UNA MIRADA DESDE LOS DERECHOS
Abordaremos este tema desde el marco de los derechos de los pueblos originarios y la conmemoración de la presencia de ellos y ellas a lo largo de más de 500 años, en los cuales van y vienen sus gritos, sus luchas, sus memorias, sus sueños y sus cantos y jayllis. Hemos gritado nuestras penas y alegrías y no nos hemos cansado. No olvidarnos que la historia de los pueblos indígenas del mundo contiene remociones forzadas y dislocaciones territoriales, genocidios e injusticias. Las políticas de los estados coloniales ha sido borrar nuestra historia, racializar, ignorar, aculturar e imponer su sistema “civilizatorio” para desaparecernos. A pesar de todas estas acciones los pueblos indígenas somos sinchi como el sallurumi y por siglos hemos buscado el reconocimiento de nuestras identidades, nuestras formas de vida, nuestros conocimientos y el derecho sobre los territorios ancestrales y los recursos naturales.
Por esta fuerza de resistencia la Naciones Unidades declaró el 9 de agosto como el Día de los Pueblos Indígenas en reconocimiento a la primera reunión de trajo sobre la población indígena que tuvo lugar en Ginebra en 1982. Existe alrededor de 496 millones de población indígena viviendo a lo largo de 90 países de mundo. Y se encuentran entre las poblaciones más desfavorecidas y vulnerables representando el 15% de los más pobres (ONU, 2023).
De las memorias ancestrales traemos y practicamos formas únicas de relacionarnos con las demás personas y con la naturaleza, tenemos rasgos culturales, sociales, económicos y políticos distintos de los que predominan en las sociedades no originarias con quienes convivimos. Los estados latinoamericanos no han logrado salir del colonialismo impuesto por las potencias europeas y estadounidense orientadas por el sistema capitalista y neoliberal que ha sumido a los pueblos originarios en condiciones no humanas, carencia de servicios básicos, salud, educación, así el 47% de personas que trabajan no tienen educación frente a 17% de los mestizos, más del 86% de indígenas trabajan en economías informales. Los pueblos indígenas tienen casi tres veces más probabilidades de vivir en condiciones de extrema pobreza (ONU, 2023).
El 9 de agosto día de los pueblos indígenas nos trae dos aspectos fundamentales que analizar: la concesión de derechos y el despojo de los mismos. Por un lado, los derechos consagrados en la Constitución y en los instrumentos internacionales de la ONU y la OEA. Declaraciones que protegen la vida de los pueblos originarios sus conocimientos, saberes y formas de organización social, política, económica, jurídica, el derecho a los territorios y la autodeterminación. Pese a estos intentos de protección los estados-nación y coloniales hacen caso omiso en el cumplimiento de estas normas, a la que se suma la falta de apoyo de la sociedad mestiza marcada por el racismo histórico. por lo que los pueblos indígenas de todo el mundo compartimos problemas comunes a la hora de recibir protección de los estados y ejercer los derechos contemplados como pueblos diferentes.
El Art.1 de la Constitución señala que el Ecuador es un Estado constitucional de derechos y justicia, social, democrático, soberano, independiente, unitario, plurinacional, intercutural.
El Art.10 señal que son titulares de derechos las comunidades, pueblos, nacionalidades y los colectivos y gozarán de los derechos garantizados en la Constitución y en los instrumentos internacionales. El Art 57 Los derechos colectivos; las 14 nacionalidades y 18 pueblos tienen sus prácticas y saberes ancestrales que se encuentran en los 21 derechos especificados: no ser objeto de racismo, derecho a la consulta libre previa e informada, mantener la posesión de sus tierras y territorios, la propiedad imprescriptible de sus tierras comunales, conservar y desarrollar propias formas de convivencia y organización social, el ejercicio de autoridad y administración de justicia de acuerdo a sus costumbres, el derecho a la educación propia que valore sus conocimientos, historias y sus idiomas, entre otros.
Sin embargo, asistimos al permanente despojo de derechos ya que los gobiernos con las políticas neoliberales y extractivistas en su afán de acumulación, violan permanentemente los derechos de los pueblos indígenas; a diario se saquean recursos de sus territorios, se apropian de territorios de los pueblos indígenas, se da el avance de las zona urbanas perjudicando los territorios indígenas, parcelación de tierras comunales, se dan desalojos y destrucción de comunidades y pueblos , -caso Tundayme, Nankintsa-, no se da la consulta previa libre e informada según Art. 57.7 por parte del Estado y las empresas, -caso Llurimagua, Río Blanco, Fierro Urku-; se encarcelan a líderes y lideresas que luchan y defienden sus territorios, se criminalizan las luchas sociales. No se permite la administración de la justicia comunitaria señalada en el Art 171 porque no existe voluntad de coordinación de parte de los jueces ordinarios y no hay asignación presupuestaria para el sistema de justicia indígena.
