Quizá el 28 de diciembre, que en el calendario litúrgico de la Iglesia Católica se celebraba el Dia de los Inocentes con la lectura del Evangelio de Mateo en el cual se narra la matanza de niños realizada por Herodes en la comarca de Belén, con el objetivo de eliminar a un potencial aspirante al trono del reino de Judea, sufragáneo cómplice de la ocupación Romana de provincia de aquella región que los romanos comenzaron a llamar Palestina. El Texto bíblico añade, como cumplimiento profético el llanto de la matriarca Raquel, esposa preferida de Jacob: “Un clamor se ha oído en Ramá, mucho llanto y lamento, es Raquel que llora a sus hijos y no quiere consolarse porque ya no existen”.
1. Historia y leyenda
Según los comentaristas del Evangelio de Mateo La Matanza de los Inocentes narrada en el Evangelio de Mateo (2:16-18) tiene su antecedente más directo en el episodio protagonizado por el gran enemigo del pueblo elegido: los egipcios, quienes ordenaron supuestamente asesinar a los bebés hebreos y forzaron a la familia de Moisés a esconderle en el río. El evangelista Mateo quiere narrarla infancia de Jesús, sobre el cliché literario de la infancia de Moisés, el héroe del Éxodo y epónimo de la gesta libertaria de las tribus hebreas, y mostrar a Jesús rehaciendo el camino del pueblo: la bajada a Egipto y su retorno a la tierra prometida. De esta manera este relato de la infancia insinúa el papel de Jesús como el nuevo libertador mesiánico.
Sin embargo, según los historiadores, escrituristas este pasaje, del cual no hay evidencia histórica extrabíblica, es sin embargo absolutamente plausible y verosímil, ya que se conoce la crueldad de Herodes el Grande y su falta de escrúpulos para mantenerse en el poder. Los hebreos consideraban a Herodes un rey extranjero, era idumeo (una región al sur de Judea). Todas las sectas judías de entonces, coincidían en identificar a aquel rey de educación helenística y madre árabe nabatea como un elemento intruso y peligroso. El historiador Flavio Josefo, que no dejaba pasar la ocasión de presentar a Herodes como un tirano cruel, Flavio Josefo fue el principal difusor de la leyenda negra sobre Herodes. El relato que hace sobre la muerte del idumeo no escatima en detalles escabrosos y se deleita en su sufrimiento. A los 70 años Herodes murió, “castigándole Dios por los crímenes que había cometido”.
Buena parte de la fama de cruel de este rey hebreo está relacionada con los métodos que aplicó para desplazar del poder a los asmoneos. En el año 40 a. C, consiguió de Marco Antonio –triunviro de Roma y poseedor de la parte oriental del Imperio romano – el título de rey de Judea y logró que fueran degollados Antígono II y su familia, los asmoneos, así como cuarenta y cinco partidarios del antiguo régimen. Eliminaba de esta forma a todos los posibles aspirantes a arrebatarle la corona. Los puñales y el veneno nunca abandonaron del todo la corte. Su segunda esposa Mariamne, de la estirpe de los asmoneos, también fue ejecutada por orden de Herodes, que nunca dudó en derramar sangre de su propia familia si veía en peligro la corona. Tras matar a Mariamne, eliminó a dos de sus hijos Aristóbulo y Alejandro, atendiendo a rumores de conspiración contra su persona, levantados por otro hijo, Antípater, a quien ejecutó tiempo después por intentar envenenarle.
2. Desnaturalización de la conmemoración
La conmemoración cristiana de “la matanza de los inocentes” se remonta al siglo IV de la era cristiana en el contexto de la Navidad recientemente instaurada, y adquirió relevancia en todos los calendarios festivos de la cristiandad de oriente y occidente, sin embargo, Únicamente la Iglesia Católica llama «inocentes» a estos niños; en otros países latinos se los llama simplemente “infantes”. En la historia de la liturgia esta conmemoración se celebraba en relación con la fiesta de los mártires San Esteban y San Juan, pero en la medida en la que el calendario litúrgico católico fue perdiendo peso en la sociedad occidental a lo largo del siglo XX y más aún en nuestros días, la celebración de la matanza de los inocentes ha ido también perdiendo condumio y apenas ha sobrevivido entre nosotros, con alguna referencia a la figura de Herodes como asesino de niños.
