En la tarde/noche del miércoles 9 de agosto de 2023, nos sorprendió e impactó la noticia de la muerte de Fernando Villavicencio, candidato a la Presidencia de la República, que desde el día de su nominación se veía con posibilidades reales de disputar por el cargo.
Hombre polémico, periodista de investigación que develó muchos casos de corrupción de distintos gobiernos, convirtiéndose entonces en un personaje incómodo para quienes han ejercido el poder, para los que quieren recuperarlo y para algunos de los que aspiran a él, sea en cargos públicos o tras bastidores. No lo conocí personalmente, pero de vistas y oídas no me era particularmente simpático, pero creo hacía bien su trabajo. Ya nunca sabremos si hubiese ganado, ni si de hacerlo hubiese sido un buen presidente.
Lo que pasó el miércoles 9, queda escrito en la historia política y criminal del Ecuador, como en su momento los asesinatos de Abdón Calderón Muñoz en noviembre de 1978 y de Jaime Hurtado González en febrero de 1999, siendo esta, la primera vez –y ojalá la última- que se asesina a un candidato a la presidencia, en campaña electoral y a poco más de una semana de las elecciones.Hechos como el que acabamos de pasar, habían sucedido antes en Colombia (Luis Carlos Galán 1989) y México (Luis Donaldo Colosio 1994), pensamos que nunca pasaría en Ecuador, pues el país era una isla de paz.
Al leer lo que acabo de escribir, me sobrecojo, pues pocos años atrás, juntar política y criminalidad no estaba en elimaginario, no era parte de nuestra realidad, ni siquiera en el invento de una distopía.
Lo que estamos viviendo, la violencia que nos asecha, no es la de la delincuencia común. Se dice que las mafias del narcotráfico han permeado al Estado, sus instituciones, autoridades y varios sectores económicos y de la sociedad en general. A esto se suma la corrupción que a todo nivel campea en el Ecuador, con la que gran parte de la población se ha vuelto tolerante.
Sin duda, alguien mando matar a Villavicencio. Hay muchas preguntas abiertas: ¿qué pasó con la seguridad del candidato?, ¿por qué no iba en un vehículo blindado?, ¿en dónde estaba la policía?, ¿quién pagó a los sicarios? ¿porqué lo mandaron a matar?, etc. etc. Ojalá no tengamos que esperar años para tener respuestas, para que su familia tenga respuestas, para que se sancione a los autores, cómplices y encubridores.
Al ver las imágenes del atentado, pensé en la sangre fría que tienen los sicarios para ejecutar su cometido y me vino a la memoria la novela de ese título –A sangre fría-, escrita por Truman Capote, pero en seguida me asaltó el recuerdo de otra escrita por el colombiano Fernando Vallejo, La virgen de los sicarios, en la que al inicio habla de la sangre que derramará Colombia y que mancha a los sicarios, esta novela fue publicada en 1994, siendo una ficción refleja en mucho la realidad de la Colombia de la época; la leí en el año 2012, cuando el sicariato y las mafias del narcotráfico no se habían instalado –o no del todo- en el Ecuador y entonces creíamos que nunca lo harían, que como dice Vallejo, no se nos iría el país de las manos, ni nos convertiríamos como la Colombia de entonces en un país criminal –como dice en la novela-.
Han pasado los años, ni siquiera tantos, en temporalidad histórica apenas un suspiro, y lo que nunca pensamos que pasaría, pasó. Aunque ya en 2008 Francisco Huerta Montalvo, dijo que Ecuador corría el riesgo de convertirse en una “narcodemocracia” porque había cierta penetración del narcotráfico en las instituciones del Estado.
La responsabilidad de lo que estamos viviendo no es exclusiva del gobierno actual, los que le precedieron tienen la suya, pero el que está en ejercicio –es un decir- debió y debe arbitrar las medidas que correspondan para protegernos.
Frente al vil asesinato de Villavicencio, a la indignación y el llanto de su familia, amigos y seguidores, el gobierno se lamenta, dice condolerse, declara otro estado de excepción, pretendiendo así purgar su inoperancia.
No debe haber más víctimas, no merecemos vivir con miedo.
¿Se nos fue el país de las manos?
¡Debemos recuperarlo!
Portada: foto tomada de https://www.eleconomista.com.mx/
Mujer estudiosa y analítica, lectora atenta y escritora novel. Doctora en Jurisprudencia y Abogada – Universidad de Cuenca, Máster en Gestión de Centros y Servicios de Salud – Universidad de Barcelona, Diplomado Superior en Economía de la Salud y Gestión de la Reforma – Universidad Central del Ecuador. Docente de maestría en temas de políticas públicas y legislación sanitaria –Universidad Católica de Santiago de Guayaquil; en el área de vinculación con la sociedad, legislación relacionada con el adulto mayor – Universidad del Adulto Mayor. Profesional con amplia experiencia en los sectores público y privado, con énfasis en los ámbitos de legislación, normativa y gestión pública.