Los conocimientos de los pueblos originarios desarrollados a lo largo de siglos tienen un alto riesgo de desaparición. Se ha borrado las huellas de quienes construyeron y usaron esos espacios y produjeron muchos objetos.
Las cosas en el mundo andino no son una mera representación de la materia, sino tienen un significado y cobran sentido de acuerdo a la importancia y el uso que se les da. La lucha por mantener la memoria, la escritura, la oralidad y las imágenes andinas ha creado tensiones entre lo que significan para nosotras y para los demás -diferentes de nuestra cultura- que lo ven como un simple objeto de mercantilización. La memoria colectiva nos dice que no son solo elementos físicos, sino que tienen un alto grado de simbolismo.
La estructura del pensamiento de los pueblos nativos se expresa en las artes, en los tejidos, así como en la música y el discurso religioso, con ello el tejido de tradiciones que explican la celebración de las festividades.
Los tejidos son la expresión histórica de vida, de acciones y pensamientos de las personas; en ellos, se rebela su filosofía, sus sentimientos y emociones. Entre los tejidos están una gran variedad de tocapus, los mútliples y muy variados diseños que durante los siglos XVI y XVIII fueron representados en tejidos, pinturas, keros y en dibujos de crónicas (De Rojas Silva, 2008). Así, tenemos los tocapuscombi o unkus que son camisetas decoradas con múltiples diseños tipo tocapu, con una decoración geométrica lineal.
Entre los tejidos más usuales tenemos los awayus que son ponchos tejidos en dos mitades o “kallu”. Existen varios términos relacionados con la manera de urdir los hilos y los tejidos en el vocabulario de la lengua Kichwa y la lengua Amara (González, 1993 y Bertonio, 1612) indicando la antigüedad de las prácticas.
Al hablar de las técnicas usadas para tejer las mantas, saltas y ponchos nos lleva a identificar por ejemplo, entre los aymaras de Lupaca-Bolivia, dos tradiciones de textiles diferentes:
El Saaki isallo es un manto listado de negro sobre más negro. Suko llacota, es una manta tejida con hilo torcido, una parte al derecho con la mano derecha, y otra parte con la izquierda.
La sukochatha es una forma de urdir la tela con hijos diversamente torcido. En la cultura Lupaca, el vestido de hombre estaba compuesta de ccahua, que es una camiseta; la llacota, una manta y un tanqa, un sombrero. La mujer lleva un urco o saya, un isallo, manto y una panta, sombrero.
Otro tejido es la waylassa, un textil que se asocia con la danza ritual del Choquela. Se trata de una manta multicolor, cuya superficie es totalmente cubierta de rayas ordenadas según un principio regulador que se realiza alternando cuatro rayas de color.
El pullu/phullu es un textil propio de la zona de Juli, es un tejido rectangular muy fino, está hecho de una sola pieza que se usa como un chal pequeño. Es de color generalmente negro o morado. El phullu tiene pequeñas listitas decorativas en la parte de arriba y de abajo.
La chamarra o chaleco de color negro con flecos de lana de colores y botones metálicos es usada solo por las autoridades y el chullo soltero, que tiene mitad rojo con diseños y mitad blanco; como lo indica su nombre, solo es usado por varones soltero.
La unkuña o inkuña es una pequeña manta o lliklla menor, de color y con diseños, recogida en sus puntas a manera de atado para llevar coca, a veces comida o para usarla en rituales para llevar las ofrendas (De Rojas Silva, 2008).
Los diferentes símbolos y representaciones en los tejidos de la cultura de los pueblos raizales, simbolizan diferentes elementos de su cultura y están plasmados en cada una de sus prendas.
Los diferentes diseños decoran los tejidos, como el aqsu, el poncho de fiesta, las fajas. Cada comunidad y pueblo ha desarrollado y ha definido una vasta riqueza de conocimientos, saberes y prácticas sobre la relación con la naturaleza, el manejo equilibrado del ecosistema, las técnicas de producción eficaces, las formas de la relación socio-afectivas y su propia espiritualidad y enlace espiritual a través de las prendas y las personas.
Los tejidos cañaris tienen una elevada calidad estética y contenidos conceptuales extremadamente complejos que expresan la identidad cañari. En la faja cañari está presente diferentes formas geométricas; de igual forma, en la faja de la “china” del pueblo Saraguro, en alto relieve están las figuras de animales, el cóndor, el puma, los urpis, las montañas y en sus valles las casas y sembríos, está el sentido de dualidad hombre y mujer que representan el kay pacha; las estrellas, el sol, la cruz del sur y la chakana que simboliza el espacio cósmico, el hanan pacha y quizá el ukupacha en donde el símbolo fundamental es la mama amaru que está representada en la sinuosidad de líneas. Así, las fajas de Saraguro y del pueblo cañari son un lenguaje de representaciones que funciona como un sistema semiótico, como son los significantes compuestos por cuadrados concéntricos o con trazos geométricos lineales dentro de sí.
