Los últimos días, parece que cada vez llegan más pronto.
Por la fugacidad podríamos pensar que estamos dentro del realismo mágico de Macondo.
Sentimos que no nos alcanza el tiempo; las horas se van, como impulsadas por el viento.
Los últimos días tienen su propio sino; no podemos controlarlos, pero sí brindar con una copa de vino.
Transitamos por ellos con un revoloteo de emociones; seguro acompañados por hermosas canciones.
Nostalgia del pasado o de aquello en lo que no hemos ganado.
Alegría por los logros, los bailes y los abrazos; que hasta nos provoca contentarnos con un albazo.
Tristeza por lo que hemos perdido y por los que ya no están; a veces parece que en las pérdidas asoma la mano de satán.
Desasosiego, por el tiempo difícil y convulso que nos ha tocado vivir; en muchos casos se han causado heridas que no se pueden zurcir.
Esperanza también hay, de que vengan tiempos mejores; que se disipen las sombras y el mundo se llene de colores.
En los últimos días provoca hacer balance y no me refiero al ejercicio contable; con ese nos podemos deprimir si el resultado no es agradable.
Hablo del balance de lo que nos deja el año; ojalá no sea tan negativo que nos provoque mandarlo por el caño.
Recapitulando aparecen escenas gratificantes, cálidas y enriquecedoras; nos hacen pensar que somos personas ganadoras.
Pero también asoman otras, tristes, insoportables, ofensivas o demoledoras; reconocemos entonces en lo privado y lo público a las personas tóxicas y traidoras.
Pensamos en lo que hemos hecho y lo que dejamos de hacer; nos aplaudimos y nos recriminamos y entonces quisiéramos volver al ayer.
Nos reunimos con parientes y amigos; asistimos a ágapes, que a veces parecen castigo.
Prodigamos abrazos y buenos deseos para los miembros de nuestro clan; personas que con su afecto nuestra vida siempre adornarán.
Participamos en novenas de la familia, el barrio o las amigas; aunque no en todas “hagamos buenas migas”.
Nos revestimos de un espíritu conciliador; a veces queremos zanjar los entredichos como si fuéramos el prior.
Hasta las lágrimas nos emocionamos, con todo lo que nos conmueve y amamos.
Los últimos días, queremos deshacernos del lastre que arrastramos; pero también y aun sabiendo que no tiene sentido, muchos “si hubiera” nos planteamos.
Nos damos explicaciones y justificaciones que nos absuelvan; aunque esas mismas, a veces dejamos que nos envuelvan.
El paso del tiempo no se puede detener; solo un necio no lo querrá entender.
No podemos más que rendirnos a su marcha; avanza sin pausa como una avalancha.
Me propongo y propongo dar gracias; incluso por los sobresaltos que sorteamos haciendo acrobacias.
Si estamos atentos de todo aprendemos; esa es “una verdad como un templo”, no lo dudemos.
Agradezcamos por tener aún oportunidades; de reivindicarnos si es lo que cabe, o de seguir bregando por aquello en lo que creemos, desechando falsedades.
El 24 de diciembre disfrutaremos del “Pase del Niño Viajero”, como antaño y como siempre; con priostes y comparsas y las calles llenas de gente.
Tomaremos ponche y rompope; en la reunión familiar con la alegría a tope.
Comeremos buñuelos y pristiños; embarrándonos de miel como cuando éramos niños,
Quizá intercambiaremos presentes; sin que eso sea lo importante, sino el estar con nuestra gente.
El último día del 2022, seguramente como propone la tradición; festejaremos con emoción.
Quemaremos lo malo y haremos votos por días mejores; y para que se esfumen los sinsabores.
Como dice el poema de Machado, todo pasa, todo queda; entonces sigamos girando como la rueda.
No nos demos por vencidos; que el nuevo año no nos encuentre abatidos.
Los últimos días se irán y los primeros del nuevo año vendrán; al recibirlos una gran jarana se armará.
Esperemos el 2023 con ilusión; entonando y bailando una hermosa canción.
Qué bonita que es la vida dice Jorge Celedón; repitámoslo siempre con convicción.
Vivámosla con nuestra gente, pues es bonita hasta la muerte.
¡Qué bonita que es la vida!,
A pesar de los pesares, que sea siempre como una vela encendida.
Portada: tomada de https://comofuncionaque.com/que-es-la-vida/
Mujer estudiosa y analítica, lectora atenta y escritora novel. Doctora en Jurisprudencia y Abogada – Universidad de Cuenca, Máster en Gestión de Centros y Servicios de Salud – Universidad de Barcelona, Diplomado Superior en Economía de la Salud y Gestión de la Reforma – Universidad Central del Ecuador. Docente de maestría en temas de políticas públicas y legislación sanitaria –Universidad Católica de Santiago de Guayaquil; en el área de vinculación con la sociedad, legislación relacionada con el adulto mayor – Universidad del Adulto Mayor. Profesional con amplia experiencia en los sectores público y privado, con énfasis en los ámbitos de legislación, normativa y gestión pública.