Un grupo de personas, instituciones y organizaciones de Cuenca, entre ellas la Arquidiócesis, las universidades y algunos medios de comunicación; nos hemos reunido para llevar adelante la conmemoración de los 100 años del nacimiento de Monseñor Luis Alberto Luna Tobar, con el objetivo de recordar su pensamiento y recuperar el legado de un pastor muy querido y reconocido, a nivel local y nacional. La figura de Monseñor Luna es relevante no únicamente en la Iglesia, sino en diferentes sectores de la sociedad como la cultura, los derechos humanos, la ciencia y la comunicación.
En días pasados se realizó una rueda de prensa para presentar la agenda de eventos que se desarrollarán para esta conmemoración. Luna se desenvolvió en el ámbito periodístico a través de sus editoriales en diversos periódicos y emisoras radiales, por lo que muchos comunicadores lo conocieron de cerca y guardan su memoria con cariño y admiración. Los recuerdos empezaron a surgir amenamente; y es que todos y todas tenemos siempre algo que contar sobre él. Anécdotas inimaginables sobre su vida y su obra, como pastor, catedrático y como ser humano. Su historia personal llena de sorpresas como la de haber sido piloto de prueba de la Fiat, su amor al campo, su talento como jinete, sus momentos extremos durante la guerra civil española, los milagros que corroboró y los que desmintió por su trabajo en la comisión apostólica del Vaticano. En fin, frases, palabras, cuentos y recuerdos que muchos guardamos de él.
Monseñor Luna llegó a Cuenca en 1981, llegó de la iglesia más elitista de Quito a la ciudad más conservadora del país. Él mismo confesaba que sintió temor de venir a esta Cuenca devota del Sagrado Corazón de Jesús, la Virgen del Carmen y el niño viajero, pero además con una sociedad irreverente frente al poder central que siempre la desatendió. Eran tiempos difíciles pero llenos de esperanza por el retorno a la democracia, alegría que duró muy poco. Soplaban también los vientos del Vaticano II, y en muchas parroquias, sobre todo rurales, los sacerdotes se sumaron a esta línea progresista de la Iglesia a través de las comunidades de base y la opción preferencial por los pobres. En esta realidad, Luna fue poco a poco comprometiéndose con la iglesia liberadora, los derechos humanos y la justicia social, postura que no pocas veces ocasionó molestia en los sectores más tradicionales de la ciudad.
En 1992 vino la conmemoración de los 500 años del descubrimiento de América Latina y la propuesta de una nueva evangelización en el marco del ecumenismo que fue asumida abierta y decididamente por Luna, organizando encuentros internacionales con destacados teólogos como Leonardo Boff, Pablo Richard o Enrique Dussel por citar algunos. Su obra social se plasmó en diversas organizaciones de ayuda a la población más necesitada como DONUM. La defensa de los DDHH lo llevo a ser presidente de la CEDHU. Su reconocimiento a la mujer y su lucha contra la violencia intrafamiliar impulso la necesidad de contar con un lugar para acoger a las mujeres víctimas de maltrato lo que más tarde se convirtió en lo que hoy es la Casa de Acogida María Amor a través de la Pastoral Social. Fue miembro del directorio del Centro de Capacitación Campesina del Azuay CECCA. Lideró la reconstrucción de la Josefina. Su apoyo a la lucha social de los indígenas fue frontal cuando el 21 de enero del 1999 encabezó la marcha de la CONAIE para denunciar al mal gobierno. En ese mismo año le propusieron la candidatura a la presidencia del país, y él respondió: ni curas ni militares, en esa ocasión subió un militar que más tarde cayó derrocado por el pueblo.
Su postura en contra la deuda externa se expresa claramente en su libro “Dios en deuda con el hombre” donde manifiesta: Nos preocupa cristianamente todo el universo, dividido en países desarrollados y poderosos y otros subdesarrollados, nos sentimos crucificados aquí en este entrecruce latinoamericano del poder subyugante con una esperanza incansable y respondemos a esta crucifixión en la valentía del hombre de Amerindia que busca la voluntad liberadora del Padre en el rostro del hijo endeudado …… Los pueblos le consideran endeudado a Cristo, pues nos debe el pan de cada día, que nos lo quitan los proyectos internacionales y la usura. Nos debe el reino, que nos lo usurpa el plan de desarrollo de los grandes, imposible sin una hipoteca de los mínimos al subdesarrollo, Cristo nos debe el pan de cada día y el Reino Universal. El pueblo que ha recibido la verdad como don de Dios así lo pide, lo espera y lo cree (Luna pag. 13). Todo esto lo convirtió en blanco de los gobiernos de turno, sufriendo amenazas y atentados en varias ocasiones, pero nunca tuvo miedo de decir la verdad, aunque su vida misma haya estado en peligro.
Cuenca y el Azuay fueron privilegiados al tenerlo como pastor, dirigente religioso, docente, escritor y consejero dejándonos su legado de amor al ser humano, su ejemplo de no aceptar como caridad lo que nos pertenece como derecho, su coherencia para luchar día a día por la liberación irreversible; y, su resistencia para vencer poco a poco el proyecto de muerte que lamentablemente hoy parece estar más cerca que nunca.
Ex directora y docente de Sociología de la Universidad de Cuenca. Master en Psicología Organizacional por la Universidad Católica de Lovaina-Bélgica. Master en investigación Social Participativa por la Universidad Complutense de Madrid. Activista por la defensa de los derechos colectivos, Miembro del colectivo ciudadano “Cuenca ciudad para vivir”, y del Cabildo por la Defensa del Agua. Investigadora en temas de Derecho a la ciudad, Sociología Urbana, Sociología Política y Género.