La palabra navidad, proviene del latín nativitas, que significa nacimiento, y en la cosmovisión cristiana se refiere al nacimiento de Jesucristo, y su conmemoración a lo largo de los tiempos. Pero en su connotación más amplia y universal, se pone énfasis en el significado de nacer, esto es, brotar, germinar, surgir, y con ello, la aparición de lo nuevo, el cambio y la renovación, y por lo mismo, de esperanza de realización de ideales y utopías en la vida personal, familiar y social.
Por ello, en tiempos de renovación, aprovechamos la oportunidad para saludar cordialmente, es decir, saludar desde nuestro corazón, desde lo más íntimo y profundo de nuestro ser, con los mejores sentimientos y deseos que afloran del afecto y la amistad.
Lastimosamente en el país, la natividad, una vez más, la conmemoramos en un contexto de violencia e inseguridad, agudizada esta vez, por la desaparición de cuatro menores de edad: Ismael y Josué Arrobo, Saul Arboleda y Steven Medina, hecho ocurrido el 8 de diciembre del 2024, en el barrio las Malvinas de Guayaquil, que según la información fueron detenidos por una patrulla militar.
Este hecho de la desaparición de los cuatro adolescentes, que ha causado convulsión en el país, debe ser investigado a profundidad, con total independencia de intromisiones políticas vengan de donde vinieran, y no puede quedar en la impunidad.
Causa repugnancia que se pretenda utilizar políticamente el caso en una época donde, ya en los hechos, se ha iniciado la campaña electoral, por lo que el gobierno, la fiscalía y los jueces deben extremarse en la búsqueda de la verdad y el establecimiento de responsabilidades de todo orden.
El tiempo apremia, los familiares de las víctimas desaparecidas y la sociedad entera, demandan acciones claras y urgentes para la investigación y el procesamiento judicial, en donde no puede darse ningún espíritu de cuerpo que interfiera la justicia.
El hecho es gravísimo, nada puede quedar en la impunidad, está en juego la entereza y profesionalismo de las fuerzas armadas, y cualquier actitud puede lesionar su institucionalidad, lo que terminaría favoreciendo a la propia delincuencia, cuyo combate exige hacerlo en nel marco de la ley, sin contaminaciones perversas.
A la criminalidad se le debe enfrentar con la Constitución y las leyes en la mano, con el apego a la verdad y el ejemplo, para no abonar la violencia y la descomposición social e institucional, razón por la que los servidores públicos, más aún la policía y las fuerzas armadas, deben extremarse en actuar con todo el profesionalismo, alejados de toda intromisión o afán politiquero interesado en generar percepciones alejadas de la objetividad y de los verdaderos intereses de la ciudadanía.
A pesar de estos gravísimos acontecimientos que causan indignación y repudio social, es necesario que todos los ecuatorianos recuperemos nuestro rol de ser los primeros fiscalizadores del poder público y demandar siempre el respeto al derecho y los derechos, base para una convivencia civilizada, creando verdaderas condiciones de seguridad que hagan posible salir de esta crisis total que estamos enfrentando.
Esperemos que esta navidad sea un espacio de reflexión sobre nuestras responsabilidades como ciudadanos y nuestra corresponsabilidad en la construcción de un país con justicia social, inclusivo y convivencia armónica con la naturaleza.
Portada: foto tomada de https://n9.cl/m22pse
Asesor jurídico, articulista de “El Mercurio”. Participa en algunas organizaciones ciudadanas como el Cabildo del Agua de Cuenca, el Foro por el Bicentenario de Cuenca y en una comisión especial para elaborar el Sistema Nacional Anticorrupción.