La pandemia del COVID-19 puso en evidencia las desigualdades y la crisis educativa y social que venía dándose desde hace décadas con el neoliberalismo. En el 2007 hubo cerca de 30 mil planteles educativos y hoy existen 15 mil. En la década correísta, bajo el nombre de “calidad educativa” se cerraron centros educativos y se los concentró en los elefantes blancos del milenio; con esta política y la pandemia los más afectados fueron las escuelas públicas y comunitarias bilingües.
Enfrentamos la pandemia con reducción de presupuesto en salud y educación y, por supuesto, disminución de personal docente; sin recursos tecnológicos los docentes y la mayoría de los y las estudiantes porque en las áreas rurales no ha llegado los servicios de internet y por las condiciones económicas las madres y padres de familia no han podido comprar una computadora o un buen celular para cada uno de sus hijos que están estudiando.
De lo señalado en la Constitución (2008), del 6% del PIB para la educación en estos años de pandemia el Estado ha invertido apenas el 2.7%, dejando la responsabilidad al docente y a las familias. Por supuesto, hubo reacciones diferentes y los docentes, dejando al margen su seguridad, asumieron la responsabilidad social de continuar con la educación, pero abriéndose paso a un escenario distinto al trabajo que venían realizando. El maestro y la maestra debe cubrir todos los gastos con la educación virtual, internet, luz, nuevos equipos, celulares, y trabajar más de 14 horas. El tiempo que dura la clase virtual acumula y comprime todos los tiempos. Creció además la vulnerabilidad social y la exclusión de miles de estudiantes de los sectores suburbanos y rurales. Este escenario fue muy bien aprovechado por las corporaciones internacionales que habían adelantado la educación privada, fue la mejor ocasión para realizar “el tendido de redes digitales, la provisión de equipos y la venta de software aplicado a la educación fueron rápidamente ofrecidos por las corporaciones a los gobiernos nacionales y subnacionales” (Adriana Puiggrós, IEAL/ 2021).
En este sentido desfinanciar el sistema educativo, reducir los presupuestos y liquidar las herramientas de regulación estatal, laboral y de derechos, nos conduce a sentir que la educación es cada vez privilegio de pocos.
La ministra María Brown exfuncionaria correísta, hoy Ministra de Educación de Lasso, dispuso el retorno “voluntario” a las clases presenciales desde el 7 de junio; y dentro de estas instituciones educativas el 60% son de carácter privado (Declaraciones de la Presidenta de la UNE), donde cuentan con buena infraestructura y bioseguridad, no así, los planteles fiscales que no disponen de edificios adecuados, se encuentran en las peores condiciones después de haber sido abandonadas por más de un año y debido a las consecuencias de la época invernal. No es igual mantener las condiciones de seguridad e higiene en establecimientos hacinados, sin ventilación, sin personal auxiliar y, a veces, sin agua, que en ambientes espaciosos y acordes a la tarea educativa que disponen las privadas.
A la ministra correísta no le interesa la salud de toda la comunidad educativa (estudiantes, docentes, padres y madres de familia) y de la comunidad en general, ni los conocimientos que hayan logrado adquirir en las aulas virtuales. De ahí que las clases virtuales jamás podrán reemplazar al maestro y maestra porque las/los estudiantes solos, no pueden desarrollar las destrezas de aprendizaje de manera correcta. El maestro Rafael Riofrío Tacuri (11 de junio 2021), con mucho acierto señala que “la enseñanza presencial es la manera en la que los estudiantes aprenden mejor. Que la escuela es también un espacio democrático de formación de la conciencia crítica, la solidaridad y el compromiso a combatir todas las formas de injusticias sociales para garantizar el desarrollo y el bienestar en todos los demás aspectos de la vida humana”. El centro educativo es el segundo espacio familiar donde los estudiantes interactúan con el medio circundante. Maestr@s y estudiantes son insustituibles y por eso la presencialidad es importante y necesaria no solo para el aprendizaje sino para la vida; sin embargo, para volver a ella debe haber condiciones de bioseguridad, sin las cuales la vida está en peligro.
La educación mediante dispositivos virtuales puede ayudar a mejorar las condiciones educativas, pero a la vez la virtualidad puede ser un mecanismo de mercantilización de la educación. La lógica mercantil de los grandes monopolios informáticos es dirigir la educación hacia el mantenimiento del estado represor dominante y patriarcal y la destrucción del sentido social y solidario de la sociedad en beneficio del control global por una élite internacional.
De ahí que dependerá de la fortaleza de las organizaciones sindicales, de los movimientos sociales, de las organizaciones indígenas, de la voluntad y capacidad de las fuerzas populares y de los límites efectivos que las políticas públicas le pongan al poder del capitalismo salvaje y depredador. Urge la unidad a nivel latinoamericano para defender la educación pública, gratuita y laica, pensada, sentida y dirigida por los propios actores y beneficiarios y no la imposición de modelos extranjerizantes. Y finalmente, esta frase lo resume todo: contra la desigualdad de la educación, vamos por una educación liberadora, transformadora, forjada desde los barrios, las comunidades y los pueblos oprimidos. Una educación que ponga en el centro a la Vida y la Salud de la Madre Tierra para mantener la salud humana, caso contrario marchamos hacia una sociedad globalizada y totalizante cada vez más violenta, excluyente y polarizada.
Nativa de Saraguro. pertenece a la nacionalidad Kichwa. Estudió en Zamora en la Escuela de Líderes. Cursó estudios universitarios en Cuenca. Es abogada, tiene estudios en lengua y literatura, es magister de Estudios de la Cultura y un Diplomado en Educación Intercultural Bilingüe. Maestra de secundaria y educación superior, investigadora. Ha publicado varias obras, así como artículos en revistas y periódicos. Ha desempeñado varios cargos vinculados a Educación Bilingüe. Es conductora del programa Ñukanchik llata Kashpa (Nuestra identidad) en la Radio comunitaria de Saraguro “KIPA RADIO”, FM 91.3.