El llamado debate, en el que participaron los 16 candidatos a la Presidencia del Ecuador, el pasado domingo 19 de enero, en dos bloques, de 8 participantes cada uno, ha dado de que hablar, es más, ha provocado debates varios entre los interesados de lo que pasa en el país, entre analistas, politólogos, periodistas, ciudadanos, así como,discusiones y conversaciones incluso con aquellos que se han visto obligados a opinar o simplemente comentar para no quedarse al margen.
Se ha dicho reiteradamente que el formato establecido, así como el excesivo número de candidatos, no permite una real confrontación de ideas, tampoco que los aspirantes a Carondelet, expongan al menos aspectos relevantes de su plan de gobierno.
Las preguntas formuladas por el Comité Nacional de Debates, no permitieron –como debería ser- dimensionar los conocimientos de los candidatos sobre la problemática nacional, ni conocer sus propuestas para gobernar el país.
Las preguntas del eje de seguridad y prevención del crimen, no fueron pertinentes para candidatos a la Presidencia de la República. En el primer bloque, se inquirió sobre si estaban de acuerdo en que los menores de edad sean juzgados por delitos graves como adultos, una interrogante más bien para los candidatos a asambleísta;cierto que el Presidente es colegislador, y tiene iniciativa legislativa, pero una reforma legal en ese sentido, depende sin duda de la Asamblea Nacional. En el segundo bloque se les pidió pronunciarse como proponen depurar la administración de justicia sin afectar la independencia de los poderes del Estado, sin tener en cuenta –otra vez- queesa no es función del Ejecutivo; 7 de los interpelados, se fueron por las ramas, usaron los 90 segundos hablando de todo y de nada, proponiendo cosas que no pueden hacer ya que no les compete, sólo Granja dijo que no hará nada porque no puede, ya que es un demócrata y si mete las manos en la justicia se convertiría en un dictador; la pregunta parecía más bien una “cascarita”, puesta a propósito para que caigan en la trampa de imaginar o revelar cómo el potencial presidente planea meter las manos en la justicia.
Sin duda con esas preguntas se perdió una oportunidad para indagar sobre las propuestas del aspirante en materia de seguridad y prevención del crimen, en el ámbito de las competencias del ejecutivo.
La pregunta del eje de crecimiento económico y generación de empleo –en el primer bloque-, estuvo mal planteada, se pidió aventurar en números cuántos ecuatorianos van a tener empleo adecuado y en qué sectores de la economía al final del gobierno, como si el ejecutivo fuese el gran empleador y generador no sólo de fuentes sino de empleos directos. Lo acertado hubiese sido que se pidan precisiones sobre cómo se generarán las condiciones para que el sector privado cree fuentes de empleo.
La pregunta en el segundo bloque y segundo eje sobreeficiencia del Estado y servicios públicos, fue confusa, metiendo en un mismo saco al sector energético y a salud;y, planteando la perspectiva de una delegación extraña a la economía popular y solidaria: “es responsabilidad del Estado brindar servicios públicos de calidad, pero en el 2024 sufrimos apagones de hasta 14 horas diarias, en su gobierno, para garantizar la provisión de servicios públicos como energía o salud, ¿delegará su prestación al sector privado o a la economía popular y solidaria?. Si no fuera un debate presidencial, sino un examen, la calificaría no sólo como una pregunta trampa, sino de difícil respuesta.
Algunos candidatos no entendieron las reglas del debate o simplemente decidieron ignorarlas, como aquella de que la primera interpelación a un contrincante debía referirse al eje temático, varios preguntaron cualquier cosa.
A algunos se les notó nerviosos, incómodos, otros, poco preparados para el evento, no se diga para el cargo al que se han inscrito, unos se desubicaron utilizando términos que no correspondían al espacio en el que se encontraban, asomaron brabucones, demagogos, despilfarradores. Casi nadie dijo de dónde se obtendrán los recursos para destinarlos a aquello en lo que ofrecieron gastar.
En el segundo bloque candidatos enaltecieron insistentemente a la inteligencia artificial como el artífice para la solución de un gran número de problemas.
Muchos tenían escritas sus intervenciones, como si de antemano hubiesen sabido cuáles iban a ser las preguntas (¿?), una cosa es tener una ayuda de memoria o una guía con temas claves, otra muy distinta leer frases o la alocución completa.
Los moderadores, que más bien fueron presentadores de las preguntas o maestros de ceremonia –el formato no permite más-, nunca interrumpieron a los candidatos cuando se alejaban de la temática en desarrollo, conforme lo disponía el reglamento, sin embargo estuvieron sobrios y bien organizados.
Aunque la modalidad no convence, el debate permitió identificar a los candidatos, pues hasta antes del domingo 19 de enero, muchos ciudadanos obligados a votar nunca antes los habían visto. Ha cumplido también un rol importante, que es generar el post debate; al menos una semana hemos estado refiriéndonos a él en todos los medios, en las redes sociales, en las tertulias de colegas y amigos, en el mercado, en la calle, en los cafés y restaurantes, en las universidades, en el transporte público. En todos los espacios se escucha opinar y preguntar sobre lo que dijo fulano o zutana, quien le pareció mejor, cuál de los participantes fue el peor, si se entendió lo que dijeron.
Muchos indecisos dejaron de serlo, algunos cambiaron de opinión, otros reafirmaron lo que ya habían decidido, un gran número se decepcionaron, otros ratificaron su decepción. Sin duda el debate no fue ni es definitivo para la decisión de los votantes, pero ayuda. La mecánica estuvo mejor que en 2023, hay esperanza que a futuro se siga corrigiendo, aunque lo principal sería tener verdaderos partidos, políticos formados y con trayectoria, obviamente menos candidatos y que los que tercien tengan capacidad, competencias, experiencia, liderazgo, conozcan las necesidades y problemas del país y presentenalternativas viables para resolverlos.
¡A quién será de encomendarse!
Portada: imagen tomada de youtube.com
Mujer estudiosa y analítica, lectora atenta y escritora novel. Doctora en Jurisprudencia y Abogada – Universidad de Cuenca, Máster en Gestión de Centros y Servicios de Salud – Universidad de Barcelona, Diplomado Superior en Economía de la Salud y Gestión de la Reforma – Universidad Central del Ecuador. Docente de maestría en temas de políticas públicas y legislación sanitaria –Universidad Católica de Santiago de Guayaquil; en el área de vinculación con la sociedad, legislación relacionada con el adulto mayor – Universidad del Adulto Mayor. Profesional con amplia experiencia en los sectores público y privado, con énfasis en los ámbitos de legislación, normativa y gestión pública.