El sistema penitenciario en Ecuador es deficiente plagado de corrupción e inoperancia que precisamente sirve como pretexto para justificar y dar continuidad a las negligencias que hoy en día podemos evidenciar dieron resultado a las exacerbadas descargas de violencia que se han producido a lo largo de esta semana.
Es inevitable no reconocer las realidades patentes que han posibilitado el estado actual de la crisis en el sistema penitenciario, la sobrepoblación carcelaria que se encuentra 30% sobre su capacidad nos da una idea del manejo complejo que conllevan los centros carcelarios, aunado a esto podemos ver que existen manuales de procedimientos elaborados por Naciones Unidas y otros organismo internacionales que se centran fundamentalmente en la protección de derechos de las personas privadas de la libertad pero no en un manejo eficaz en situaciones de emergencia o contingencias como las que se han producido en nuestro país y dentro de los protocolos nacionales tampoco existe un cuerpo legal que aborde y de correctivos o permita seguir procedimientos en estas eventualidades poniendo en vilo a la población en general. Otro de los factores a los que imprescindiblemente se debe hacer referencia es el hecho de que en nuestro país las cárceles son lo más distante e incluso contrario a centros de rehabilitación social, este juego de palabras es un tecnicismo que no posee cabida en nuestra realidad, en Ecuador hablamos más bien de centros de privación de la libertad, es de sobra conocido que los presos salen con muchas más habilidades delictivas a la vida en sociedad y en lugar de insertarse como individuos rehabilitados en búsqueda de nuevas oportunidades concretan su libertad con problemas mentales de gran envergadura que lógicamente tienen como consecuencia un resentimiento social que se ve en incremento y afecta directamente al cuerpo social.
Las prisiones en el Ecuador también son centros de operaciones criminales que operan a toda carga y en todos los niveles puesto que desde allí se gestan hechos que han horrorizado a la sociedad. Vemos claramente que las estructuras criminales operan desde el interior configurando así las cárceles como centros de operaciones desde los cuales se fraguan toda clase de atentados hacia el exterior, esto se produce especialmente y quizá sea la razón más fuerte por el hecho de que los privados de la libertad cuentan con beneficios como celulares y otros artefactos ingresados desde el exterior, cuando se conoce de la existencia de estos objetos en el interior si es que acaso se llegan decomisar una mínima cantidad sucede que la prensa como el aparato policial actúan como sorprendidos ante una realidad que lógicamente obedece a estructuras que actúan de manera mancomunada, quienes deberían velar por el orden y la seguridad así como también las distintas facciones criminales que operan a lo largo y ancho de nuestro territorio.
La incidencia y poder que tiene los enemigos de la sociedad desde fuera se manifiesta en la influencia que se puede vislumbrar al interior de las prisiones y como puede llegar está a expresarse en hechos que realmente puede solamente tener cabida en un sistema totalmente viciado de corrupción.
Se requiere además estudios de factibilidad responsables con las comunidades circundantes a las infraestructuras dedicadas a ser centros penitenciarios, es incoherente pero además peligroso que estos emplazamientos se encuentren dentro del perímetro urbano y residencial, en esto se puede manifestar la planificación poco pensada, por parte de las autoridades.
Nos encontramos con que se deberían realizar estudios mucho más profundos sobre la población carcelaria por parte de la academia, teniendo en consideración que los índices de violencia así como sus expresiones de esta son diferentes en cada contexto y latitud, por ello es impensable que en una ciudad como Cuenca que no registra un gran número de muertes violentas reciba este tipo de elementos humanos , no se pretende la discriminación con lo antes expresado sino una coherente distribución espacial de esta población. (La ciudad de Guayaquil que entre enero y noviembre del año pasado registró 309 muertes relacionadas a hechos delincuenciales)
La situación en el Ecuador amerita una intervención inmediata pero además es toda una arista pendiente a la que prácticamente caso omiso se ha hecho, entonces dadas las condiciones temporales que nos atraviesan esto haciendo referencia al proceso electoral de abril quien se haga con la presidencia debería contemplar el incluir de manera urgente una intervención a los centros penitenciarios dentro de su plan de trabajo sin embargo una duda queda en el aire ¿tienen estas acciones criminales más poder, influencia y recursos que quienes se supone deben cuidarnos o son dos caras de la misma moneda?
Fotografía: Agencia EFE
Denisse Johanna Carrión Maldonado, estudiante de 7mo semestre de la carrera de sociología por la Universidad de Cuenca ensayista, analista política, investigadora en temas de política nacional, teorías sociológicas y del estado, activista social en defensa de las mujeres en la ciencia, miembro fundador del colectivo Asociación de Madres Universitarias, miembro de la organización política Atenea.