Se conformó un comité coordinador para conmemorar los cien años del natalicio de Monseñor Luis Alberto Luna Tobar, ocurrido en Quito el 15 de diciembre de 1923, por lo que ya se están ejecutando una serie de actos con este propósito y continuarán durante este año 2023.
Como arzobispo de Cuenca, de 1981 al 2000, Monseñor Luna Tobar, desarrolló una acción pastoral que tuvo relevancia local y nacional, constituyéndose en un referente espiritual y social con trascendencia política, llegando a ser una personalidad de consulta en diferentes problemas de la comunidad por sus reflexiones y orientaciones éticas profundas ligadas a la autenticidad y testimonio de sus convicciones cristianas y su compromiso social con los marginados y excluidos de la sociedad.
Con su exquisita sensibilidad humana, formación cultural e intelectual, Monseñor Luna no tuvo dificultad en afincarse en Cuenca, se acercó y participó activamente con las comunidades indígenas y campesinas y sus expresiones espirituales, costumbres, tradiciones, saberes y formas de vida, se relacionó con actores y gestores culturales urbanos y rurales de Cuenca, la academia, el periodismo y medios de comunicación, nunca rehuyó a entrevistas, escribió, dictó conferencias, participó en eventos de arte, ciencia, filosofía y el debate sobre problemas locales, nacionales e internacionales en los que imprimió la huella de sus convicciones cristianas.
Monseñor Luna vino de Quito a Cuenca con experiencias de un ministerio sacerdotal en un entorno aristocrático, pero la recuperación del espíritu del cristianismo con la Teología de la Liberación, las transformaciones de la iglesia latinoamericana en las décadas de 1960 y 1970, las Comunidades Eclesiales de Base, su relación, convivencia y participación en la vida de las comunidades campesinas y sectores populares urbanos, impactó en su espíritu bondadoso, sensible y humanista llevándole a la vivencia y práctica de su fe junto al sufrimiento de los pobres de la ciudad y el campo.
Su permanente denuncia de la violencia e injusticia social institucionalizada y el anunció profético de una sociedad justa y solidaria donde se realice el “amor al prójimo” generó reacción en algunos sectores sociales beneficiarios del sistema imperante y de ciertos líderes y gobernantes, pero aun los más recalcitrantes conservadores reconocieron la autenticidad de su mensaje profundo y aleccionador motivado en su fe cristiana, por lo que siempre fue respetado y recibieron también su respeto.
Monseñor Luna como cualquier ser humano tuvo sus falencias, el mismo lo reconoció con conciencia autocrítica, por lo que al conmemorar su natalicio no se busca canonizarlo, sino relievar su ejemplo y trayectoria en tiempos de mucha oscuridad, debilidad y timidez por defender el imperio de la verdad y la justicia, pérdida de coherencia entre lo que se dice y se hace, y, sobre todo, en un momento de corrupción y degeneración del poder político y de la vida social.
El liderazgo y la fortaleza ética de Monseñor Luna, permitió la realización de una obra social muy efectiva en diferentes campos, destacándose la labor desplegada a raíz del deslizamiento geológico de la Josefina, tareas afrontadas con una gran participación y organización ciudadana, a lo cual se suma la enorme obra social a través de la Fundación Donum en Cuenca, de la cual fue su gestor, y cuya labor permanece hasta la actualidad siendo digna de encomio.
En actitud consecuente con su fe cristiana, Monseñor Luna no dudó en solidarizarse con las necesidades de acceso a la tierra y servicios públicos de comunas y organizaciones campesinas, y cuya tierra legítimamente adjudicada estuvo en riesgo, como fue el caso de la Cooperativa Lalcote Monjas o su solidaridad con los campesinos de San Martín, y el apoyo a obras de desarrollo comunal y crédito a los campesinos como la desplegada por el Fondo Ecuatoriano Populorum Progressio (FEPP), y que decir de la labor solidaria con otros grupos sociales igualmente excluidos, marginados y maltratados por la sociedad.
Al conmemorarse en este año los cien años del natalicio de Monseñor Alberto Luna Tobar, es necesario recuperar la memoria histórica y colectica de su labor pastoral, y el testimonio y vivencia del mensaje cristiano orientado a la renovación de la humanidad en la línea de promover seres humanos nuevos, solidarios y sensibles con la vida, la madre naturaleza y los derechos humanos.
Asesor jurídico, articulista de “El Mercurio”. Participa en algunas organizaciones ciudadanas como el Cabildo del Agua de Cuenca, el Foro por el Bicentenario de Cuenca y en una comisión especial para elaborar el Sistema Nacional Anticorrupción.