En medio del caos en el que se desarrolla la vida de los habitantes del país, como consecuencia de los distintos tipos de violencia, inseguridad, malos gobiernos…y ahora de los apagones –que no debían producirse luego de ingentes recursos destinados a soluciones de generación eléctrica ¿?- que una vez más afectan las actividades educativas, productivas, domésticas, comerciales, etc. etc., que generan pérdidas económicas de proporciones a todo nivel, e incluso afectaciones a la salud y vida de las personas; vamos a celebrar 203 años de la Independencia de nuestra hermosa ciudad de Cuenca.
Tenía en mi cabeza varias ideas para esta entrega; y, como me suele pasar, me vino a la memoria un libro de relatos cortos escritos por Elvira Sastre sobre la ciudad que al vivirla adoptó como suya, Madrid me mata se titula el libro publicado por Editorial Planeta, que recoge artículos que escribió para El País de España, en los que cuenta sus experiencias de vida en la ciudad. Cuándo lo leí –hace pocos meses- trataba de seguir a Sastre en sus periplos por Madrid –ciudad que no conozco- y aunque lo que cuenta permite imaginar el entorno y sus vivencias, me encontraba a mí misma recorriendo mi ciudad, a la que no adopté, sino la siento así desde que “tengo uso de razón”, porque nací en ella y volví a ella luego de casi tres décadas en la capital.
El libro, cuyo título puede provocar varias interpretaciones, es un homenaje a Madrid, y el me mata, se refiere a lo bello y lo bueno que se encuentra incluso en los momentos difíciles, tristes o dolorosos.
Pensaba cuando leía, que para mí Cuenca es, como para Sastre Madrid, el lugar elegido, el de la calma necesaria, el que me ha hecho apreciar en su justa dimensión la importancia de tener una mejor calidad de vida, que significa para mí, tener tiempo para la familia, para compartir más y mejor con los amigos, para leer más, escribir, aprender, trabajar, para estar conmigo escuchando los ríos, mirando las montañas, caminando por las calles que tanto tienen que contar.
Me pasa como a ella, que cuando me voy, al poco tiempo quiero volver. En ese sentido he pensado que quizá yo y muchos más con sus ciudades, su casa, su hogar, somos como Savater regresadores, aunque él dice que no le gusta viajar, pero que merece la pena alejarse de casa, para verla remota, deseable, minúscula en la lontananza y emprender contra viento y marea la aventura del regreso, porque se viaja hacia lo que sea, al capricho, a lo superfluo: se vuelve a lo imprescindible.
Desde que volví a mi ciudad, he valorado enormemente la fortuna de poder caminar por las calles adoquinadas del centro, flanqueadas por hermosas casas patrimoniales; por las riberas de los ríos; y, por otras tantas que han recibido desde siempre la impronta de nuestros pasos, que han sido mudos testigos de encuentros, desencuentros, alegrías, tristezas, descubrimientos; que han sido caminos para llegar y también para salir; elementos importantes del espacio físico que se sabe parte del hogar.
Guardando las proporciones, entre una metrópoli de las características de Madrid y esta pequeña ciudad ubicada al pie de la cordillera de Los Andes, sin chovinismo, creo que se parecen en lo que plantea Sastre: no es para todos. Por eso quizá sea, precisamente, tan generosa: no te obliga a quedarte, pero si lo haces no te ahuyentará nunca…
Cuenca de los Andes, la Atenas del Ecuador, Santa Ana de los ríos de Cuenca, Cuenquita como se le dice también cariñosamente, es una ciudad acogedora y amable, ella misma por su geografía y paisaje, por los naturales del lugar y los fuereños que se han ido afincando en la santa tierra y la han adoptado como Elvira a Madrid, es una comarca que provoca emoción cuando se habla de ella, esa que generan los lugares elegidos, en los que bulle la existencia y se convierte en repositorio de vidas y al mismo tiempo de la historia que la individualiza.
Cuenca es una ciudad que guardando su esencia, se reinventa; conservándose avanza hacia el futuro.
Portada: imagen tomada de google.com
Mujer estudiosa y analítica, lectora atenta y escritora novel. Doctora en Jurisprudencia y Abogada – Universidad de Cuenca, Máster en Gestión de Centros y Servicios de Salud – Universidad de Barcelona, Diplomado Superior en Economía de la Salud y Gestión de la Reforma – Universidad Central del Ecuador. Docente de maestría en temas de políticas públicas y legislación sanitaria –Universidad Católica de Santiago de Guayaquil; en el área de vinculación con la sociedad, legislación relacionada con el adulto mayor – Universidad del Adulto Mayor. Profesional con amplia experiencia en los sectores público y privado, con énfasis en los ámbitos de legislación, normativa y gestión pública.