Introducción
El análisis de las migraciones se ha enriquecido significativamente a través de la perspectiva interseccional, que permite un entendimiento más profundo de las dinámicas complejas que rodean el fenómeno migratorio. La interseccionalidad arroja luz sobre las experiencias de los migrantes.
En el presente trabajo busco dar cuenta de las potencialidades del concepto de interseccionalidad para el análisis de las migraciones.
Para alcanzar este objetivo, en primer lugar, presento una síntesis de la trayectoria del concepto de interseccionalidad y las demandan un análisis contextualizado e interconectado de las desigualdades sociales.
A continuación, intento dar cuenta de la relación entre migración y trabajo desde una perspectiva interseccionalidad. Presento un ejemplo de análisis interseccional de las experiencias de trabajadores migratorios (Mora y Undurraga, 2013). El análisis de las migraciones desde una perspectiva interseccional revela cómo la racialización de los migrantes influye en su inserción en el mercado laboral y sus oportunidades de movilidad ascendente.
Al final, a manera de conclusión, subrayo la importancia de la dimensión política de la interseccionalidad como parámetro para el análisis de la agencia migrante.
1. La interseccionalidad y el análisis de las relaciones de poder
La Prof. Mara Viveros Vigoya nos proporciona un detallado análisis de la trayectoria de la interseccionalidad. Se trata de una perspectiva teórica, metodológica y política que aspira obtener un análisis imbricado de las relaciones de poder:
Se denomina perspectiva interseccional al enfoque teórico-metodológico y político que plantea y analiza el modo en que distintas categorías de discriminación, como el género, la raza/etnicidad, la clase y la orientación sexual, construidas social y culturalmente, interactúan en diferentes y a menudo simultáneos niveles, creando una matriz de opresión que da cuenta de la intersección de los distintos sistemas de desigualdad social (Viveros Vigoya, 2013: 78).
El concepto hace alusión a “la necesidad de enfrentar un conjunto variado de opresiones al tiempo sin jerarquizar ninguna; la imposibilidad de separar las opresiones que no son únicamente raciales, sexuales, ni de clase” (Viveros Vigoya, 2016: 4-5).
El término “interseccionalidad” fue utilizado de manera explícita en 1989 por la jurista afroestadounidense Kimberlé W. Crenshaw para designar la interdependencia de las relaciones de poder de raza, sexo y clase. Su propósito era evidenciar omisiones jurídicas y enfrentar discriminaciones en múltiples y variados niveles (Viveros. 2016). La noción de “interseccionalidad” de Crenshaw surgió como una crítica al análisis unidimensional de la desigualdad; para esta autora era indispensable dar cuenta de cómo convergen las desigualdades sociales (Mora, 2019).
En opinión de Viveros Vigoya, los análisis interseccionales ponen de manifiesto la multiplicidad de experiencias de discriminación, así como “la existencia de posiciones sociales que no padecen ni la marginación ni la discriminación, porque encarnan la norma misma, como la masculinidad, la heteronormatividad o la blanquitud” (2016: 8).
La interseccionalidad da cuenta del carácter dinámico, complejo y variable de las relaciones sociales. De la misma manera, muestra que las relaciones sociales son consubstanciales y co-extensivas (Hirata, 2014); son experimentadas simultáneamente y se construyen recíprocamente (Viveros Vigoya, 2016).
La perspectiva interseccional también ha sido objeto de algunas críticas. Me interesa destacar el cuestionamiento que se dirige a la “perspectiva aditiva” de la interseccionalidad, es decir, aquella que analiza las desigualdades sociales, agregando distintos criterios de discriminación (región, etnia, nación, religión, entre otros) a la raza, el género y la clase social. Esta concepción añade al examen de las desigualdades diversas categorías analíticas de forma a-histórica, sin considerar que las posiciones de los sujetos no son fijas, sino que se insertan en relaciones dinámicas que están en permanente transformación (Hirata, 2014).
En efecto, como enfatiza Mora (2019), la perspectiva aditiva parte del supuesto de que hay una intersección de categorías que son conceptualmente independientes y paralelas. Sin embargo, este enfoque no aborda adecuadamente los impactos tangibles y simbólicos resultantes de la convergencia de desigualdades; tampoco aborda –en opinión de la autora citada– la relación entre distintas posiciones de dominación en la configuración de las categorías de subordinación.
