La precarización de las condiciones de vida de los derechos humanos fundamentales como son el derecho a la salud, a la educación, al trabajo, el derecho a la tierra, es el reflejo de la explotación, opresión y desigualdad que persiste y que de manera directa incide en no alcanzar la autonomía física, económica y en la toma de decisiones.
Dorotea Wilson
El Decenio Internacional de los/as Afrodescendientes(enero 2025-diciembre 2024) busca concretar los compromisos y obligaciones que tienen los Estados y la sociedad civil en la resolución de los problemas estructurales que reproducen la exclusión y la discriminación de las poblaciones afrodescendientes(CEPAL, 2018). Para la Asociación Red de Mujeres Afrolatinoamericanas, Afrocaribeñas y de la Diáspora (ARMAAD, 2018) se trata de visibilizar la situación que enfrenta la población afrodescendiente, sensibilizar a la sociedad y gobernantes e implementar políticas públicas orientadas a transformar aquella realidad. No obstante, el análisis de los indicadores en torno a las condiciones de vida de la población afrodescendiente en América Latina y el Caribe da cuenta de profundas desigualdades de género, clase social y condición étnico racial. En el presente trabajo se identifican algunas tendencias regionales en torno a la autonomía económica (tasas de ocupación en el mercado laboral), autonomía física (mortalidad materna,embarazo adolescente y violencia contra las mujeres) y autonomía en la toma de decisiones de las mujeres negras.Se destacan los datos referidos al Ecuador.
1.Autonomía económica de las mujeres afrodescendientes: desigualdades laborales y brechas en el empleo
De acuerdo con la CEPAL, las condiciones de vida de las mujeres en la economía y en la esfera del trabajo están “marcadas por la división sexual del trabajo, la disparidad salarial, la asimetría del tiempo total de trabajo y la experiencia de la discriminación y del acoso sexual en el empleo” (2018: 24). Las mujeres presentan menores tasas de ocupación en el mercado de trabajo, que se profundizan de acuerdo con la condición étnico-racial; en efecto, las mujeres afrodescendientes representan el grupo poblacional más afectado por el desempleo en el mercado laboral. Si bien en la última década la presencia de las mujeres afrodescendientes en los niveles más calificados de educación ha aumentado, sus logros educativos no se ven reflejados en el mercado laboral; las mujeres afrodescendientes tienen menores probabilidades de estar empleadas en puestos que exigen alta formación y capacitación, lo que supone percibir menores ingresos. Las poblaciones racializadas siguen ocupando puestos de menor prestigio y mayor precariedad. Se sigue naturalizando la presencia de las mujeres afrodescendientes en los lugares y roles más bajos del mercado laboral. Así, las mujeres afrodescendientes son mayoría en el trabajo doméstico remunerado, en comparación con las mujeres no afrodescendientes(CEPAL, 2018).
En el Ecuador, la tasa de desempleo de mujeres afrodescendientes es de 10.8 frente a 6.3 de mujeres no afrodescendientes. Las mujeres afrodescendientes tienen menor presencia en cargos profesionales y técnicos, con una brecha de 9,4 puntos por debajo de las mujeres no afrodescendientes. Una de cada cinco mujeres afrodescendientes se encuentra ocupada en el trabajo doméstico remunerado, sometidas a condiciones de trabajo precarias, lo que las sitúa en una clara desventaja respecto de mujeres en otras categorías laborales (CEPAL, 2018).
2.Autonomía física de las mujeres afrodescendientes: derechos sexuales y reproductivos y violencia de género
De acuerpo con la CEPAL (2018), la autonomía física de las mujeres se expresa en dos dimensiones principales de la ciudadanía: los derechos sexuales y reproductivos y el derecho a una vida libre de violencia, lo que se relaciona con la libertad y la autonomía sobre sus cuerpos, sobre el que cada mujer debe tener la potestad y capacidad de tomar decisiones en forma libre.
Las mujeres afrodescendientes enfrentan una serie de barreras en el acceso y en la atención de salud. Aunque la tasa de mortalidad materna se ha reducido en la mayoría de los países de América Latina y el Caribe en las últimas dos décadas, sigue siendo bastante alta para las mujeres afrodescendientes, lo que muestra la persistencia de profundas desigualdades. En el Ecuador, la mortalidad materna de las mujeres afrodescendientes es casi 4 veces superior al total nacional (CEPAL, 2018).
El porcentaje de adolescentes afrodescendientes de entre 15 y 19 años que son madres se mantiene en niveles elevados y, en general, supera el porcentaje de maternidad de adolescentes no afrodescendientes. Este fenómeno se agrava con la intersección entre la condición racial y otros factores, como la situación socioeconómica y los niveles de escolaridad. El Ecuador presenta las mayores tasas de maternidad para las jóvenes afrodescendientes: una cuarta parte de estas son madres. El país registra la mayor brecha entre mujeres de ambos grupos étnico-raciales, del orden de 8,6 puntos porcentuales en desmedro de las jóvenes afrodescendientes. Además, las jóvenes afrodescendientes que cuentan con menos de cinco años de escolaridad representan el grupo con mayores tasas de maternidad temprana (CEPAL, 2018).
La violencia contra las mujeres afrodescendientes, como expresión del patriarcado y el racismo, las expone a mayores niveles de vulnerabilidad. Datos del Ecuador demuestran que las mujeres indígenas y afroecuatorianas son las que más han sido víctimas de violencia, con una diferencia significativa respecto de las mujeres que se autoidentifican como blancas y mestizas (CEPAL, 2018). En el Ecuador, según el INEC (2019), las mujeres afrodescendientes son víctimas de violencias en mayor proporción: 33,7% en el ámbito social (32,6% nacional), 21,9% en el educativo (19,2% nacional), 21,4% en el laboral (20,1% nacional). El 49,2% de las mujeres afrodescendientes ha sufrido violencia gineco-obstétrica frente al 47,5% nacional, dato superado únicamente por las mujeres indígenas (70,0%).
