LA CONCIENCIA CRÍTICA DE MONSEÑOR LUIS A. LUNA TOBAR
“Va a suceder una tragedia…” fue la aguda voz que –accidentalmente y fuera de contexto – salió al aire hacia las 2 de la mañana, en la fría madrugada del 4 de noviembre de 1985, en una improvisada entrevista radial a Monseñor Luis Alberto Luna Tobar, tratábamos en la radio, en “Ondas Azuayas”, de tranquilizar a una población desenfrenada que se movía caóticamente, pretendiendo resguardarse de una misteriosa amenaza, nadie sabía a ciencia cierta de qué se trataba, tal como había sucedido en Quito en febrero de 1942…con la transmisión de la adaptación radial de la “Guerra de los mundos”, la novela de H.G. Wells.
Le había tocado a Cuenca ser el escenario de la Noche de los Giles.
La improvisación y el cansancio tras la transmisión del cabildo con la presencia de León Febres Cordero la noche previa; y la prisa por sacar al aire a una voz autorizada, nos jugó esa primera pasada en la inusual transmisión de madrugada. Para tranquilizar a una población confundida y asustada, necesitábamos un mensaje con autoridad moral y gran credibilidad, no podía ser otra, que la voz de Monseñor Luna, que continuó así: “No se angustien, vuelvan a la calma, un terremoto no puede predecirlo el ser humano, es algo de la naturaleza, oren pero oren para que ustedes se tranquilicen y la calma vuelva a sus corazones, por favor todo está en paz, regresen a sus hogares no hay ningún terremoto”
Y la calma empezó a restaurarse tras esa histórica anécdota de la ciudad.
La relación entre “Ondas Azuayas y Monseñor Luna” se fue construyendo en forma natural. La noche de los giles, marcaba ya cuatro años de presencia de Monseñor Luna en nuestra ciudad, había llegado a esta urbe el 8 de abril de 1981.
Habían precedido, desde que creó la Arquidiócesis de Cuenca en el año de 1956, Manuel de Jesús Serrano Abad, quien inició un proceso de ex comunión en enero de 1956, en contra de mi padre José Antonio Cardoso, Director, y su hermano Alberto –Fundadores de Ondas Azuayas–, por una entrevista radial a Pedro Saad, secretario del proscrito partido comunista del Ecuador.
Mientras a mi padre el poderoso clero de entonces lo sancionaba, yo me encontraba en el vientre de mi madre.
En 1971, lo sucedió Monseñor Ernesto Álvarez Álvarez, para ese entonces se había fundado ya el canal 5 de TV, como parte del sistema de radio y TV Ondas Azuayas.
Del antagonismo de Monseñor Serrano hacia nuestro medio de comunicación, Monseñor Álvarez transitó a entrevistado frecuente en nuestro canal; eso sí, manejando siempre un discurso políticamente correcto para una ciudad que aún no se desprendía de un cerrado conservadurismo. Y en 1981 llegaría Luis Alberto Luna Tobar.
Lo recibimos con la inquietud con la que se recibe a un nuevo vecino o a un flamante cuñado. ¿Cómo será este cura?, nos preguntábamos. Sabíamos que había sido párroco por más de dos décadas de una parroquia aniñada de Quito, Santa Teresita, pero también que era de la Orden de los Carmelitas Descalzos. Aún se recordaba en nuestra radio las épocas de censuras, de clausuras de la radio progresista, la amenaza de excomunión a su Director… y venía este cura vinculado en Quito con la clase alta y círculos de gobierno.
Pronto descubrimos sus periplos por las tierras de los más pobres, de sus andanzas por la ruralidad del Azuay, de su creciente preocupación por lo que ya era el fenómeno de la migración, del cura que se reunía con el presidente y al siguiente día lo criticaba con enjundia. Del que construía la Pastoral Social y tenía empatía con Leonardo Boff y la Teología de la Liberación. El de la fundación Donum. Del que se sentaba en las pampas mesas y pregonaba la agenda de las clases explotadas, de las culturas humilladas, de los indios discriminados, de las mujeres oprimidas por la cultura patriarcal, de los LGBT y defendía los DD.HH. Resultó que el cura de Santa Teresita era…o se había convertido en un cura rojo. Monseñor Luna cambió a Cuenca, y Cuenca le cambió.
La relación con Monseñor Luna y nuestra radio se acrecentó en el marco de otra gran tragedia, esta sí verdadera. Abril de 1993, la tragedia de la Josefina. El gobierno de Sixto Durán le puso al frente del Consejo de Reconstrucción, y fue la oportunidad para encuentros cotidianos, pues él y nosotros, con el equipo de la radio, pasamos gran parte de ese aciago mes en el Cerro Tamuga, Paute y sus alrededores. La comunidad necesitaba más que nunca sus palabras de aliento, y también fue la autoridad a la que nos acercamos con un llamado de acción, solo dos días antes del desagüe, para evacuar de una trampa mortal a una comunidad de unas ochenta personas que se resistían a dejar Lumacpamba. Se salvaron ochenta almas de dejar prematuramente este mundo.
No fue extraño entonces que tras La Josefina invitáramos a Monseñor Luna a hacer un programa radial, todos los martes, a las 10 de la mañana por Ondas Azuayas: “Al Encuentro con la Comunidad”. Lo mantuvo por más de un lustro, hablaba entonces – en 45 minutos, con sus ojos cerrados, sin cortes comerciales– sobre la globalización neoliberal y sus peligros, enfocó abiertamente temas tabús para entonces, como el aborto, la eutanasia, el suicidio, la clonación, los gays.
Aunque torero, también hablaba de Ecología.
Sostuvo que, en una sociedad diferenciada y pluralista, ninguna institución podía arrogarse el derecho de imponer a todo el conjunto de los individuos un sentido de la sociedad, ni un código universal. Se trata de una búsqueda –nos decía– no de una imposición vertical. Detestaba la autoridad cerrada, dogmática y prohibitiva. Alentaba y practicaba el derecho a la discordancia, a la disidencia y a la búsqueda.
La conciencia crítica de Monseñor Luna nos hablaría hoy en día con la misma propiedad sobre las amenazas y oportunidades de la inteligencia artificial, o nos ayudaría a entender por qué Ecuador se encuentra atrapado en este laberinto de violencia.
Cerca de dejar su sacerdocio en Cuenca, tuvo su último Encuentro con la Comunidad a través de la radio, sus programas habían sido una escuela de pluralismo ético, político, teológico, estético, moral, cultural, pastoral, del conocimiento, de la investigación, de la filosofía, de la historia…de la vida.
Monseñor Luna cambió a Cuenca, y también cambio a la radio.
Gustavo Cardoso Martínez, periodista cuencano con 45 años de experiencia en el ejercicio del periodismo vocacional. Especialista en Medio Ambiente y Política. Director de radio video “Antena Uno”, ex docente e investigador de la Universidad de Cuenca, ex director de radio “Ondas Azuayas”.