“(…) Si supieras, Amigo de mi angustia, / como foeteaban cada día, sin falta. “Capisayo al suelo, calzoncillo al suelo”,/ Tú, boca abajo, mitayo. Cuenta cada latigazo” (César Dávila Andrade).
Esta terrible realidad colonial no se ha superado. Continuamos subordinados, invisibilizados desde que nos “encubrieron” bajo el nombre de “descubrimiento”. Las heridas de tanto atropello están presentes porque las políticas de genocidio, explotación, despojo y racismo no se ha superado. Ante esta realidad, los mecanismos de resistencia de los pueblos originarios han sido recurrente. Y hoy como siempre hemos vuelto a levantar los “NADIE”, los que no tenemos NADA, los invisibles porque no hemos sido escuchados en nuestras demandas y propuestas, porque hemos sido burlados en los diálogos. Y estos quince días estamos movilizados y no solo solo los pueblos nativos sino todos los sectores empobrecidos porque ante el hambre y la pobreza no hay paz. La resistencia continuará hoy y siempre, si no se atiende nuestras necesidades, no nos consideran como sujetos de derechos, si no se dan respuestas por parte del Estado ecuatoriano. Y peor un Estado intercultural plurinacional y de paz. Mientras haya pobres marginades excluidas y discriminades; mientras no se reconozca como iguales en derechos y exista la brecha entre ricos y pobres no será posible la convivencia pacífica.
La CONAIE junto con otras organizaciones han presentado propuestas, ha demandado derechos y la atención del Estado; tiene una propuesta para construir un país plurinacional e intercultural; la reivindicación no es exclusiva para los pueblos indígenas, sino para todos les ecuatorianes. Sin embargo, los gobiernos de turno jamás han escuchado.
Las causas de esta postergación y negación son históricas: racismo, subordinación, exclusión y explotación. Esteban Todorov y Cristeva señalan que cuando a un sector se quiere explotar, se tiene que inferiorizar; para inferiorizar hay que desconocerlo, invisibilizarlo (Nelson Reascos, 2022, junio, 24), por eso en la Colonia y hasta mediados del siglo XX no se permitía a los indígenas ocupar lugares públicos, usar transporte ni ira restaurantes. Éramos vistos con “asco” y desprecio. Y seguimos desconocidos por los gobiernos “democráticos” y la sociedad mestiza. Hay desconocimiento de la problemática de los pueblos nativos, de las múltiples realidades, desconocen nuestras estructuras productivas, nuestras formas de vida y cosmovisión, experiencias, historias, culturas y visiones. Si saben no lo procesan o no tienen voluntad de hacerlo. Suponen que son un grupo diferente, superior, que solo ellos son ciudadanos, que tienen derecho al “estado de derechos”. Los indicadores de país señalan que la pobreza sobrepasa el 60%, la mayoría somos pobres y con rostros de mujer, hay mortalidad infantil, desnutrición de niñes, en la pandemia trescientos mil estudiantes desertaron de centros educativos.
Estos problemas y las inequidades profundas de los pueblos originarios son razones suficientes para que los sectores sociales organizados se hayan levantado liderado por la CONAIE porque los 10 puntos de demandas son incluyentes tienen que ver con economía, producción, estabilidad y fuentes de trabajo, seguridad, salud, educación, entre otros. El gobierno en lugar de brindar atención criminaliza, sataniza y termina calificándonos de vándalos, salvajes. O sea, si reclaman y se muestran como sujetos de derechos, enseguida aparece la criminalización. El sector indígena es calificado de violento, de irascible.
El racismo ha explotado y está a flor de piel en las redes sociales, en los medios de comunicación y en los discursos de los políticos-politiqueros y en los minúsculos grupos de poder económicos. Expresiones racistas de toda índole que rayan en xenofobia y “asco”. Dicen que debemos estar en los páramos; se cree que solo estamos en las áreas rurales y que en los levantamientos llegamos a la capital y a las ciudades. El Alcalde de Quito al igual que la Alcaldesa de Guayaquil dicen que van a blindar sus ciudades para impedir que lleguen los indígenas, desconociendo que allí ya viven millones, siempre estuvieron allí y que fueron dueños ancestrales antes que los mestizos; y por eso, más de 500 mil indígenas salieron a protestar. En Quito viven miles de indígenas de todas las provincias ejerciendo oficios en diferentes profesiones y en campos de trabajo, han aportado para el engrandecimiento de las ciudades.