Sus colores son vivos y alegres, expresan el amor, la felicidad con la vida y la armonía con la naturaleza; es decir, expresan el kay pacha. Los procesos sangrientos de colonización destruyeron muchos símbolos, las tradiciones orales, sin embargo, no pudieron destruir los tejidos y diseños de las vestimentas. De ahí que en los tejidos está nuestra historia, el poder y la espiritualidad. En este sentido, al darse el traspaso de mando, el símbolo de poder está en la faja o chumpi que relaciona la fuerza, el origen de la vida y la conexión con la tierra, así como la mujer-madre tiene un vínculo profundo con su hija o hijo a través del cordón umbilical. Por eso, en la tauna (vara) a más de las figuras humanas o de animales y flores siempre está la faja de vistosos colores.
Proceso de aprendizaje del tejido
El aprendizaje de este saber, inicia desde que son muy pequeñas, como hilar la lana se realiza
generalmente cuidando la oveja porque es una técnica que se efectúa de manera espontánea, la
técnica del K’antiy (torcido del hilos) y las otras también se aprenden ayudando y observando. Las niñas y niños, son inducidos a esta actividad, por voluntad y viendo lo que su madre y padre hace.
El aprendizaje del tejido se inicia con la elaboración de una prenda fácil para luego pasar a
otras más complejas; los tejidos sencillos los aymaras lo llaman llanuaway y comprende tukilla, wayaqa, chumpi (fajas) y phullu, que son de una trama sencilla, mientras a los complejos se llaman pallay-away y estarían los chumpis finos, los punchus y aqsus con motivos y diseños ornamentales. Se denomina pallay en un tejido, a las zonas de dibujos o figuras como signos comunicativos. Es una técnica de decoración cuyo procedimiento es el más usado en los contextos andinos donde el arte textil es la actividad productiva (Rodríguez, 2012. p. 251 , 255). En los tejidos sencillos están las fajas. En el pueblo Saraguro se conocen dos tipos: la ñakcha y la faja de la china, esta última es más compleja. Luego los jóvenes aprendían a tejer su propia vestimenta, la de las hermanas, las lliklla, los aqsus y las cobijas. La sabiduría se rebela en los diseños y colores; utilizan el color verde, frojo y rosado más frecuente ya que se considera que son los colores más favoritos de los dioses. Gradualmente según sus gustos, ritmos y habilidades, sin importar la edad, van asumiendo sus propias responsabilidades de aprendizajes para acceder a conocimientos más complejos y se independizan y establecen sus propios diseños (Mostaceno y Medina, s/f. p. 21).
El proceso de aprendizaje es simultáneo – observacional y verbal-, ya que las niñas y niños tienen que abrir los ojos a lo que realiza la madre o el maestro quien teje. Es verbal, porque se les dice lo que deben hacer y cómo hacer.
Los instrumentos para realizar un tejido son primeramente el telar artesanal o telar de cintura; el cual se compone de un sinnúmero de materiales o instrumentos con los cuales puede armarse un tejido. Se inicia con la urdimbre mediante las “tupas” y parantes o también llamada awana tupa o awanatija, luego tenemos la chapircha, illawas, shinyas, pikchis y kallwas.
El entramado de un telar consolida la identidad de la comunidad y de los pueblos, en el que el
aprendizaje, sea de la vida para la vida y que pensamiento y acción estén unidos en el campo fértil;
en el aprendizaje del tejido, se resalta la actuación integral del cuerpo y las herramientas; ninguno es menos importante que otro.
Concluímos resaltando que en el tejido el aprendizaje es observacional y paulatinamente se independizan de acuerdo a sus gustos, ritmos y desarrollo de destrezas. La enseñanza es personalizada de acuerdo a las necesidades e intereses de cada aprendiz; toman en cuenta a cada niña/niño como diferente, pero como parte de la sociedad en sus responsabilidades y derechos que les integra a la sociedad de manera activa, participativa y productiva; a medida que van desarrollando habilidades en el arte de tejer crean sus propios diseños con autonomía y creatividad.
Referencia bibliográfica:
Mostaceno, Dominga y Medina Raquel, s/f. La textilería en el pueblo de J’alca.
Rodríguez, Walter, 2012. La magia del Agua en el Lago Titticaca.
Portada: Foto de De Rojas Silva, 2008.
Nativa de Saraguro. pertenece a la nacionalidad Kichwa. Estudió en Zamora en la Escuela de Líderes. Cursó estudios universitarios en Cuenca. Es abogada, tiene estudios en lengua y literatura, es magister de Estudios de la Cultura y un Diplomado en Educación Intercultural Bilingüe. Maestra de secundaria y educación superior, investigadora. Ha publicado varias obras, así como artículos en revistas y periódicos. Ha desempeñado varios cargos vinculados a Educación Bilingüe. Es conductora del programa Ñukanchik llata Kashpa (Nuestra identidad) en la Radio comunitaria de Saraguro “KIPA RADIO”, FM 91.3.