Siento que hay un aire de esperanza sobre sobre los aprendizajes o cambios de comportamiento ambiental que tendremos en esta pandemia, pero quizá haya que bajar las expectativas y textualmente “poner los pies sobre la tierra”. Durante esta pandemia se estima que a nivel global usamos 129 billones de mascarillas mensuales y unos 65 billones de guantes, ojo, estamos hablando de billones, no millones y un gran porcentaje de estos ya están en nuestros ecosistemas marinos. (BBC, 2020).
¿Qué requerimos para hacer los cambios que la vida requiere? Primero, es necesario reconocer que nuestras acciones responden en gran medida a un automatismo, una programación casi robótica que tiene bases evolucionistas, un cerebro perezoso que rehúye de cualquier cambio que implique esfuerzo mental, y que busca satisfacción inmediata y para el cual es difícil visualizar el futuro (Kahneman, 2011). A este cerebro también le es difícil reconocer la interdependencia de todos los seres, aspecto esencial para la sostenibilidad desde donde sea que miremos a esta idea, es que no ver la interdependencia es el gran velo de la humanidad que varias disciplinas orientales han abordado. Es tanto así que, de acuerdo con el Budismo Zen, poder mirar y sentir la interdependencia es la misma iluminación. (Meneses, 2017)
Luego, reconocer también los seres humanos están adaptados a comportamientos cooperativos. (Warneken, Chen, & Tomasello, 2006) Después de algunos experimentos se ha demostrado el altruismo de los niños y que en cierta medida la capacidad de mirar la interdependencia es justamente lo que caracteriza a nuestra especie. Enfrascados en nuestra mirada crono céntrica sumada a la invasión de las redes sociales, creemos que vivimos en un mundo egoísta y siempre ha sido así, mas el 99% de la existencia de la humanidad ha transcurrido en condiciones de equidad y cooperación.
Reconociendo con humildad que hasta cierto punto somos un “robot” esclavos de nuestros impulsos y que sólo podemos procesar y reflexionar sobre una limitada cantidad de información, podríamos quizá orientar mejor nuestras acciones fundamentadas en la interdependencia y la cooperación como aspectos esenciales para la sostenibilidad. Digo esto porque la conducta ambiental debe ser deliberada para considerarse sustentable (Corral Verdugo, 2010), si no pasa por ese filtro de reflexión, los cambios serán tan efímeros como las dietas de este nuevo año 2021.
Reflexionando sobre nuestra querida Cuenca, la EMAC EP reporta que se barre 800 km cada día, sí, ¡¡¡800 Km!!!, en los mercados se barre y se limpia 16 horas al día ¡¡¡Sí, 16 horas!!! (EMAC, 2020), no se hasta qué punto esto es un indicador positivo o negativo. ¿Tanto nos cuesta a los cuencanos poner la basura en su lugar? Y de las 520 toneladas de residuos que llegan al día a nuestro relleno a Pichacay, solo un pequeño porcentaje es reciclado por aproximadamente 600 mujeres y sus familias quienes son apoyados por los iluminados ciudadanos que reconocen la interdependencia y hacen ese esfuerzo fundamental de separar los residuos en la funda negra y la celeste. Y aquí regreso al problema de fondo: ¿Por qué no podemos ver la interdependencia? ¿Por qué se nos hace tan difícil reconocer que cada cosa que llega a mis manos o que me meto en la boca tiene una historia, gente, energía e intención detrás?
Cuenca no será mejor porque se barran más kilómetros de vía, sino porque ensucie menos, porque podamos optar por la eficiencia y la frugalidad a través de un estilo de vida de “simplicidad voluntaria” y, si bien se requiere una base económica y de consumo para lograr bienestar esta es mucho menor de lo que creemos o imaginamos. “Consumir menos, de manera voluntaria, produce bienestar psicológico (contrario a lo que se piensa, promueve y practica)” (p:87 Corral Verdugo, 2010) Sabemos que el consumismo tiene bases evolucionistas ya que posibilitan la supervivencia y obtención de pareja, claramente demostrada en esa correlación positiva entre marketing y sexo. Si bien en gran parte somos instinto y estamos arraigados a los impulsos del cuerpo, también somos consciencia y deliberación, donde reside la divinidad.