La criminalización, la marginalización son reflejos del desprecio y por ello tratan de borrarnos, cuando en realidad estudios de ADN señalan que la población del Ecuador en un 70% son de origen de pueblos nativos (Mónica Mancero 2022). Sino que por racismo se niega esta realidad, no se dan cuenta que tienen las mismas características de piel, de costumbres, hasta en el habla hay expresiones de lenguas nativas.
La población mestiza racista tiene un mismo fenotipo parecido que nosotros y les gusta nuestras fiestas, pero eso desconocen. Piensan que son blancos de sangre azul, se piensan ajenos al mundo indígena en cuanto a cultura y al fenotipo (Reascos, 2022, junio).
En su afán de borrarnos las estadísticas oficiales disminuyen cuantitativamente la población indígena, nos dicen que somos un minúsculo grupo, los políticos dicen que una minoría quieren imponernos; “minúsculo grupo que atenta nuestros derechos. Se debe ir al uso progresivo de la inteligencia…” (Diego A. Cordero, junio 2022), expresiones sigilosas que califican a los pueblos nativos como sin inteligencia e ignorantes. La UNESCO señala que Ecuador tendría alrededor del 38%, de pueblos nativos. Suponiendo que seamos pocos, acaso nos tenemos los mismos derechos de tener una vida digna. Y en realidad, no es así, somos muchos, existimos mayoría en las provincias de Azuay, Cañar, Chimborazo, Cotopaxi y en la Amazonía. Entonces por el racismo, el desprecio, nos aminoran cuantitativamente. Se nos oculta a la población nativa en toda Latinoamérica.
En el mundo intelectual y la Academia, los pueblos nativos somos objetos de sus investigaciones para titulaciones, posgrados y méritos en revistas científicas, para adornos de cuadros y museos, para tomarse fotos, para disfrazarse, pero cuando rompemos el silencio y exigimos derechos nos niegan el derecho a la resistencia y somos delincuentes, terroristas, prepotentes, abusivos, violentos, infantiles, borregos, manipulados, ponchos dorados, dialoguen pronto ya estoy cansado de cocinar en leña. Afirmaciones sin sentido, son muestras de un racismo muy profundo.
Racismo, desprecio, invisibilización son reproducidos con frecuencia por los medios de comunicación que como su palabra dice son llamados a “ser mediadores”; sin embargo, no son mediadores, están llenos de actividades en contra de los pueblos y nacionalidades, dan espacios para que socialicen el racismo, en cambio se niegan o se limitan esos espacios para las comunidades y sus voceros. Los medios de comunicación urbanos y de los grupos de poder nos muestran como agresivos, violentos, vándalos, villanos. Estos medios urbanos no muestran nuestra realidad, nuestros rostros, nuestras necesidades. Estos medios no tienen conocimiento de los pueblos y nacionalidades, “existe mediocridad en la formación, con excepciones, hay desconocimiento, no han estudiado comunicación, los actores políticos no provienen de las ciencias sociales” (Reascos, ibidem); es decir, hay un vacío intelectual, no hay profesionales que conozcan de los pueblos nativos, no entienden nuestra filosofía, en eso el rol del sistema educativo siempre es invisibilizarnos. Por eso pedimos una educación intercultural de calidad para la población mestiza, no solo para las nacionalidades porque nosotres ya somos interculturales, lo que falta ser interculturales es a la sociedad mestiza, que descolonicen su saber y poder. Los periodistas circulan expresiones del gobernante Lasso que nos dice “vándalos no pueden poner en peligro la vida de ciudadanos”. Por tanto se ha desplegado el racismo institucional de Estado, desde el presidente Lasso, desde el ministro Carrillo y todos su mandos, “han generado un odio en contra de las personas que visten de poncho, anacos, de no ser blancos” (Ninari 2022). Esos discursos generan la vulneración de derechos. Los “chapas” patean las ollas comunitarias en los sectores de resistencia. Se han hecho presente visibles sentimientos fascitas (Ninari, 2022) en los sitios de resistencia de “estos ciudadanos del bien” que gritan “dejen trabajar” “vagos, ignorantes”, que marchan por la “paz con pistola en mano”.
