
LA JERARQUÍA DEL PATRIMONIO DOCUMENTAL:
BREVE HISTORIA SOBRE EL ROBO DE LAS PERLAS
A LA IMAGEN DE NUESTRA SEÑORA DEL RÍO
Como alguien dedicado a la investigación histórica sobre tópicos relativos a la capital azuaya y sus alrededores, constantemente, estoy peregrinando por los distintos archivos de la ciudad y lo fascinante de ellos, es que, en general, acudo para buscar algo en concreto, pero, de repente, me topo con otros documentos, los cuales guardan relatos de significativo interés.
Dicha peculiaridad de los acervos documentales, sin duda, es digna de encomiarse y posibilita hacer revisionismos rededor de ciertos temas, propios de la tradición oral de los pueblos, lo que faculta que estas narrativas sean alimentadas con más datos que, al provenir de este tipo de repositorios, les proveen un cariz más cientificista y, por ende, veraz.
En este sentido, indagando varios documentos que reposan en la Notaría Quinta, encontré uno datado a inicios del siglo XIX, poco más de dos décadas antes de la independencia, que hablaba acerca de una fianza para excarcelar a un grupo de jóvenes que habían cometido un delito, no menor, y que debió haber sido un escándalo en aquel entonces.
Este dato me pareció de gran importancia para la historiografía cuencana, pero el cual, lamentablemente, no se halla en los libros. Se ha escrito mucho, pero aún en los distintos archivos de la urbe permanecen legajos sin estudiarse y es que, en honor a la verdad, la historia es una asignatura que tiene que irse alimentado de forma constante y, de hecho, muchos de sus tópicos ya desarrollados, deben de analizarse desde otros enfoques, ya que es la única manera de comprender el entorno que habitamos e inclusive a nosotros mismos.
No en vano, el afamado filósofo español José Ortega y Gasset argumentaba que el ser humano no tiene naturaleza, sino historia; por lo antedicho, se hace patente que gran parte de nuestro modus essendi está determinado por todo el bagaje histórico que nos impregna y he ahí el por qué dicha ciencia posee ingente importancia y necesita ser reposicionada. Sin embargo, retomando el documento que hallé y es el punto neurálgico de esta nota, he decido hacer un brevísimo relato que consienta al lector sumergirse rededor de la sociedad virreinal y sus dinámicas socioculturales, el cual presentaré a continuación.
Corría el año de 1800 y Cuenca no se extendía más allá del río Tomebamba, también conocido como Matadero, ya que lo que continuaba a este cauce fluvial era el ejido, emplazado extramuros de la ciudad. Con seguridad, la urbe se asemejaba a una suerte de vergel, un remanso de paz, donde casi nada perturbaba esa atmósfera de serenidad.
Así, llegó el mes de agosto, justo en pleno período canicular, y la pequeña villa de vistosas tejas se iluminaba con el sol ecuatorial, en compañía de aquellas típicas heladas mañaneras de época estival. De repente, esa proverbial imperturbabilidad se vio inquieta por un suceso: las perlas que engalanaban la imagen de Nuestra Señora del Río, colocada para apaciguar la furia del Tomebamba, habían sido robadas.
Dicho suceso alertó a los vecinos, ya que ese retrato que, en realidad, representaba a la Inmaculada Concepción y que había adquirido esta nueva advocación por su relación con la protección frente a las crecidas del río, era un símbolo de grandes implicancias para la ciudad en los postreros años dieciochescos y los albores decimonónicos, donde debido a diversas coyunturas climatológicas, lo consuetudinario era que el cauce fluvial se desborde, poniendo en jaque a los pobladores que no entendían ese ímpetu inusual del Tomebamba.
No obstante, los encargados de salvaguardar el orden público se esmeraron en realizar las respectivas averiguaciones y no transcurrió mucho tiempo hasta que se dio con los culpables; así, se determinó que eran tres menores de edad: José Muñoz Galán, quien, además, era el autor intelectual; Santiago Picón, joven que moraba por la zona del ejido y Valeriana Muñoz Galán.
En este contexto, los jóvenes fueron apresados y llevados a la Real Cárcel, mientras que la muchacha fue traslada al recogimiento de Santa Marta. Las circunstancias del hurto y la edad de los implicados sugieren que este acto se trató, más bien, de una travesura; empero, era meritorio que hayan sido puestos tras las rejas, a manera de escarmiento.
Finalmente, el pleito se pudo zanjar y los adolescentes fueron excarcelados, sólo porque sus padres acordaron cumplir con la fianza en haz; dicho estado implica que los reos pueden salir de prisión, bajo la condición de que su representante legal se compromete a que asistan al juicio de manera puntual, a la fecha y hora estipuladas.
La pequeña historia que acabo de narrar y ejecutada en base a información obtenida de un libro notarial, a más de poner de relieve la categoría del patrimonio documental y la importancia de salvaguardarlo, autentifica la existencia de la imagen de la Virgen del Río, la cual, según varios planos antiguos de Cuenca, yacía en una ermita que se emplazó contigua al río Tomebamba justo donde, a la fecha presente, se erige la llamada Casa de Piedra.
Este lienzo que representa a la madre de Cristo pasó a formar parte del caudal de la Sociedad Obrera del Azuay y, en la actualidad, puede ser observado en una capilla ubicada en la calle Honorato Vázquez; no obstante, la relación notarial hallada, permite elucubrar en torno al objeto en sí, ya que no es poco usual que algunos lienzos se decoren con perlas, pero lo frecuente es ornamentar esculturas con colgantes de aljófares.
Por tanto, podría ser que, inicialmente, a finales del siglo XVIII, lo que hubo fue, más bien, una pieza de bulto redondo, la cual luego se reemplazó con el cuadro; sin embargo, sea cual sea la verdad, lo que sí es axiomático es que para Cuenca su relación con el río siempre ha sido de importancia tal, que durante gran parte de la época virreinal hubo una advocación mariana en honor a este cauce fluvial.

Humano curioso, observador y pensador innato. Amante de la historia, cultura y geografía. Licenciado en Gestión Cultural por la Universidad de Los Hemisferios (Quito); máster en Historia del Arte por la Universidad de Sevilla (Sevilla); especialista en Gestión de Museos y Centros Culturales por la Universidad del Azuay (Cuenca). Se dedica a la investigación de manera independiente y su área principal de indagación está centrada en la historia arquitectónica, social y cultural de la capital azuaya y sus alrededores.