Siento que hay gente hermosa, con mucha consciencia y que apuesta por una construcción social coherente con nuestra capacidad humana, de éstas personas vale rodearse. Estos procesos culturales aunque tomen tiempo son necesarios, recojo el concepto japonés de mottainai, que es un sentimiento de pena o tristeza debida al desperdicio de recursos, con bases en el budismo. Va desde comprar lo que realmente necesitamos, pasando por la industria, hasta actos más sencillos como no dejar comida en el plato (Sirola et al, 2019) El contexto cultural importa, más allá del modelo económico, de tal forma que el trabajo es a todo nivel.
“El cambio súbito prevalece”
Proverbio japonés
¿Podemos generar estos cambios? Si, podemos hacerlo porque somos organismos altamente adaptables. Eso sí, no se cuando. Lo importante en todo caso es la dirección y la actitud deliberada que cada uno tome, apostando por sobrepasar los automatismos. En esta pandemia, como hace milenios, hemos visto que de manera colectiva garantizamos alimentación y protección contra otros depredadores (o virus). También como lo hicimos en el pasado, juntos mejoramos la supervivencia en condiciones ambientales severas, lo volveremos hacer en la lucha climática de la Tierra que gentilmente nos acoge.
Algunas acciones puntuales para romper con los automatismos pueden ser sorprenderme a mi mismo cambiando mis rutinas e incomodarme deliberadamente (comer o cepillarse los dientes con la mano izquierda) tomar otro camino al regresar a casa, caminar descalzo sobre la tierra, meditar, o quizá, aunque suene como un acto de locura: no comprar eso que tanto quiero y que puedo pagar.
Referencias:
BBC. (2020). Coronavirus: “The masks you throw away could end up killing a whale.” Retrieved from https://www.bbc.com/news/av/science-environment-53287940
Corral Verdugo, V. (2010). Psicología de la sustentabilidad. Un análisis de lo que nos hace pro ecológicos y pro sociales (Primera Edición). México: Trillas.
EMAC, E. M. de A. de C. (2020). Rendición de cuentas EMAC 2019. Cuenca, Ecuador. Retrieved from www.emac.gob.ec
Kahneman, D. (2011). Thinking, fast and slow. London : Allen Lane.
Meneses, B. (2017). Zen, una manera de vivir. (H. Ramos, Ed.) (Primera Ed). Quito: Editorial Ecuador.
Sirola, Noora; Sutinen, Ulla-Maija; Närvänen, Elina; Mesiranta, Nina; Mattila, Malla. 2019. “Mottainai!—A Practice Theoretical Analysis of Japanese Consumers’ Food Waste Reduction” Sustainability 11, no. 23: 6645. Warneken, F., Chen, F., & Tomasello, M. (2006). Cooperative Activities in Young Children and Chimpanzees. Child Development, 77(3), 640–663. https://doi.org/https://doi.org/10.1111/j.1467-8624.2006.00895.
Mis objetivos profesionales es ser un académico y un ciudadano de excelencia. Investigar y tomar acciones para que las decisiones políticas de conservación en el Ecuador y la región sean basadas en evidencia, garantizando el capital ambiental crítico para la sustentabilidad y los derechos de la naturaleza. Aspiro a tener cada día una visión más integradora de los aspectos económico, ambiental, social y espiritual para el desarrollo sustentable planetario y aportar en la evolución humana. Estudios en la Escuela de Economía y Política de Londres. Biólogo graduado en la Universidad del Azuay. Abogado por la Universidad Técnica Particular de Loja. Docente y Miembro de la Junta Académica de Facultad de Ciencia y Tecnología, Escuela de Biología. Universidad del Azuay.