La necesidad de emplear una perspectiva situada de la interseccionalidad también es destacada por Viveros Vigoya. La autora subraya que las relaciones de raza, la clase y el género son inseparables empíricamente y se articulan en las experiencias concretas de las y los actores sociales. En este sentido, la perspectiva interseccional debería posibilitar el análisis de las imbricaciones concretas de las relaciones sociales y de sus transformaciones históricas (2016).
2. Migración, trabajo e interseccionalidad
Sostiene Viveros Vigoya (2016) que. en tanto perspectiva teórica, metodológica y política, la interseccionalidad es útil como una pregunta. Es decir, implica la formulación de interrogantes concretas en función de los objetos de estudio, en contextos específicos
Bajo este paraguas, Mora y Undurraga (2013) estudian los procesos de racialización de los migrantes peruanos en Chile, un elemento que influye en la segregación del mercado laboral que enfrentan los migrantes.
Enfatizan los autores que las relaciones laborales están determinadas por la intersección de las jerarquías sociales, como la clase social y el género, así como por los tipos de capital que se acumulan y se despliegan en momentos clave de las trayectorias laborales. Así, las oportunidades de acceso, las condiciones laborales y la movilidad en el mercado de trabajo están vinculadas no sólo a estos tipos de capital acumulado y a la intersección de las jerarquías sociales. Las percepciones esencialistas en torno a los migrantes influyen en sus experiencias en el mercado laboral, los empuja a “ocupaciones migrantes” y obstaculiza sus oportunidades de movilidad laboral (Mora y Undurraga, 2013).
Para Mora y Undurraga (2013), el proceso de racialización de los migrantes peruanos en Chile muestra la producción de una identidad específica a partir de los significados individuales y colectivos que se les atribuyen a los migrantes. Se trata de una interpretación específica de las diferencias que genera desigualdad. Su difusión y aceptación es determinante para la configuración de las condiciones de vida y las trayectorias de los migrantes en el país de acogida.
Tanto la segmentación laboral de los migrantes peruanos en Chile como su limitada movilidad ascendente están vinculadas a las oportunidades disponibles que dependen de la evaluación de las capacidades de los migrantes. Es en la relación empleador-trabajador donde se instala la construcción de la diferencia racial (con efectos considerables en las trayectorias laborales). Esta construcción de la diferencia racial orienta a los migrantes hacia determinados puestos de trabajo. La clasificación de trabajos específicos como “apropiados para migrantes peruanos” se expresa en la ubicación de las mujeres peruanas como trabajadoras domésticas o como “niñeras”, al margen de su cualificación profesional (Mora y Undurraga, 2013).
Por otro lado, los factores socioeconómicos y las dinámicas familiares se entrecruzan y desempeñan un papel central en el fenómeno migratorio. En efecto, la necesidad de mantener las responsabilidades de cuidado familiar constituye un factor decisivo en la decisión de migrar de las mujeres peruanas (Mora y Undurraga, 2013). Esta afirmación es corroborada por el estudio de Soto, Soto, González y Dobrée (2016) sobre trabajadoras domésticas migrantes en América Latina, que muestra que el nacimiento de un hijo o hija o la necesidad de proporcionar cuidados a otros miembros de la familia pueden ser factores determinantes en la decisión de las mujeres de migrar.
3. La dimensión política de la interseccionalidad
La interseccionalidad también es vista como una de las formas de combatir opresiones múltiples y entrelazadas y, por lo tanto, como un instrumento de lucha política. La interseccionalidad como un “arma política” favorece la lucha contra las múltiples e imbricadas formas de opresión (Hirata, 2014).
Para Esguerra y Bello sostienen que la categoría de interseccionalidad permite analizar cómo los sistemas de opresión se constituyen unos a otros y, a la vez, posibilita identificar distintos locus de agencia: “La experiencia en los movimientos sociales nos permitía saber que las cuestiones de clase, edad, raza, género, capacidad física, mental o sensorial, eran estructurantes de las relaciones dentro de las organizaciones sociales” (Esguerra y Bello, 2014: 21).
La interseccionalidad como perspectiva política pretende alterar las distintas matrices de opresión. Cuestiona las identidades universales y estables y enfatiza que los sujetos individuales y colectivos están atravesados de distintas maneras por diferentes sistemas de dominación. Las posiciones sociales no son fijas o estables, sino que varían dependiendo de la agencia de los sujetos, el tiempo y el espacio. Este enfoque subraya que los sujetos tienen capacidad de agencia, oposición o resistencia (Esguerra y Bello, 2014).