3.Autonomía en la toma de decisiones: subrepresentación y violencia política contra las mujeres afrodescendientes en América Latina
La autonomía de las mujeres en la toma de decisiones tiene relación con su presencia en los distintos niveles de los poderes del Estado, su plena participación en la vida pública, en espacios de participación, elaboración y definición de políticas, así como la construcción de liderazgos en el espacio comunitario – en la búsqueda de mejores condiciones de vida (CEPAL, 2018).
La autonomía en la toma de decisiones de las mujeres afrodescendientes ha sido una de las prioridades de la mayoría de las organizaciones de mujeres negras de América Latina. En siete de los países con mayor población afrodescendiente de América Latina, la baja presencia de mujeres negras en los parlamentos refleja su exclusión de los partidos políticos y de las coaliciones, así como los problemas de reconocimiento que tienen cuando llegan a ser parte de estas instancias. Las mujeres afroecuatorianas no están adecuadamente representadas en los espacios de elección popular (CEPAL, 2018).
“Finalmente, es necesario enfatizar que mientras no se visibilice y haga cesar el fenómeno cruel de la violencia política, no habrá posibilidad de garantizar la plena participación de las mujeres, principalmente de las afrodescendientes, en las instancias decisorias del Estado. Cuando mujeres que históricamente han sido sometidas a ocupar puestos subalternos se atreven a salir de este ‘lugar natural’ (Gonzalez, 1979) y disputar el poder político con otros grupos no subalternos, son comunes las represalias y los intentos de detener el avance social” (CEPAL, 2018: 78).
A modo de conclusión:
Desigualdades interseccionales: luchas sociales y desafíos institucionales para garantizar la autonomía de las mujeres negras/afrodescendientes
Los resultados de la Encuesta nacional sobre relaciones familiares y violencia de género contra las mujeres destacan una preocupante realidad para las mujeres negras en el Ecuador. Mientras que 65 de cada 100 mujeres han experimentado algún tipo de agresión a lo largo de su vida, esta cifra se eleva a 72 de cada 100 entre las mujeres negras. La violencia que enfrentan en mayor proporción en los ámbitos social, educativo, y laboral, no es un fenómeno aislado, sino una manifestación de las múltiples barreras que limitan su autonomía económica, física y en la toma de decisiones.
Las mujeres negras enfrentan una precarización sistemática de sus condiciones de vida, reflejada en su sobre representación en empleos de baja calidad y su exclusión de espacios de poder y decisión. Esta realidad perpetúa su dependencia económica y su vulnerabilidad frente a diversas formas de violencia, como la violencia obstétrica y la violencia sexual, que atentan directamente contra su autonomía física. La baja presencia de mujeres negras en posiciones de liderazgo y en espacios de toma de decisiones subraya las barreras que enfrentan para ejercer su autonomía en este ámbito.
El análisis interseccional de esta situación debe focalizarse en cómo las opresiones raciales, de género y de clase se entrelazan y refuerzan mutuamente, limitando las oportunidades de las mujeres negras para alcanzar una verdadera autonomía. No es posible separar o jerarquizar estas formas de opresión; más bien, deben ser entendidas como superpuestas y mutuamente constitutivas (Viveros Vigoya, 2016).
Además, este análisis debe reconocer y visibilizar los temas específicos que constituyen el legado de lucha de las mujeres negras, como su vulnerabilidad a las agresiones sexuales, la representación de la mujer negra en el imaginario social, y su exclusión de los espacios de decisión. Estas vivencias y luchas forman parte del saber colectivo y del “punto de vista” de las mujeres negras como grupo (Hill Collins, 2012) y son esenciales para efectivizar las responsabilidades que tienen los Estados y la sociedad civil y avanzar hacia una sociedad más justa.
Referencias
Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) (2018). Mujeres afrodescendientes en América Latina y el Caribe. Deudas de igualdad. Santiago.
Asociación Red de Mujeres AfrolatinoamericanasAfrocaribeñas y de la Diáspora (ARMAAD) (2018). Foro Internacional. A cuatro años del Decenio de los y las Afrodescendientes. Managua.
Hill Collins, P. (2012). Rasgos distintivos del pensamiento feminista negro. En: Sojourner Truth y otras, Feminismos negros. Una antología. Madrid: Traficantes de Sueños, p. 99-134.
INEC (2019). Encuesta nacional sobre relaciones familiares y violencia de género contra las mujeres (ENVIGMU). Boletín.
Viveros Vigoya, M. (2016). La interseccionalidad: una aproximación situada a la dominación. Debate Feminista 56, 1-17.
Doctora en Jurisprudencia por la Universidad de Cuenca. Obtuvo un Maestría en Género y Desarrollo en la misma universidad. Posee un Doctorado (Phd) en Derecho por la Universidad Andina Simón Bolívar. Fue Directora del Instituto Nacional de la Niñez y la Familia, en Azuay, Cañar y Morona Santiago. Secretaria Ejecutiva del Concejo Cantonal de la Niñez y Adolescencia de Cuenca. Se desempeñó también como Jueza Provincial de Familia, Mujer, Niñez y Adolescencia del Azuay. Laboró en el Municipio de Cuenca y en el Gobierno Provincial del Azuay. Autora de artículos y libros sobre derechos y género. Ha participado como ponente y coordinadora en seminarios nacionales e internacionales vinculados a su campo de estudio e investigación