
LA REFLEXIÓN Y EL CONTRASTE DE DATOS: HERRAMIENTAS INDISPENSABLES EN LA ERA TECNOLÓGICA
Creo que existe consenso cuando se afirma que la Internet es una herramienta de gran valía, ya que su aparición, en definitiva, vino a facilitarnos la vida y a posibilitarnos acceder a cualquier dato que se nos plantee como interrogante; en pocas palabras, logró revolucionar la historia de la humanidad y, por ende, se podría asegurar que existe un antes y un después desde su irrupción en nuestra cotidianeidad.
Sin embargo, qué pasaría si los datos que nos proporciona uno de sus múltiples motores de búsqueda son errados. Realmente, esto debería calificarse de desastroso, debido a que su poder es tal, que consideramos como una verdad absoluta cualquier dato que aquí yace publicado.
Así, el otro día indagando en Wikipedia, página que se supone posee filtros y citas que validan la información, me puse a leer sobre José Domingo de la Mar y Cortázar, y varios datos en torno a él me resultaron confusos y poco fiables, para mí cargados de un chauvinismo sinsentido, lo que evidencia y pone de relieve esa falta de rigurosidad científica tan perniciosa para las naciones.
Este cuencano es muy importante en los anales históricos de la capital azuaya, al punto que una de las arterias viales más largas del casco antiguo y el aeropuerto llevan su nombre; además, es considerado como el primer presidente constitucional de la República del Perú. Sin duda, puede llamar la atención que alguien nacido en lo que, al día de hoy, es Ecuador llegara a ostentar dicho cargo.
No obstante, esto lo que menos es atípico, ya que el primer presidente de nuestro territorio fue el venezolano Juan José Flores y su compatriota Antonio José de Sucre lo fue de Bolivia; de hecho, la primerísima dama de esta nación andina fue la quiteña Mariana de Carcelén.
Pero retomando el tema que compete al presente artículo, en la biografía de Wikipedia del mencionado sujeto colocan que él fue un militar y político peruano, originario del Corregimiento de Cuenca, en la provincia de Quito. Esto, básicamente, da a entender que su nacimiento acaeció en el Virreinato del Perú, lo que sólo se puede definir como un error garrafal, evidenciando que la persona que redactó el artículo, lo hizo con una visión sesgada que no toma en cuenta los hechos oficiales, sugiriendo un nacionalismo pernicioso y restándole protagonismo a la Real Audiencia de Quito y, por ende, al actual Ecuador.
Pero, qué argumentos tengo para hacer tal aseveración y asegurar que lo antedicho es un yerro; así, cuando Mariscal Lamar nació, en 1776, el Corregimiento de Cuenca era una de las subdivisiones que conformaban la Real Audiencia de Quito, la cual, a su vez, era parte del Virreinato de Nueva Granada. De hecho, casi cuatro décadas antes, en 1739, había pasado a formar parte de dicha entidad territorial superior de ultramar que perteneció al Imperio Español.
Este virreinato indiano abarcaba entre sus límites las actuales Colombia, Venezuela, Panamá, Ecuador y partes de Brasil, y su capitalidad la ostentó la ciudad de Santafé de Bogotá. Por tanto, al referirse a Mariscal Lamar, en función del lugar donde nació, lo correcto sería otorgarle el gentilicio de neogranadino, no de peruano; aunque es innegable que la mayor parte de su desarrollo, de gran notoriedad, se dio en la hermana república meridional.
Por otro lado, tradicionalmente, ha existido una confusión entre Virreinato del Perú y República del Perú, cuando son nociones totalmente disímiles y que tienen una razón de ser antagónica. El primero tuvo su génesis en el contexto de la conquista y como una subdivisión del Imperio Español, mientras que la segunda posee su esencia en una idea que pregona la libertad y materializada con la independencia.
Además, en etapa previa a los Borbones, es decir 1700, el virreinato peruano estuvo conformado por tres subentidades: la Real Audiencia de Charcas que luego dio origen a Bolivia, la Real Audiencia de Lima que más tarde se convirtió en Perú y la Real Audiencia de Quito que, tras la independencia y disolución de la Gran Colombia se transformó, en Ecuador. En base a esto se puede enfatizar, con más ahínco, que la idea de Perú como república y como virreinato no comparten ningún paralelismo.
En ese sentido y como se mencionó en párrafos anteriores, desde 1739 la Real Audiencia de Quito comenzó a estar supeditada a Nueva Granada y en el caso de la Real Audiencia de Charcas, actual Bolivia, desde 1776 quedó en posesión del Virreinato del Río de la Plata. Así, en los albores decimonónicos, el Perú virreinal, que otrora abarcó grandes porciones de Sudamérica, estaba desmembrando y su configuración la componían dos reales audiencias: Lima y Cusco, esta última creada en 1787; dos gobernaciones, una de ellas Guayaquil que abarcaba gran parte de la costa ecuatoriana actual; un enclave en lo que a la fecha es Chile y la Capitanía General de Maynas.
Hecha esta breve reseña, lo cabal para referirse al origen de Mariscal Lamar, yendo desde lo más general, sería que fue neogranadino; si pretendemos aludir a algo más particular, el gentilicio apropiado sería quitense, no quiteño, que se infiere de alguien nacido en la Real Audiencia de Quito y finalmente, yendo a lo más específico sería cuencano, enfatizando la ciudad donde vio la luz.
Ergo, Cuenca, una urbe peruana, como tal, nunca fue, sobre todo si nos remitimos a la idea de lo que es el Perú actual, porque jamás le perteneció a la Real Audiencia de Lima o de Cusco; remarco que virreinato es totalmente diferente a república. Para concluir, he de subrayar que lo expuesto nos provee una idea de la importancia de no creer en todo lo que circula en la internet y la estelaridad de cuestionarnos los datos, con el fin de corroborarlos o desacreditarlos, ya que la única forma de vivir en libertad, es apegados a la verdad que equivale a conocer los hechos como, legítimamente, acontecieron.