Días atrás hice un interesante ejercicio que consistió en revisar los comentarios a distintas publicaciones en relación al Día del Orgullo LGBTIQ+++ divulgados tanto en medios digitales nacionales como internacionales. En este sentido, me sorprendí con el sinnúmero de juicios cargados de odio, situación que, definitivamente, está fundada en la ignorancia que existe rededor del tópico, como no saber diferenciar entre orientación e identidad sexual o creer que esto es sinónimo de pedofilia. Entre las distintas réplicas, una de las interrogantes más consuetudinarias era la falta de claridad acerca de el porqué se le denomina como orgullo; por allí, alguien decía “orgullo de ser buen hijo, buen estudiante, pero ¿orgullo de ser maricón?”.
Así, esto me llevó a concluir la necesidad de que este día se siga conmemorando a través de marchas, porque el camino para normalizar el modus essendi de la población LGBTIQ+++, en nuestro contexto, aún es largo; esta aseveración la hago y reafirmo como una persona que pertenece a este conglomerado y que en carne propia ha padecido varias situaciones ocasionadas por vivir en una sociedad como la ecuatoriana, la cual se caracteriza por su inherente machismo y forjada en una mentalidad llena de mitos, donde los valores humanistas carecen de popularidad y más bien la escolástica parecería ser la nota con más estelaridad.
Como lo mencioné, de entre todas las respuestas a los “posts”, la de preguntar el por qué sentirse orgulloso de algo así fue la más frecuente y, por ende, la que más me caló, lo que inevitablemente me condujo a reflexionar y hacerme la interrogativa:
¿De qué están orgullosos los LGBTIQ+++?
Pues he aquí mi respuesta, toda una letanía para exponer la mayor cantidad de argumentos posibles, aunque, aún, así me he quedado corto…
-Orgullosos porque somos un colectivo históricamente denigrado y a pesar de esto hemos aceptado nuestra humanidad, logrando avanzar a pesar de los avatares que conlleva nuestra orientación y/o identidad sexual, teniendo en cuenta que vivimos en un país que hasta el año 1997 criminalizaba con cárcel la homosexualidad.
-Orgullosos de que en nuestra infancia muchos niños y niñas, compañeros generalmente, nos denigraron e hicieron a un lado por ser afeminados y, aún, así nos supimos sobreponer a las circunstancias y alcanzar gran parte de los objetivos que nos trazamos.
-Orgullosos porque a pesar del miedo latente de que por ser como somos nos puedan apartar o hacer daño, a muchos no nos importó dicha posibilidad y decidimos abrirnos ante nuestras familias y la sociedad en general, mostrándonos como realmente somos.
-Orgullosos de ser quien somos, porque a la mayoría de gente de mi edad, a la fecha tengo 37 años, nos criaron con un discurso y valores judeocristianos, los cuales en nuestras mentes se posicionaron como el Superyó del que habla Freud y, por ende, en muchos casos hubo y hay gente que tiene la más cruenta lucha con su propia humanidad para aceptarse y desprogramarse de la idea de que el ser LGBTIQ+++ equivale a enfermedad.
-Orgullosos por lo que he acotado y por muchísimas razones más que tal vez la mayoría de personas que comentan de forma peyorativa nunca lleguen a entender, por el simple hecho que nacieron heterosexuales y cisgénero.
A aquellos que se golpean el pecho indignados por esto jamás le dijeron mariquita y le molestaban constantemente, al punto que se volvía tormentoso ir a clases y, aún, así fue necesario pararse y tratar de hacer los sueños realidad en la medida de lo posible, muchas veces a medio gas, porque lamentablemente la comunidad LGBTIQ+++ es de las que posee más problemas de depresión y ansiedad, justamente por vivir en un mundo que no acepta, que denigra y excluye; porque el discurso es “yo no tengo ningún problema, pero…”.
Podría usar mil argumentos más para hacer ver la necesidad de conmemorar esta fecha. A la mayoría de los que comentan desde su comodidad por ser heterosexuales, nunca les hirieron por ser lo que son, mientras que hay otras personas (muchísimas) que han sido y continúan siendo asesinadas por su orientación y/o identidad sexual.
He ahí la respuesta a nuestro ORGULLO y sólo cuando la humanidad entienda que la normalidad yace en la diversidad, dejará de pretender unificar todo y aceptará la diferencia como lo que es; algo sano, bueno y natural.
Humano curioso, observador y pensador innato. Amante de la historia, cultura y geografía. Licenciado en Gestión Cultural por la Universidad de Los Hemisferios (Quito); máster en Historia del Arte por la Universidad de Sevilla (Sevilla); especialista en Gestión de Museos y Centros Culturales por la Universidad del Azuay (Cuenca). Se dedica a la investigación de manera independiente y su área principal de indagación está centrada en la historia arquitectónica, social y cultural de la capital azuaya y sus alrededores.