Una de las primeras lecciones de comunicación política que recibí en mi vida me la dio mi profesora Caroline Ávila. No es lo mismo hacer comunicación política en campaña electoral que hacer comunicación política cuando uno ya ha llegado al gobierno. Esa lección, que puede parecer fácil, en realidad resulta sumamente compleja de materializar en la práctica. La gestión comunicacional del equipo de Guillermo Lasso es prueba viva de ello.
Es indudable que la campaña electoral de Lasso fue exitosa; por lo menos, fue lo suficientemente buena como para cautivar a un porcentaje del electorado y revertir las tendencias que lo colocaban varios puntos porcentuales detrás del candidato Andrés Arauz al inicio de la segunda vuelta. A algunos les habrá cansado el #AndrésNoMientasOtraVez, otros se habrán burlado de los zapatos rojos y algunos habrán criticado el cierre de campaña en el río Guayas, con barquitos pesqueros y banderas ecuatorianas de fondo. Sin embargo, esos recursos fueron la punta visible del iceberg de una estrategia comunicacional de campaña que dio resultado.
El problema surge una vez que Lasso llega a Carondelet. Su equipo de comunicación se quedó en una especie de luna de miel con las estrategias que había aplicado durante la campaña y no quería soltarlas, a pesar de que la comunicación gubernamental es muy diferente.
A continuación analizaré algunas de las principales diferencias entre estos dos tipos de comunicación política, y usaré la gestión comunicativa de Lasso para ejemplificarlas.
Uno de los elementos divergentes entre los dos tipos de comunicación política es el público objetivo al que deben llegar. En campaña, los mensajes son dirigidos a ciertos públicos en específico, ahí donde se cree que se puede ganar la voluntad del electorado; hay públicos con los que un candidato pasa de largo porque muy difícilmente votarán dicho candidato. Por otra parte, cuando ya se es gobierno, los mensajes tienen que ser dirigidos al grueso de la población; no se puede omitir a ciertos públicos con la idea de que no van a comprar un mensaje, porque se necesita que la mayoría de ecuatorianos compren el mensaje, sin importar su línea política.
Aquí identifico el primer problema de la gestión de Lasso, pues su comunicación gubernamental ha seguido priorizando a aquellos grupos a los que hablaba en campaña. Las redes sociales son necesarias para un gobierno, pero no pueden ser el principal canal de comunicación, mucho menos el único, en un país donde la brecha digital todavía existe y donde redes como Twitter o TikTok no son usadas por porcentajes altos de la población.
La segunda diferencia entre los dos tipos de comunicaciones políticas tiene que ver con el qué se comunica. Mientras en campaña uno puede comunicar promesas y utopías, en gobierno uno tiene que comunicar certezas, especialmente frente a las crisis. En ese frente, el equipo de Lasso parece que sigue comunicando más las promesas de un futuro donde Ecuador será la nueva potencia latinoamericana mientras que sobre el presente convulso, confuso y complicado solo se transmite incertidumbre y, muchas veces, silencio.
A estas dos grandes fallas generales hay que sumarle algunos errores específicos en la comunicación gubernamental de Lasso. Por ejemplo, no se puede tener un vocero presidencial que aparece en televisión nacional y evade todas las preguntas que le hacen los periodistas; peor aún, ese vocero no puede hipotetizar sobre situaciones que pueden poner nerviosa a la población, que el Ministerio de Defensa tenga que descartar la hipótesis y que luego el vocero no rectifique.
Otro de los errores específicos tiene que ver con las equivocaciones en el manejo de la cuenta de Twitter del presidente. Por nombrar un ejemplo, días después de una nueva crisis de violencia carcelaria, el presidente se reunió con los diferentes poderes estatales para buscar soluciones. La reunión ocurrió demasiado tarde, pero el gobierno tenía que mostrar acción. El problema fue que, cuando el presidente comunicó al Ecuador tuitero sobre la reunión, subió una foto del grupo posando cual graduación de bachillerato, incluso con sonrisas en los rostros, mientras se hablaba del dolor y la pena de haber perdido la vida de decenas de presos. Para quienes asistieron a la reunión, ¿encuentran alegría en medio de la tragedia?
Lo cierto es que la comunicación gubernamental tiene que mejorar. Es necesario que se generen mensajes que intenten llegar a todos los ecuatorianos, que se definan los canales de comunicación permanentes para que la ciudadanía esté informada, que se establezcan estrategias de comunicación para manejar las crisis, que mejoren las vocerías estatales, entre otros. Hipótesis sin comprobar, silencio e incertidumbre nunca más.
Comunicador Social graduado por la Universidad del Azuay en el año 2020; apasionado desde pequeño por el periodismo, la política y las temáticas sociales. Orgullosamente latino, ha tenido la oportunidad de vivir en países como Brasil y Chile, además de su natal Ecuador. Inquisitivo y crítico, gusta de hacer trabajo periodístico que combina la fotografía y la escritura.