Algunos candidatos a la Presidencia de la República, en la campaña electoral para las elecciones del 9 de febrero del 2025, aprovechándose de la angustia y desesperación del pueblo, ofrecieron convocar a una nueva asamblea constituyente, con el ánimo de obtener votos, creando la ilusión de que la corrupción, inseguridad, desempleo y todos los males del país, se podían solucionar con una nueva constituyente y una nueva constitución.
Sin embargo, esta tesis electorera y demagógica, que forma parte del baratillo de ofertas para engañar una vez más a las “masas populares”, coincide con el afán, de hace muchos años, de algunos sectores sociales y políticos, de eliminar la Constitución del 2008.
En efecto, desde el día siguiente al referéndum aprobatorio de la Constitución actual (28-IX-2008), promulgada el 20 de octubre del 2008, algunos sectores políticos, unos con criterios honestos, y otros con intereses conservadores y oligárquicos, denigraron a la nueva Constitución, luego la acusaron como la fuente de todos los males de la república, y más tarde empezaron a conspirar para tratar de eliminar a la Constitución de Montecristi, empeño en el que siguen hasta el presente, resultando curioso que la nueva Constitución empezó a ser una camisa de fuerza fastidiosa para el ex presidente Correa.
Resultó entonces, que a las pocas horas de vida jurídica de la actual Constitución, ésta fue violada como a una niña recién nacida, surgió autoproclamada la Corte Constitucional para el periodo de transición, y luego vinieron una serie de enmiendas constitucionales como la que permitió la metida de la mano en la justicia con la complicidad de una Corte Constitucional al servicio del gobierno de la revolución ciudadana y después todas las funciones del Estado y los órganos como la Contraloría, Fiscalía General, Procuraduría General y Superintendencias, se cooptaron y subordinaron al gobierno correista.
Pero todo esto fue producto de la manipulación de las instituciones de la nueva Constitución, con la indiferencia y venía de la ex Corte Constitucional servil, pero no es atribuible a una ley como es la constitución, aun siendo ley suprema, sino a las acciones del gobierno de turno, que no dudó incluso, para sus fines, inaugurar la vigencia de una especie de Estado de excepción permanente que continuó con los demás gobiernos hasta el actual.
Lo que sucede es que, algunos actores políticos, por ignorancia o en forma intencional, confunden el contenido de la Constitución con el contenido de la conducta del régimen político (gobierno) de turno, como fue lo que ocurrió con el correísmo, que le hizo aborrecible a la Constitución, pero eso es otra cosa. Una constitución mala en sí, puede ser enrumbada correctamente con un gobierno ético y democrático, de la misma forma que, una constitución buena, puede ser manipulada al servicio del autoritarismo y la corrupción.
Lo afirmado, no quiere decir que la Constitución de Montecristi no tenga defectos, como en efecto las tiene, pero lo correcto para no caer en actitudes irresponsables, populistas o demagógicas, es realizar una evaluación con un debate organizado, serio, sobre la Constitución que nos rige y las enmiendas o reformas que sean necesarias efectuarse, pero no optar por ofrecimientos generales y abstractos de cambiar la Constitución e incluso de convocar a una asamblea constituyente, ofreciendo reformas intrascendentes, o poco importantes de la Constitución, que sin embargo, al momento, pueden causar impacto en la población preocupada por el auge delincuencial.
Pero el interés por deshacerse de la actual Constitución, viene fundamentalmente de los sectores más retrógrados, porque les molesta el sistema de derechos y garantías, los derechos de la naturaleza, de las comunas, comunidades, pueblos y nacionalidades, las normas y principios ambientales, el régimen de desarrollo basado en los servicios públicos, la economía social y solidaria, la soberanía alimentaria, los sectores estratégicos y las empresas públicas, el régimen del agua y en general un modelo basado en el objetivo de la realización de los derechos.
Por ello, la Constitución de Montecristi ha sido un fastidio para los afanes extractivistas y neoliberales, y en ello coinciden en la práctica, tanto las viejas y nuevas oligarquías, los gobiernos modernizadores, autocráticos y corruptos, y los gobiernos oligárquicos de viejo cuño. En ese empeño de tumbar a la Constitución de Montecristi comparten los que ya gobernaron en el pasado atropellando la Constitución y los que ahora hacen lo mismo, con una estrategia macabra para enterrar lo poco que ha conseguido el pueblo en la lucha democrática constitucional. Ojalá que las universidades se animen a organizar un balance responsable de la Constitución vigente.
Portada: foto tomada de https://acortar.link/FatPnS

Asesor jurídico, articulista de “El Mercurio”. Participa en algunas organizaciones ciudadanas como el Cabildo del Agua de Cuenca, el Foro por el Bicentenario de Cuenca y en una comisión especial para elaborar el Sistema Nacional Anticorrupción.