En cuanto al autogobierno y autoridades no se reconoce el nivel de las autoridades comunales por parte de los municipios, policías, tenencias políticas; existe injerencia de las autoridades estatales en el reconocimiento de las autoridades comunales. En el campo educativo existe la masificación de currículo hispano “intercultural” que excluye y desconoce los conocimientos de la diversidad cultural. Los tres últimos gobiernos de turno cerraron las instituciones de educación bilingüe como la DINEIB, sus direcciones provinciales y la única Universidad Intercultural Amawtay Wasi.
No obstante, el mayor problema y conflictividad se da en la defensa de nuestros territorios porque sin estos espacios no es posible la vida. Los pueblos originarios somos los guardianes de la Madre Tierra y el cambio climático. La sociedad no indígena no comprende que la tierra es un patrimonio tangible e intangible, un ser vivo y que de ella depende la vida. El territorio es parte del kaypacha, es el espacio sutil e invisible de la realidad ordinaria que habitamos. En el territorio están los cerros, las montañas, las selvas, las playas o desiertos, de ahí nacen las fuentes de agua.
Las tradiciones cuentan que los Apukunas están en los cerros y albergan los espíritus de los dioses que vivieron antes de un gran diluvio y que fueron ellos quienes dieron el conocimiento a los primeros humanos para construir civilizaciones. Como castigo, los demás dioses encerraron a estos dioses en las montañas. Y a ellos se les llama Ñawpa y Wamaníes (los primeros ancianos), y están alojados en la parte más alta de la montaña. Y por eso “cuando baja el nublado como un manto blanco, los Wamanis descienden de las alturas, vienen a hablarnos a susurrarnos al oído e inspirarnos”. Así el territorio constituye un totalidad y comunidad natural pluriecológica, constituida por el suelo, clima, agua, el viento, animales, plantas, piedras y todo el paisaje en general. Es decir, el territorio está compuesto por la comunidad humana que comprende los diferentes pueblos y nacionalidades y por la comunidad de deidades telúricas y celestes, a quienes se les concede el carácter de “Wacas” o lugares sagrados; se tiene mayor respeto, por haber vivido y visto mucho más, por haber acompañado a nuestres ancestres, y porque nos acompañan y acompañarán a los hijos e hijas de las generaciones venideras. Con ellos nos acompañamos, conversamos e interactuamos.
La memoria y el patrimonio del conocimiento de nuestras ancestras se expresa claramente en las mesas sagradas que alzamos como agradecimiento y reciprocidad a la Pachamama el 1 de agosto y durante todo este mes. En ellas se condensa los principios filosóficos, la economía, la política, la organización social, la historia, el arte textil, las illas que están relacionadas íntimamente con las lluvias y el agua dulce (Cobo [1653] 1964). En las mesas sagradas están los ciclos productivos, nuestros idiomas, los símbolos que nos identifican con el Creador. Por eso se recuerdan los cuatro elementos: agua, tierra, fuego y aire, que forman una chakana, en cuyos extremos están cuatro normas: el Ushay/ poder, el Yuyay/ pensamiento, el Ruray/acción, trabajo y el Munay/amor-sentimiento, voluntad de convivir en armonía.
Así como los orientales manejan el concepto de los opuestos-complementarios, Yin/Yang, en la cultura andina está el Padre Wiracocha, o Padre-Cosmos y su opuesto complementario la Pachamama o Madre-Cosmos. Estas entidades, en el mundo de las formas, están representadas por: un cuadrado –masculino, padre– y por el círculo –femenino, madre–, en esa unidad y relación se desarrolla la vida entre toda la diversidad bioecológica y celestial, donde todos participan en la gran fiesta de la vida, todos comen, duermen, danzan, cantan, todos y todas viven a plenitud.
En este sentido es que memoria, patrimonio e identidad para los pueblos originarios es indivisible del vivir cotidiano y son derechos consagrados y violados a la vez. Esto se convierte en un problema persistente de choques o conflictos con las sociedades no indígenas por racismo, desconocimiento y no aceptación de sus raíces ancestrales y la convivencia con las diversidades culturales. Las condiciones materiales, sociales, económicas y políticas no permiten la concreción efectiva de los derechos colectivos, las autoridades estatales no tienen voluntad política para efectivizar estos derechos ni el estado plurinacional como reparación integral y justicia histórica.
Nativa de Saraguro. pertenece a la nacionalidad Kichwa. Estudió en Zamora en la Escuela de Líderes. Cursó estudios universitarios en Cuenca. Es abogada, tiene estudios en lengua y literatura, es magister de Estudios de la Cultura y un Diplomado en Educación Intercultural Bilingüe. Maestra de secundaria y educación superior, investigadora. Ha publicado varias obras, así como artículos en revistas y periódicos. Ha desempeñado varios cargos vinculados a Educación Bilingüe. Es conductora del programa Ñukanchik llata Kashpa (Nuestra identidad) en la Radio comunitaria de Saraguro “KIPA RADIO”, FM 91.3.