Se llama rana de potrero y su nombre científico es Hyloxalus vertebralis. Según el libro Anfibios urbanos de Cuenca (Siavichay et al., 2016), se trata de un anfibio endémico del Ecuador y se halla en peligro crítico; prefiere lugares con vegetación herbácea, debajo del kikuyo, entre raíces que le brinden refugio. Presenta cuidado parental por parte del macho que se encarga de vigilar los huevos hasta su eclosión y transporta las larvas en su dorso hasta una fuente de agua corriente cercana y segura. Se les encuentra en grandes grupos y en la mañana es fácil distinguir la vocalización permanente de los machos de una sola nota que parece el piar incesante de un polluelo. Son importantes depredadores de insectos. Los autores señalan que dentro de la ciudad de Cuenca, se la registró en jardines y lotes baldíos con vegetación alta, pastizales y chacras. El libro reporta fotografías de individuos registrados en la Ciudadela Álvarez y la Zona Rosa. Asimismo, se detalla que las principales amenazas para la ranita son la pérdida y destrucción del hábitat, la contaminación ambiental y el cambio climático.
El peligro inminente de la Zona Rosa
Con respecto a este sector es preciso mencionar que en el predio donde se encontraron ranitas de esta especie en 2016, la vegetación era abundante, con varios arbustos y arbolitos, como se puede apreciar en la siguiente fotografía (Siavichay et al., 2016):

Desde aquella imagen ha transcurrido casi una década. No obstante, esta población ha sobrevivido pese a la alteración de la vegetación, la construcción del tranvía y, una sequía de más de 150 días durante 2024. Aún en estos tiempos es posible escuchar su vocalización.

Estado actual (julio de 2025) del predio de la Zona Rosa donde se registró una población de rana del potrero.
Sin embargo, la población de ranas de potrero de la Zona Rosa corre el peligro crítico de desaparecer debido a la construcción de un gran proyecto del Banco de Guayaquil (incluye banco, hotel y edificio de departamentos) presentado con bombos y platillos el pasado abril y que contó con la presencia del mismísimo alcalde Zamora. En los discursos se mencionan una serie de “ventajas” como dinamización, gimnasios, restaurantes y lugares de comercio, ¿acaso están pensando en el bienestar de las personas que viven en los alrededores, en la congestión vehicular que ya es un problema grave, en la conservación de la biodiversidad, en la supervivencia de esta especie? No, sin duda no…
A causa de una serie de fallas y errores contenidos en el PDOT y PUGS, la ordenanza de su aprobación fue derogada, por lo que no existe una certeza en cuanto a la planificación.
Así que como habitantes de Cuenca nos asaltan varias inquietudes: ¿está permitido construir enormes edificios en la ciudad o, en su lugar es más fácil cobrar multas irrisorias? ¿Existe algún tipo de política pública que vele por la conservación de nuestra biodiversidad de forma integral? ¿Habrá alguna medida que remedie este atentado contra el patrimonio natural de Cuenca? ¿Los ediles, directores de la CGA o la EMAC leen la valiosa información producida y, a partir de ellos se generan acciones y ordenanzas acordes a la protección efectiva? ¿Existe un diálogo interdisciplinario entre funcionarios y “expertos”? O acaso, ¿lo único que importa es el espectáculo y el circo?
Una propuesta indecente
En un arrebato de lucidez y verdadero-amor-por-Cuenca, ¿no podría el municipio comprarle el terreno al banco de marras y crear allí un verdadero paraíso natural no solo para las ranitas sino para la ciudad en general? Eso sí sería un acto de defensa de la ciudad, el patrimonio y la vida.



Bióloga por la UDA. Master en estudios interdisciplinarios en sostenibilidad ambiental, económica y social, por la Universidad Autónoma de Barcelona. Integrante del Colectivo Yasunidos Guapondelig y de la Plataforma Ecuador Decide Mejor sin TLC.