del amor con que las personas corresponden con felicidad, los favores recibidos de las wakas. Sin la relación de las personas con sus dioses de reverencia, temor y agradecimiento, la tierra estaría seca y sería estéril.
El culto a las wakas es una muestra de agradecimiento que autoriza alegría y fiesta en la que la música y el baile conectan con la energía de los dioses y la conciencia, a la vez que libera las prohibiciones y posibilita recuperar la libertad del cuerpo y la entrega a la sexualidad (Portocarrero, 2018, p. 255). Luego del trabajo –primera fase de la fiesta– viene el gozo: “He limpiado la acequia, solo por eso voy a beber, voy a cantar” (Arguedas, 2009, p. 47).
Los pueblos indígenas tienen un vínculo más amplio e inclusivo con el Agua: incorporan los ámbitos divino, social y ambiental, más allá de lo material, lo divino juega un rol importante. Conocimientos tradicionales que tienen relación con sus mitos, orígenes y dioses. Todo es viviente y engranado, en el que una cosa está en íntima relación con otra.
En conclusión, la relación de las comunidades y ayllus, con el agua y las deidades no es solo una relación económica y productiva, es también una relación simbólica, ritual y festiva; incluso el agua tiene un sentido ontológico que fueron consideradas como idolatrías por la religión judeocristiana. El agua no es únicamente algo que brinda vida o alimenta las chacras, sino es un ser capaz de destruir el equilibrio en el mundo, por ello se debe cuidar. Sin embargo, el mundo capitalista tiene un concepto comercial del agua y por ello se introducen proyectos mineros de “progreso” para el desarrollo de las comunidades y pueblos que hoy viven en las laderas y montañas, proyectos que provocarán destrucción de la naturaleza, hambre y muerte; a esta realidad es que los pueblos indígenas nos oponemos y resistimos.
Portada: foto tomada de ec.viajandox.com
Nativa de Saraguro. pertenece a la nacionalidad Kichwa. Estudió en Zamora en la Escuela de Líderes. Cursó estudios universitarios en Cuenca. Es abogada, tiene estudios en lengua y literatura, es magister de Estudios de la Cultura y un Diplomado en Educación Intercultural Bilingüe. Maestra de secundaria y educación superior, investigadora. Ha publicado varias obras, así como artículos en revistas y periódicos. Ha desempeñado varios cargos vinculados a Educación Bilingüe. Es conductora del programa Ñukanchik llata Kashpa (Nuestra identidad) en la Radio comunitaria de Saraguro “KIPA RADIO”, FM 91.3.