La teoría filosófica del idealismo de Immanuel Kant, de una forma sobre simplificada, dice que lo que es real dependerá de la subjetividad de cada persona. En pocas palabras, Kant dice que para cada persona existe una realidad diferente, que estará subyugada a las vivencias, experiencias, memorias y capacidades imaginativas de dicha persona. Así, no existe una sola realidad absoluta.
Un ejemplo que permite explicar el idealismo kantiano guarda relación con la siguiente situación: Si un árbol se cae en medio de la selva y nadie lo oyó, vio o puede testificar que eso pasó, ¿el árbol se cayó? Kant nos diría que, ya que no hay ningún ser humano que haya vivido de primera mano la caída del árbol o que sepa siquiera que dicho árbol se cayó, pues entonces no forma parte de la realidad de ningún ser humano; por ende, ese árbol caído no es real.
Ahora bien, ¿por qué esta columna, que suele hablar sobre comunicación política, empieza hoy con una lección sobre filosofía? “Suficiente sufrí, o me aburrí, con esa materia en el colegio”, dirán algunos. Sin embargo, la filosofía kantiana me parece la analogía perfecta para retratar el accionar del presidente Guillermo Lasso tras una nueva masacre carcelaria en el país.
Lasso no ha hecho mención, personalmente, a la situación de violencia que se vivió en la cárcel de Santo Domingo y que ha horrorizado, nuevamente, al país. Su cuenta de Twitter, fiel aliada durante los días del paro de junio y casi que canal exclusivo de comunicación durante las jornadas de protesta, se encontró sospechosamente silenciosa durante las horas siguientes a que la noticia sobre la masacre se hiciera pública. Cuando volvió a tuitear, casi 24 horas después de los lamentables sucesos, Lasso no habló sobre la violencia en el sistema penitenciario sino que nos informó sobre sus temas de agenda.
Esta estrategia de silencio se ha vuelto trillada en Lasso, repetitiva hasta el punto de llegar a ser cansina. Algunos podrían argumentar que deben seguir aplicando la estrategia del silencio porque ha sido efectiva, pero parecería que cada vez más públicos se agotan de las tácticas silenciosas y de evasión de un tema tan álgido.
Se podría pensar que el gobierno debe enrumbar su comunicación de crisis y corregir sus errores, al fin y al cabo es la sexta vez que se enfrenta a una masacre carcelaria en su primer año de gobierno, pero no. La fórmula no cambia; primero hay silencio, después, un portavoz del gabinete aparece para encuadrar la crisis desde una postura minimizadora del problema, y luego Lasso comparte una foto desde Carondelet con un grupo de personas que muestran su sonrisa Kolynos, en un desatinado tono que no guarda relación con el sentir nacional de tristeza, miedo, indignación y rabia.
El presidente, desde su comunicación, constantemente pareciera mostrarnos que, en su realidad, no han existido episodios de violencia en las cárceles. Por eso, esta entrada empezaba mencionando a Kant; porque su idealismo permite explicar cómo, desde la realidad subjetiva de cada persona sobre la que él hablaba, puede entenderse el manejo que Lasso da a la situación de violencia en el sistema penitenciario del país. Por momentos, parecería que, para el presidente, el árbol no se cayó en la selva.
Es posible que, en unos días, Lasso dé declaraciones sobre la situación en Santo Domingo y en otras cárceles del país; seguramente hablará sobre una desestabilización belga o una conspiración indígena y deslindará de responsabilidades a su gobierno. Ahí, si bien podríamos decir que la crisis nacional sí ha pasado a formar parte de la realidad del presidente, surge un pensamiento aún más preocupante.
¿Se acuerdan que decíamos que para Kant lo real depende de cada persona? Eso quiere decir que cada uno tiene sus propios marcos para interpretar lo que forma parte de su realidad y para actuar sobre las situaciones que acontecen en dicha realidad. Eso quiere decir que no basta con que el presidente reconozca un hecho, una crisis, en el país; es necesario también entender cómo concibe dicha crisis.
Ahí surge el pensamiento más preocupante: ¿Qué piensa verdaderamente el presidente sobre este tema? ¿Creerá que los presos deben seguir muriendo de forma cruenta porque se lo tienen merecido? ¿Le robará horas de sueño pensar en soluciones para la violencia que se vive en los Centros de Rehabilitación Social? ¿Sentirá que basta con agradecer que fueron doce muertos, y no trece, en Santo Domingo, porque el trece es de mala suerte? ¿Pensará siquiera que hay un problema de verdad en las prisiones?
Asusta pensar que las realidades son subjetivas, personales y únicas; asusta que aquellos problemas que son reales para ti, pueden ser diferentes para mí e inexistentes para el presidente.

Comunicador Social graduado por la Universidad del Azuay en el año 2020; apasionado desde pequeño por el periodismo, la política y las temáticas sociales. Orgullosamente latino, ha tenido la oportunidad de vivir en países como Brasil y Chile, además de su natal Ecuador. Inquisitivo y crítico, gusta de hacer trabajo periodístico que combina la fotografía y la escritura.