Las palabras nunca alcanzan cuando
lo que hay que decir desborda el alma
Julio Cortázar
El pasado 16 de septiembre quedará grabado en la memoria de Cuenca como la manifestación social más masiva de la historia. La razón: la defensa de Kimsakocha, del agua, de los páramos, de la vida, de los ríos…
Todo fue correr las persianas y toparme con un día nublado, lluvioso… no es lo que esperas cuando la gente promete inundar las calles en un llamado a defender Kimsakocha del asedio minero. Quien más-quien menos porta su paraguas en el tranvía. Desciendo por la Coronel Tálbot, mi corazón late nervioso, camino junto a personas cuyas pláticas giran en torno al agua, ¿será que nos vamos al mismo lugar? Todo es llegar al inicio de las escalinatas del Otorongo que los latidos se disparan, múltiples colectivos van reuniéndose para sumarse a la gran marcha. Me aproximo a San Roque y, pese a la lluvia pertinaz la afluencia va aumentando.
No hay parangón en la creatividad, ocurrencia, talento y genialidad contenidas en los carteles y mensajes que orgullosos se elevan. Unos aluden a la ignorancia supina de Kamila León, otros al presidente de cartón, tantos llevan máscaras de los judas del Azuay, muchísimos a la ciudad de los ríos y su patrimonio hídrico y natural, tantísimos a los horrores inherentes a la minería… es imposible incluirlos todos. Reportajes nacionales e internacionales no logran reflejar la inmensidad del río y menos aún las emociones que atraviesan a cada una de sus gotitas.
El caudal de gente se alimenta tanto de quienes marchamos como de quienes observan, vitorean, registran, apoyan desde las veredas, balcones y negocios. Todos vibramos al mismo son del canto de la ciudad de las aguas, ni la lluvia ni el más reciente estado de excepción son capaces de acallar el clamor popular: Cuenca ya decidió, Kimsakocha-no-se-toca. Creo que esta multitudinaria marcha es la cosecha de treinta años de lucha, sobre todo de comunidades campesinas que valientes y constantes han estado frente al cañón tantas décadas; por supuesto, también están colectivos urbanos que han promovido y apoyado tantas y tantas acciones, ¡cada gotita cuenta! Es de alguna manera la demostración de una certeza: Cuenca está cohesionada y no dará tregua en su defensa.
Cuenca no está sola, juntas de agua de diversos rincones del Azuay participan del convite porque también desean visibilizar los embates mineros que los amenazan. Asimismo, acompañan delegaciones de Zamora Chinchipe y Yanacocha (Perú), donde paisajes desolados muestran los impactos nefarios que acarrea la minería; desde Las Naves, Freddy Díaz Sánchez, compañero criminalizado y sentenciado a tres años de prisión es testimonio de las vulneraciones y violaciones asociadas al desarrollo de proyectos mineros.
El pueblo cuencano exige el respeto de la Consulta popular de febrero de 2021 y la revocatoria de la licencia ambiental para la fase de explotación y beneficio del proyecto Loma Larga. Sería fantástico que las autoridades se nutran de algunas ideas brillantes expuestas en la marcha: anexar las áreas de bosque y vegetación protectora Yanuncay Irquis y Sunsún-Yanasacha y, Molleturo-Mollopongo (esto ya lo proponían hace años varias organizaciones sociales durante las asambleas en la comuna San Felipe de Molleturo). Que el bello, diverso y colorido alborozo del martes 16 nos infunda esperanza y fortaleza, que el ímpetu cuencano no mengüe porque los riesgos no han cesado aún y debemos estar vigilantes hasta que la revocatoria de la licencia sea un hecho.
Portada: imagen Gabriel Juca


Bióloga por la UDA. Master en estudios interdisciplinarios en sostenibilidad ambiental, económica y social, por la Universidad Autónoma de Barcelona. Integrante del Colectivo Yasunidos Guapondelig y de la Plataforma Ecuador Decide Mejor sin TLC.