Saludo la lucha internacional de las mujeres y su combate a las políticas racistas, discriminativas y extractivas. Ni la Tierra ni las mujeres ni nuestros cuerpos son objetos de comercialización, no somos territorios de invasión; somos generadoras de vida y cuidadoras del planeta.
La historia de la lucha por nuestros derechos ha sido permanente y está llena de episodios de valientes mujeres que, de forma individual o colectiva, han desafiado a un sistema irracional, colonial, estructurado en base a la injusticia, el racismo, la estigmatización y el discrimen. El racismo está cada vez más anclado en las instituciones, grupos de poder y en el funcionamiento cotidiano en las diversas sociedades (Sergio Ferrari, 2021, ALAI). Un sistema patriarcal que ha desarrollado el colonialismo, el capitalismo y el extractivismo como causas de estas desigualdades y violencia y ha llegado al plano de inseguridad de nuestras vidas.
El sector que más sufre todo tipo de crisis son principalmente las mujeres, las niñas, las diversidades, la clase trabajadora, los pueblos y nacionalidades. Las mujeres nativas y del campo se encuentran en primera línea resistiendo ante las políticas extractivistas, defendiendo la Madre Tierra, el Agua, produciendo alimentos para facilitar la vida de las otras en las ciudades. La producción de alimentos entre el 60 o 70% que llegan a las ciudades provienen del área rural: ellas trabajan muy duro, sin ser reconocidas y valoradas por su trabajo, incluso, sin seguridad social. Estamos en la informalidad, precarizadas, explotadas, somos migrantes, madres solteras, trabajadoras agrícolas, pescadoras, pastoras que tenemos menor acceso a la tierra, a la tecnología y a políticas públicas de salud, educación, cultura y protección contra la violencia. El mayor obstáculo al que nos enfrentamos en el campo es la falta de acceso a la tierra y al agua para el riego; las mujeres apenas poseemos el 1% de las tierras y aun así tenemos el reto de seguir garantizando la alimentación y cuidado de comunidades, familias y del mundo en condiciones de desigualdad política, económica y social.
Aún más grave es que estos sistemas han “incrustado en nuestras sociedades los movimientos racistas, supremacistas y neonazis” (Guterres, Secretario de la ONU). Aduciendo seguridad y “democracia” algunas mujeres en el poder (caso Ecuador, Nicaragua, Bolivia, Perú) han desatado una violencia política con mano dura, asesinando y encarcelando a mujeres originarias y campesinas que reclaman justicia y transformación de la realidad de oprobio que viven, por una vida más digna. Las comunidades, pueblos y nacionalidades nos enfrentamos a un mayor nivel de violencia al defender nuestros territorios de las empresas nacionales y transnacionales petroleras y mineras, claro ejemplo de ello fue el asesinado de nuestro dirigente de relaciones internacionales de la CONAIE Eduardo Mendúa de nacionalidad A’i Cofán por la defensa de sus territorios, el caso del ataque de la minera Guayacán Gold y Cornestone en Fierro Urku, con la intervención de militares y policías, ocurridos en el mes de febrero de este año. Un Estado y Gobierno impotente para solucionar las necesidades básicas de la población, pero ágil y obediente que responde al aberrante poder político, económico y tecnológico del grupo oligárquico mundial, empeñado en destruir la Tierra y conducir a un apocalipsis ambiental, para lo cual se criminalizan las libertades básicas, silencian la comunicación independiente y se instaura el terror y el miedo; sin embargo, el pueblo de a pie, los pueblos “sin voz” estamos levantando y recordando las sabidurías de nuestras ancestras, que siempre nos enseñaron una vida diferente: “Recuerda, niña, que las plantas llevan aquí desde que la Madre Tierra es Madre. Y nosotras somos sus hijas. Nosotras llegamos después… Ellas contienen la memoria sagrada de nuestras raíces.” (Norma Beatriz Oviedo, 3 de marzo de 2021).
