
Día de las madres: Nuestro homenaje a la herencia femenina
Cuando una mujer se embaraza, el nuevo ser que crece en su vientre llevará por siempre sus genes, así como también dejará en la madre la memoria de su estancia calidad en su cuerpo. Este vínculo entre madre e hij@s es un hilo que conecta sus corazones a lo largo de todas sus vidas. Estuvimos en su interior, nos nutrimos de ella, experimentamos nuestras primeras sensaciones dentro de su cuerpo; por ello esa conexión es absoluta y condiciona todos los aspectos de nuestra vida. La relación con nuestra madre es la que más nos influye durante la infancia, ella fue nuestra entrada a la existencia, por lo que de ese vínculo nacerá nuestra confianza o no en la vida.
El linaje femenino, es decir la línea de mujeres que nos antecedieron, constituye una herencia de lo que la madre sintió, vivió y cómo lo vivió, una impronta que queda en cada célula de sus hijos e hijas transmitiéndonos la información de las abuelas maternas, desde cuando estaban embarazada de nuestras madres. El instinto maternal existe verdaderamente y tiene su base en esta conexión maravillosa que implica la herencia femenina. No heredamos únicamente la información genética, también la memoria de los eventos relevantes que vivieron madres, abuelas, bisabuelas. Nuestra ascendencia constituye la base de nuestras vidas en el presente ya que las vivencias de nuestras predecesoras nos dejan huellas marcadas por esta conexión biológica que solo ocurre con el género femenino, porque la mitad de ti ya estaba dentro de tu madre cuando tu abuela estaba embarazada de ella.
Las palabras madre y matriz tienen la misma raíz, cuyo origen se relaciona con el concepto de molde. Lo que llevamos en nuestra configuración celular lo proyectamos en sentimientos, emociones, metas; incluso se sostiene que también heredamos fortalezas, habilidades o preferencias, dolores, traumas o conflictos que ellas tuvieron; de ahí que es primordial conocer sus historias, comprender sus contextos y formas de reaccionar, ver lo que fue para comprender muchas de nuestras propias acciones y conductas.
La figura de la madre que nunca se cansa, de la abuela que sacó adelante a sus hijos, son narrativas que suelen no reconocer las realidades que muchas debieron enfrentar. Los mitos de las madres como figuras romantizadas, muchas veces esconden secretos familiares dolorosos. No basta ver con ojos románticos las batallas diarias de las abuelas o madres, hay que atrevernos a nombrar la violencia, el alcoholismo, el machismo, el abandono, el abuso que muchas sufrieron y sufren actualmente; quizá así seríamos más justos y solo entonces encontraríamos la sabiduría y los ejemplos de vida que la herencia femenina nos ha dejado como humanidad.
Hay madres que toman conciencia de que en su linaje femenino hay heridas heredadas y deciden sanar. Madres que se animan a cortar con los mandatos patriarcales, y deciden a pesar del temor y el escrutinio social terminar con relaciones toxicas o violentas, porque se dan cuenta que pueden afectar a sus hij@s y porque ellas no lo merecen. En cada familia hay una mamá que rompe el circulo del orden injusto y asume el valor de todas las mujeres que construyen un mundo con otros sentidos, un mundo donde el amor signifique respeto, valoración y la dignidad en el que sueñan que vivan sus hijos e hijas.
Feliz día de las madres.

Ex directora y docente de Sociología de la Universidad de Cuenca. Master en Psicología Organizacional por la Universidad Católica de Lovaina-Bélgica. Master en investigación Social Participativa por la Universidad Complutense de Madrid. Activista por la defensa de los derechos colectivos, Miembro del colectivo ciudadano “Cuenca ciudad para vivir”, y del Cabildo por la Defensa del Agua. Investigadora en temas de Derecho a la ciudad, Sociología Urbana, Sociología Política y Género.