Los derechos que hemos alcanzado han sido vulnerados, se ha incrementado el odio racial y se siente un retroceso de derechos porque hay inseguridad, miedo de ocupar las calles. Antes por miedo a estos patrones se tenía que sacar el poncho, el anaco; por racismo muchos compañeres han tenido que autonegarse, se esconden, se encubren, se han mimetizado para no sufrir maltratos. Se pensó que se había superado, pero no, los hombres llamados “fachos” en motos en Tumbaco-Quito sacaron armas de fuego para disipar a los comuneros para impedir que bajen de las comunas (Ninari, 2022). Esta estrategia de los neonazis también se vivió en Cuenca. Son grupos de “burgueses asustados porque el pueblo se ha levantado reclamando sus derechos” porque tienen miedo de perder el poder, ese poder patriarcal, racista y clasista. Los pueblos y nacionalidades no tenemos ninguna seguridad, ni protección por las instituciones que dicen tener este rol. Seguridad y protección es para los grupos privilegiados y no para los sectores racializados.
En estas circunstancias, mantener un diálogo no tiene garantías porque los pueblos y nacionalidades hemos venido exigiendo y dialogando; sin embargo, no se ha dado importancia. Reascos señala que se firmaron 22 acuerdos, y ni uno solo se cumplió, con Moreno se firmó la derogatoria del Decreto 883 (2019) y no se cumplió, aprovechando la pandemia dispuso el alza de combustibles. Por eso es necesario tener garantías para que los acuerdos se cumplan. Se respete y nos considere el Estado ecuatoriano como sujetos de derechos, que los pueblos nativos estuvimos antes que los criollos y mestizos, nuestras tierras nos pertenecían con anterioridad. Los gobernantes deben garantizar la paz con una mejor atención a la población, responder a las demandas de los sectores racializados, ser gobernantes para todos, en un país multidiverso.
Finalmente, hay una población pasiva para construir una alternativa real al sistema político y económico actual; no obstante, hay sectores oportunistas que quieren aprovechar de nuestras luchas bajo el pretexto que nos apoyan; cínicos que callaron durante más de quince años y aplaudieron la represión, los ataques sistemáticos de los gobiernos de entonces.
Concluyo retomando al poeta Dávila: Regresamos desde los cerros desde las boca minas donde moríamos en rosarios. Regreso. Regresamos y regresaremos cada vez más, y en millones.
Los pueblos originarios y nacionalidades no somos vándalos, terroristas ni delincuentes. Los vándalos y violentos son los que generan la desigualdad social, y cuando hay hambre, miseria, pobreza y exclusión no hay paz ni democracia; y cuando hay racismo no se puede avanzar en la construcción de un Ecuador en paz, amor, armonía y con equidad.
Nativa de Saraguro. pertenece a la nacionalidad Kichwa. Estudió en Zamora en la Escuela de Líderes. Cursó estudios universitarios en Cuenca. Es abogada, tiene estudios en lengua y literatura, es magister de Estudios de la Cultura y un Diplomado en Educación Intercultural Bilingüe. Maestra de secundaria y educación superior, investigadora. Ha publicado varias obras, así como artículos en revistas y periódicos. Ha desempeñado varios cargos vinculados a Educación Bilingüe. Es conductora del programa Ñukanchik llata Kashpa (Nuestra identidad) en la Radio comunitaria de Saraguro “KIPA RADIO”, FM 91.3.