A más de treinta años de la Declaración de la ONU para erradicar la violencia contra las mujeres, no hay tal caso, hay un incremento en los niveles de violencia estatal hacia los sectores más vulnerables. El Sistema Nacional Integral para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres no logra funcionar de acuerdo al mandato de la Ley y pues si la ley no se cumple es mayor el peligro. El sistema educativo en todos los niveles, reproduce y afianza concepciones y prácticas patriarcales, racistas, discriminatorias; las autoridades no protegen a sus estudiantes ni actúan frente a diversos tipos de violencia. Se habla de paz, pero se educa para la competencia y la discriminación. Las instituciones de protección social no cumplen con su rol y no garantizan el cumplimiento de los derechos humanos.
La lucha de las mujeres nativas originarias en el cuidado y defensa de los territorios es una lucha diaria, una rebeldía constante de las mujeres desde todos los espacios en donde estemos, en nuestras comunidades, calles, plazas, mercados, escuelas y otros trabajos estamos cuidando de la vida. Por eso el 8 de marzo no es un día de fiesta, felicitaciones y palabras lisonjeras ni entrega de flores por el hecho de ser mujeres; es un día de conmemorar las muertes de miles de nuestras ancestras que ofrendaron sus vidas reclamando derechos laborales y justicia; 8 de marzo es un día de denuncia y de toma de conciencias, presionando para que los estados se comprometan con las luchas históricas de las mujeres de los campos y las ciudades, escuchen a los pueblos y nacionalidades y cesen la destrucción de los ecosistemas. Es el día de exigir a los estados que rindan cuenta de los avances, logros, retroceso y retos de nuestros derechos.
Nuestros desafíos
Las mujeres en el siglo XXI tenemos muchos retos que afrontar para cambiar las condiciones actuales de vida; acabar con la violencia sistémica del capitalismo y del patriarcado; continuar luchando por el derecho a la educación, salud pública y gratuita para todos y todas, el derecho al trabajo y una vida digna y con justicia. Para ello es importante:
– La educación y capacitación a fin de dirigir las microempresas y proyectos autogestionarios en beneficio de las comunidades.
– Conocimientos de los derechos colectivos y de la mujer para lograr disminuir la violencia, la discriminación y el racismo.
-Exigir que los derechos amparados en la Constitución se equiparen con las leyes y costumbres establecidas en las comunidades, lo cual implica conocer mucho sobre las leyes.
– Conscientización a los hombres para que acepten a las mujeres en los trabajos como personas y no como una flor, como un adorno.
– La mujer indígena para superar las discriminaciones existentes necesita acceder a la educación y preparación para lograr que su presencia en las empresas privadas y públicas sea en iguales condiciones con la sociedad hispanohablante.
-Intercambio de experiencias de la juventud femenina con las mujeres del campo para conocer problemas y aspiraciones a fin de lograr una participación conjunta en los trabajos que beneficie a las mujeres.
– Disminuir la inequidad y la discriminación de la misma mujer mestiza hacia las indígenas y campesinas, minimizándonos, sino abrir espacios de participación intercultural.
– Exigir el cumplimiento de los derechos consagrados en la Constitución del Estado ecuatoriano y los instrumentos internacionales sobre los derechos humanos de las mujeres, incluido los derechos de los pueblos nativos, los derechos de los campesinos y la Declaración de la ONU que sienta jurisprudencia para orientar la legislación y las políticas públicas en beneficio de las mujeres y los pueblos originarios.
Todos estos desafíos serán posible con la unidad y acción de todas y todos para cambiar el sistema. Queremos una vida de paz, justicia, libertad y de dignidad.
Chaymanta ñukanchik makanakuy katinkami. Mikuymanta, allpamanta, kawsaymanta, Ama manchashpa, Ama tsalayashpa. Warmikuna kaypimi kanchik.
Nativa de Saraguro. pertenece a la nacionalidad Kichwa. Estudió en Zamora en la Escuela de Líderes. Cursó estudios universitarios en Cuenca. Es abogada, tiene estudios en lengua y literatura, es magister de Estudios de la Cultura y un Diplomado en Educación Intercultural Bilingüe. Maestra de secundaria y educación superior, investigadora. Ha publicado varias obras, así como artículos en revistas y periódicos. Ha desempeñado varios cargos vinculados a Educación Bilingüe. Es conductora del programa Ñukanchik llata Kashpa (Nuestra identidad) en la Radio comunitaria de Saraguro “KIPA RADIO”, FM 91.3.