De pronto, nos vimos obligadas al encierro, el virus se propagaba rápidamente por el mundo causando cientos de decesos e infectando exponencialmente a miles de personas. Enfrentamos, entonces, la pandemia COVID-19 con alarma y desconcierto, lo esencial se volvió prioritario para la vida, desnudó desigualdades e injusticias eternas y las mujeres retrocedimos en garantías y derechos. Esta situación excepcional, despierta la sensibilidad para hablar de las artesanías en los claustros de monjas, porque durante “nuestro” tiempo-encierro, el de la pandemia, fue necesario ocupar la mente y las manos, para enfrentar nuevas formas de producción, entonces acudimos a labores, tareas y oficios que nos fue transmitida como parte de la “cultura de mujeres” y, por tanto, a resignificar y reconocer estas actividades, como construcción social de lo femenino dependiente de la cultura, del estatus social y del paso del tiempo. En este contexto, propongo el texto: vida de mujeres, clausura y pandemia.
La vida contemplativa de monjas profesas, novicias, aspirantes y domésticas transcurre en torno a la actividad religiosa y el ejercicio de los oficios: cocina, labores, trabajo en huertas, jardines y cuidado de animales menores encaminados a resolver las necesidades cotidianas. Los claustros son espacios de mujeres en los que pueden desarrollar con cierta autonomía lejos de la tutela masculina, dependiendo el nivel socio económico y cultural del que provienen, estudios de letras, artes, artesanías y manualidades, por lo tanto son lugares de vivencia y convivencia entre mujeres de distintas procedencias, filiaciones y motivaciones; por ello, es necesario entender que al interior se reproducían las dinámicas de jerarquía y poder, con acuerdos y desacuerdos de mayor o menor calado. Matizando, como en extramuros, no todo fue vocaciones forzadas, estricta clausura, vidas ordenadas y disciplinadas por las respectivas normas, la vida al interior de los claustros fue y es dinámica, también compleja, ofrece interesantes aspectos para el estudio como la producción artesanal que miraremos brevemente.
El paso de monjas artesanas por los claustros a lo largo de los siglos, se evidencian en un sin fin de adornos que han pasado desapercibidos, objetos trabajados con una variedad de materiales de desecho o no, que fueron reutilizados y reciclados para elaborar adornos y arreglos para altares, accesorios y detalles para complementar la parafernalia de imágenes religiosas, para uso o recuerdos y exvotos para la venta. Destapar baúles en las salas de costura de los claustros nos descubre palmas, guirnaldas, coronas, ramos, ramilletes, floreros y flores elaborados con una variedad de materiales como pajilla de cebada teñida, escamas de pescado, papeles metálicos, telas engomadas, cuentas de cristal, alambres, lentejuelas e hilos y en casos excepcionales, también realizaron ornamentos religiosos como frontales y pendones con fibras naturales.
Encontramos, por otro lado. una variedad de trabajos en cuero y pergaminos que servían para elaborar tarjetas, esquelas, cuadernillos, separadores de páginas, iluminados, calados y repujados, hallamos pequeños objetos en cera de Nicaragua para decoración de nacimientos, miniaturas tejidas en paja toquilla, totora y carrizo, bordados delicadísimos con cabello, silicios de veta o cabello humano, bargueños y cajitas de madera taraceada, cintas, canastitas y guirnaldas en papel de chocolate y caramelos o ramos en palma para Semana Santa. “Estas pequeñeces” son parte de la producción cultural de los claustros, son objetos de identidad cultural comunitaria que esperan su debido registro, conservación y difusión. En el mundo de Santa Clara en Quito, las monjitas jóvenes tienen que aprender los oficios, como dicen las hermanas Lucila y Carmela: “no todo es ver, es hacer, tener creatividad, habilidad y capacidad para mejorar lo aprendido”.
Licenciada en Ciencias de la Educación, especialización de Historia y Geografía. Docente e investigadora universitaria. Magíster en Conservación y Administración de Bienes Culturales. Restauradora de bienes muebles. Especialista restauradora de textiles, escultura policromada y pintura de caballete. Investigadora especializada en Museología y Museografía. Investigación, conservación y reinterpretación del patrimonio cultural textil.