Seguimos caminando al paso de las luchas. Tejiendo en estos tiempos los procesos de resistencia con hilos fuertes y unidas para que nadie ni nada las rompa.
Es necesario hacer historia contando nuestras historias. Y ellas están llenas de sangre y violencia, desde el primer día que llegaron los invasores y hasta nuestros días en todos los espacios. Las estructuras de poder determinan distintos sistemas de subordinación en los cuales las relaciones están marcados por quienes tienen mayor recursos materiales y simbólicos, históricamente desiguales. Estas relaciones desiguales han generado varios reclamamos de parte de los pueblos originarios, a los que el sistema patriarcal marcado por el poder y el racismo desencadenó una serie de violencia como un mecanismo de control.
En estas luchas pretendo traer a la memoria a Julián Apaza Nina, conocido como Tupak Katari, por cumplirse en este mes un aniversario más de su muerte. Tupak significa en kichwa, brillante, rayo de luz; y Katari, en aymara se relaciona con la serpiente. Tupak Katari, un rayo de luz que desciende a la tierra en forma de serpiente. Julián fue un líder de origen aymara, hijo de un minero de Potosí, nacido un 9 de enero de 1750 y asesinado el 15 de noviembre de 1781. Su trabajo en las minas de San Cristóbal y más tarde como comerciante, de coca y bayetas, pudo conocer la realidad inhumana, el hambre y las enfermedades que pesaban sobre sus hermanos de sangre especialmente las mujeres que eran convertidas en objetos sexuales y violadas al intentar oponerse. Se alió con las huestes de Tupak Amaru II, que peleaba en el Cuzco y sostuvo una lucha tenaz contra el dominio español en el Alto Perú. Formó alianzas con diversos sectores y conformó un ejército de 40 mil hombres y mujeres, cercó la ciudad de la Paz por dos ocasiones, flameando la sagrada Wiphala símbolo de liberación. Sin embargo, en las luchas desiguales, como las que se reproducen hasta hoy, Tupak Katari, junto con su esposa Bartolina Sisa y su hermana Gregoria Apaza fueron ejecutados, en una forma terrorífera de descuartizamiento de los cuerpos (Bacacela, 2018: 88). Violencia del sistema opresor al extremo que instaló para ejercer control y esclavitud. Esta violencia no ha cesado y el sistema neoliberal en su intento de mantener el control global ha instalado el terrorismo, persecución, muerte y desplazamiento de pueblos nativos, como los garífunas (Honduras) atacados en sus territorios y mapuches (Chile y Argentina). La lucha de los mapuches es por recuperar sus territorios ancestrales. Las mujeres lideran estas luchas de resistencia y son criminalizadas, el gobierno de Boric “progresista” ha seguido el mismo rumbo que su antecesor Pinochet (Jude Let, noviembre 25 de 2022, conversatorio; Torrellas, 2022).
El Observatorio de Derechos Humanos de los Pueblos se une a las luchas contra el apartheid contra la ocupación, despojo, destrucción y muerte del que son víctimas muchos sectores sociales, así como las defensoras y defensores de la Madre Tierra, quienes nos dicen que el Agua, las plantas y el sol son fuentes de vida y al defenderlo para las futuras generaciones son perseguidas y encarceladas. En Bolivia los pueblos originarios, especialmente las mujeres llevan ya más de 35 días de paro contra el sistema racista, machista y fascista de Santa Cruz, en los cuales ha existido violaciones grupales en los puntos de bloqueo, abuso sexual, amenazas a organizaciones e instituciones de mujeres, amedrentamiento por parte de los grupos paramilitares neonazis que defienden los intereses de los poderes fácticos. A las mujeres nativas que luchan contra el patriarcado y el capitalismo antes de matarlas, las violan; el sistema que vivimos está corrompido, las élites tanto religiosas como seglares se aprovechan de la miseria e ignorancia de una sociedad, señala una dirigenta mapuche (2022; María Torrellas, 2022).
En la lucha contra la violencia no se visibiliza lo que las mujeres originarias libran en las comunidades día a día, una lucha desigual, que a la sociedad y al estado no les interesa.
Los pueblos originarios en su derecho a la vida, a la salud, al territorio, han sido afectados profundamente con las políticas terricidas y se encuentran en situaciones de pobreza y extrema pobreza, al ser desplazados de sus espacios de la Madre Tierra que es el único templo que refleja los 7 colores del arco iris, de la Wiphala. Símbolo que nos abraza a todo el territorio de lo que fue el Tawantinsuyu: el Collasuyu, el Chinchaysuyu, el Cuntisuyu y el Antisuyu. Wiphala viene del aymara wiphai, exclamación de triunfo; y laphaqi, objeto que ondea en el viento, el fluir de un objeto flexible. Tiene 49 cuadros que representan a las markas y suyus, es la expresión dialéctica de la evolución de la ciencia y la tecnología, del arte y el desarrollo socio-económico, político y cultural del Tawantinsuyu, representa la cosmogonía de los pueblos, es la integralidad del Pachakamak, principio del orden universal, y Pachamama, la Madre Tierra, el cosmos. Después de los asesinatos de Tupak Amaru y Tupak Katari, la Wiphala fue quemada porque significaba sublevación para los dominantes; sin embargo, continuó flameando en la clandestinidad (López, F. 1992). En el momento actual es nuestro símbolo de resistencia frente a las prácticas político económicas de dominación. Nos podrán volver a quemar no obstante los sueños de liberación están en marcha, continuamos los pasos de luchas, tejiendo en estos tiempos los procesos de unidad y resistencia.
Por eso, a través de los medios alternativos y de comunicadores populares condenamos el toque y represión a los pueblos indígenas, condenamos toda forma de violencia, el racismo de la sociedad y los medios de comunicación que siembran odio hacia los pueblos nativos. Exigimos que los asesinos, agresores y violadores sean juzgados y sentenciados. Ante esta violencia patriarcal sistémica y estructural nuestra tarea es trabajar juntes para derribarlo, ya que así será posible eliminar la violencia. Y es obligación de los gobiernos la redistribución de recursos materiales para la remediación y disminución de la pobreza. Urge considerar que “Erradicar la pobreza no es un acto de caridad, es un acto de justicia” (Nelson Mandela), solamente así podremos vivir en paz y armonía con la Pachamama.
Referencia bibliográfica
III Encuentro de comunicadorxs antiimperialistas, 24, y 25 de noviembre, 2022.
OFRANEH, 2022, noviembre 23.
Bacacela G. S. 2018. Resistencia indígena y popular, hacia la autodeterminación.
Torrellas, María, 24 y 25 de noviembre de 2022, Experiencias de luchas de mapuches en Argentina.
Nativa de Saraguro. pertenece a la nacionalidad Kichwa. Estudió en Zamora en la Escuela de Líderes. Cursó estudios universitarios en Cuenca. Es abogada, tiene estudios en lengua y literatura, es magister de Estudios de la Cultura y un Diplomado en Educación Intercultural Bilingüe. Maestra de secundaria y educación superior, investigadora. Ha publicado varias obras, así como artículos en revistas y periódicos. Ha desempeñado varios cargos vinculados a Educación Bilingüe. Es conductora del programa Ñukanchik llata Kashpa (Nuestra identidad) en la Radio comunitaria de Saraguro “KIPA RADIO”, FM 91.3.