Bajo este marco, cobra singular importancia las resistencias y luchas emprendidas por los migrantes. Bajo este enfoque se puede examinar el discurso y las prácticas políticas que los migrantes y sus defensores emplean para desafiar las formas de control de los movimientos humanos. Este enfoque reconoce los procesos de organización, lucha y solidaridad de los migrantes.
A modo de conclusión
A lo largo de este trabajo hemos visto que el análisis de la dominación “requiere incluir las articulaciones, intersecciones y efectos mutuos entre sus distintas propiedades de género, clase y raza” (Viveros Vigoya, 2016: 12). En la actualidad es necesario considerar otras fuentes de desigualdad social como la nacionalidad, la religión, la edad y la discapacidad/diversidad funcional, por su pertinencia política (Ibìdem).
El análisis interseccional se ha revelado como una herramienta fundamental para comprender las complejas dinámicas de las migraciones. Esta perspectiva teórica y metodológica permite abordar las relaciones de poder de manera interconectada, reconociendo que las desigualdades sociales no se limitan a un único aspecto, como el género, la raza o la clase, sino que se entrelazan y se refuerzan mutuamente. La interseccionalidad nos lleva más allá de una visión aditiva de las desigualdades y nos invita a considerar cómo diferentes sistemas de discriminación convergen en la experiencia de individuos y grupos.
Además, se destaca la importancia de la dimensión política de la interseccionalidad, que no solo busca comprender las opresiones múltiples y entrelazadas, sino que también se convierte en un instrumento de lucha contra estas opresiones. La interseccionalidad promueve la resistencia y la solidaridad entre los migrantes, reconociendo la agencia de los sujetos para desafiar las formas de control de los movimientos humanos.
Desde una perspectiva política de la interseccionalidad, en un contexto de globalización capitalista, se demanda un trabajo de articulación, construcción conjunta y diálogo entre diversos sectores sociales (Mora, 2019).
El enfoque interseccional en el análisis de las migraciones nos ayuda a comprender mejor las experiencias de los migrantes, las dinámicas de poder que enfrentan y las estrategias de resistencia que emplean.
Referencias:
Esguerra Muelle, Camila y Bello Ramírez, Jeisson Alanis (2014) “Interseccionalidad y políticas públicas LGBTI en Colombia: usos y desplazamientos de una noción crítica” en Revista de Estudios Sociales (Bogotá) N° 49, mayo-agosto.
Hirata, Helena (2014) “Gênero, classe e raça. Interseccionalidade e consubstancialidade das relações sociais” en Tempo Social, revista de sociologia da USP Vol. 26, N°1.
Mora, Claudia (2019), “Interseccionalidad y Fronteras Sociales: género y clase social en el mercado laboral chileno”. Estudios Públicos 156, CEP Chile.
Mora, Claudia y Eduardo Undurraga (2013). “Racialisation of Immigrants at Work: Labour Mobility and Segmentation of Peruvian Migrants in Chile”. Bulletin of Latin American Research. Vol. 32, 3.
Soto, Clyde; Soto, Lilian; González Myriam; Dobrée, Patricio (2016) Panorama regional de las trabajadoras domésticas migrantes en América Latina. Asunción,OIT-ONU Mujeres-CDE.
Viveros Vigoya, Mara 2013 “Género, raza y nación. Los réditos políticos de la masculinidad blanca en Colombia” en Maguaré (Bogotá) Vol. 27, N°1, enero-junio.
Viveros Vigoya, Mara 2016 “La interseccionalidad: una aproximación situada a la dominación” en Debate Feminista (Ciudad de México) N°52.
Doctora en Jurisprudencia por la Universidad de Cuenca. Obtuvo un Maestría en Género y Desarrollo en la misma universidad. Posee un Doctorado (Phd) en Derecho por la Universidad Andina Simón Bolívar. Fue Directora del Instituto Nacional de la Niñez y la Familia, en Azuay, Cañar y Morona Santiago. Secretaria Ejecutiva del Concejo Cantonal de la Niñez y Adolescencia de Cuenca. Se desempeñó también como Jueza Provincial de Familia, Mujer, Niñez y Adolescencia del Azuay. Laboró en el Municipio de Cuenca y en el Gobierno Provincial del Azuay. Autora de artículos y libros sobre derechos y género. Ha participado como ponente y coordinadora en seminarios nacionales e internacionales vinculados a su campo de estudio e investigación