Muy particularmente en Cuenca, la fiesta de los inocentes, se ha vinculado con una parodia popular de humor negro en la que los “inocentes” aparecen como incautos que se dejan atrapar en una suerte de fake news y engañosvinculados al 28 de diciembre. Entre nosotros el tiempo de Navidad se cierra con una mascarada carnavalesca con contenidos de crítica social. Cuando éramos niños, salir a ver a los inocentes era salir a ver payasos y enmascarados con el riego de recibir algún golpe de la “morcilla” de lana blandida contra los curiosos espectadores. Así el término “inocente” adquirió un sentido cultural más cercano a lo “tonto” o “incauto”; en todo caso, un advenimiento cultural muy alejado de sus orígenes históricos, bíblicos y litúrgicos.
3. Relevancia de la conmemoración en 2023 en el contexto de la crisis Palestina
En nuestro léxico ecuatoriano de estos último años, tan permeado por la terminología judicial, cuanto menor justicia hay en la práctica, la palabra “inocencia” aparece contrapuesta directamente a la “culpabilidad” y al “inocente” con el “culpable”; la “presunción de inocencia” es un derecho esgrimido con tanta mayor demanda cuanta más presumible es la culpabilidad y así debe ser en atención al debido proceso, si no fuera tan manoseado por la corrupción de acusadores y defensores; todos sabemos que algunas culpabilidades dudosas son castigadas con saña política, y que otras inocencias se traslapan con la impunidad con cinismo igualmente político, que como resultado dan lugar a que sujetos altamente peligrosos y capaces de hacer daño a la comunidad anden sueltos o fugitivos.
Si recurrimos a los diccionarios en busca el origen etimológico de la inocencia nos encontramos con un matiz interesante; el diccionario de la RAE define la inocencia como candidez, candor, sencillez, credulidad, ingenuidad y el Diccionario Etimológico explica: La palabra inocencia e inocente derivan del latín innocens, formado del prefijo negativo in- y la palabra nocens. Este nocens viene del verbo nocere (“hacer daño”) y está emparentado con nocivo, o dañino. Por lo tanto, inocente viene a significar ‘no dañino’, ‘que no hace mal’. De hecho, el término forma parte del juramento hipocrático que obliga a los galenos a ser inocentes, como deber primordial de su profesión: no hacer daño. Una importante consecuencia etimológica resulta de su origen: antes que la relación de la falta de inocencia con la moral tiene que ver con la capacidad de hacer daño, sea este consciente o inconsciente, por ello un niño, o un demente, debe ser controlado, aunque no pueda ser declarado culpable.
En estos días, la supuesta guerra del fundamentalismo judío contra el fundamentalismo antijudío y viceversa, está escandalizando a medio mundo y radicalizando a la otra mitad en favor de la violencia de una de las dos partes. Hemos podido ver la inocencia asesinada, a padres y madres con niños muertos en brazos preguntándose en medio de la desesperación ¿Acaso este niño, esta niña, podía ser una amenaza para alguien? Estas escenas desgarradoras han encontrado en estos días titulares como: “Jesús nació en Palestina” o hemos escuchado al Papa Francisco decir: “Nuestros corazones están en Belén”, en Ramala, donde el grito de las madres, secas ya de lágrimas de tanto llorar, denuncian el regreso de los Herodes de hoy, cultivados en el caldo del odio de los imperialismos económicos y religiosos fundamentalistas. Hoy dos mil años después, a ojos vista del mundo… El poder de hacer daño se levanta culpable e imparable frente a los inocentes sin defensa.
Me identifico como ser humano y me agrada cuando me relaciono en ese nivel. A mis 75 años sigo aprendiendo y compartiendo las lecciones de la vida. Durante todos mis trabajos y servicios he considerado como tarea más importante pensar y suscitar el pensamiento. Puedo ser incómodo preguntando y re preguntando. Por ello tengo la estima y el afecto de muchos y también la resistencia de otros. No busco aceptación sino estar bien con la búsqueda de la verdad esquiva, hacer el bien que pueda y disfrutar de todo lo bello que hay en todo lo que existe.