
TESTIGOS DE SÍ MISMOS
Diario El Mercurio, 2009
En los momentos sociales que vivimos, agitados por un confuso conjunto de intereses presionantes y hasta imperantes o determinantes, a grave riesgo de ingerencia en nuestra libertad y responsabilidad, la gestión, planificación y realización de cuanto se nos exige y hasta impone como personas libres, pero condicionadas a los más distintos, diferentes y hasta opuestos criterios y procedimientos, resulta una real contradicción constante, entre la exigencia de mi sentir y pensar moral y mis circunstancias físicas y no menos éticas, en las que tengo que afrontar mi existencia social y personal. En esa situación, que por desgracia se universaliza y domina en todo sistema laboral y cultural, debemos confesar que, a pesar de mil declaraciones sobre la libertad personal y comunitaria, la mayoría de los seres humanos sobrevivimos esclavizados a la llamada comunidad como sociedad en general, en este momento, sobre todo económico del mundo, es un espacio de dominio, en el que la persona tiene que subsistir sumisa en riesgo de eliminación de las llamadas ventajas de la relación social. Ubicados en un mundo, en el que las distancias han sido superadas y vencidas y hasta humilladas, por el poder de las monedas más poderosas y de los grupos de comunicación comercial. Si se examina, buscándose espacios y momentos de liberación mental y volitiva¸ la situación real en la que se desarrollan los pueblos de todo el universo, debemos reconocer y confesar que no hay personas y comunidades, que puedan proclamar con seguridad ética y certeza cultural su libertad.
Con la mayor lógica y con el mínimo sentido de libertad, deberíamos reconocer pueblos y personas que, aunque no conozcamos rituales de inmolación ni sepamos de verdugos, el mundo está esclavizado… y todos sobrevivimos encadenados por una “mentalización” economicista y política, que nos impone silencio mudo y escondida humillación. Estremece la visión real de muchos pueblos y entenebrece la contemplación de muchas mentes sumisas a esta esclavitud. Frente a ella y contra ella debería estar la auténtica comunidad cristiana que reivindica indeclinablemente la libertad individual y comunitaria a la simple condición de una auténtica capacidad y posibilidad de ver lo real, declarar lo auténtico y vivir lo honesto. Y este proyecto o plan de realización personal y comunitaria tiene que ser postulado por todos, vivido por todos y defendido por todos. La reacción social implica el concurso universal y supone la participación de gobernantes y ciudadanos sin excepción alguna.
Se ha convertido en una verdadera necesidad de vida la conformación de grupos con vida intensa de relación comunitaria que ordenándose para la defensa de todo interés, concedan más vigencia en todos los ambientes, del sentido cristiano de la hermandad y del valor político de la fidelidad a la verdad de todo tiempo y ambiente.
Portada: foto tomada de https://2y2.co/mWtNOy
