Un intento de Golpe de Estado de la semana anterior produce una conmoción en Bolivia y puede que nos haga abrir los ojos a los ecuatorianos.
El general Zúñiga actuó en medio de un contexto que le favorece: la división del Movimiento al Socialismo, MAS. Evo, el dirigente campesino histórico, se lanza los trastos con Arce, el presidente tecnócrata. Los dos disputan la representación del MAS y por tanto la candidatura presidencial para el nuevo período que se avecina.
Se puede comparar el conflicto del MAS en Bolivia con el conflicto entre la Conaie y la Revolución Ciudadana en Ecuador. En los dos países hay una polarización entre un polo indígena y una coalición política y popular liderada por sectores medios. En nuestro caso la primera está liderada por un dirigente comunero, Leonidas Iza, frente al líder tecnócrata progresista Rafael Correa.
Hay diferencias, por cierto. Mientras en Bolivia las dos tendencias gobernaron unidas durante 15 años, en Ecuador, ni siquiera fueron gobierno. Las nuestras mantuvieron un acuerdo inicial en la Constituyente y coincidieron en diversas ocasiones, especialmente cuando el conflicto se acentuaba con los gobiernos neoliberales en los dos paros del 2019 y 2022.
No quiero profundizar los factores que inciden en este conflicto, que lo haré en otro artículo. De hecho, hay demandas y modelos de desarrollo diferentes, diferencias ideológicas entre la plurinacionalidad del movimiento indígena y el nacionalismo de la Revolución Ciudadana, o son configurados en procesos diferentes, el uno desde abajo, la otra, desde la crisis política de inicios de siglo, que consolido un actor desde arriba del Estado. Pero hoy solo quiero señalar que son dos fuerzas que se han enfrentado cada una a su modo al neoliberalismo.
Lo grave es que en medio de la grieta entre los dos polos pende la espada de Damocles de las clases dominantes y el imperialismo. En Bolivia dos golpes de Estado, también uno en Ecuador, aparte de una gran operación de Lawfare que impide en varias ocasiones la llegada al poder de la Revolución Ciudadana. Por cierto, están por detrás fuerzas reaccionarias, la oligarquía, los medios de comunicación, los militares, la policía y las embajadas de Washington tanto en La Paz como en Quito.
El clivaje Evo-Arce o correísmo anticorreismo, ha sido ágilmente utilizado por fuerzas reaccionarias que aplican el divide y vencerás. Hay un elefante en la cristalería, pero nadie lo ve: persecución a la oposición popular, campañas mediáticas contra el vandalismo, masacres a los manifestantes, clausura a medios progresistas, invasión a embajadas. Parece que esas señales de autoritarismo no importan, lo que importa es lanzar los trastos al contrincante, mientras detrás de bambalinas los maestros de la maniobra se frotan las manos de satisfacción.
Se confía fácilmente en las elecciones como forma para dirimir el poder, sin mirar que en las tinieblas detrás de los escenarios, el bloque de poder utiliza herramientas no democráticas para mantenerse e implementar las políticas neoliberales. Mientras tanto sectores populares y progresistas se pelean entre ellos. Ojalá miremos el espejo boliviano para sacar lecciones e interpretar nuestro propio drama que ya dura una década.
Docente investigador de la FLACSO