Se necesitan más y mejores vocerías en este gobierno.
En un país con una institucionalidad pública frágil y en las circunstancias de incertidumbre y temor en las que está viviendo el Ecuador, se vuelve indispensable tener portavoces de peso que brinden seguridad y pautas de acción claras para el entendimiento por parte de la ciudadanía. Eso nos está haciendo mucha falta.
En sistemas presidencialistas de gobierno se suele cometer el error de que todo el peso de la comunicación recaiga en los hombros de la misma figura que está encargada de gobernar y representar al país, el presidente. Es entendible que se necesiten las declaraciones permanentes del jefe del ejecutivo porque, al fin de cuentas, ocupa el cargo de representación popular más importante del Ecuador. Sin embargo, y considerando que un presidente no puede dedicar todo su tiempo a conversar con los medios, se necesita construir más figuras que enfrenten a las cámaras, le hablen al pueblo y que se conviertan en voces que tengan el respeto ciudadano.
La falta de voceros gubernamentales que le hablen a la ciudadanía ha sido un problema cuasi-endémico en los gobiernos ecuatorianos, y la gestión de Guillermo Lasso no ha corregido esa situación.
En entradas pasadas a este blog se criticaba el silencio gubernamental frente a ciertas crisis capaces de generar conmociones internas. Ese sigue siendo el principal problema de la comunicación que se genera desde Carondelet. No puede haber silencio en Carondelet 48 horas después de la penosa masacre en la Playita del Guasmo; el ejecutivo, por lo menos, debía expresar condolencias a las familias de las víctimas la mañana siguiente al suceso.
Sin embargo, esta entrada al blog no pretende criticar el silencio del gobierno, sino la ausencia de portavoces cualificados. Queda claro que el carisma, o la falta del mismo, de Guillermo Lasso no llegará a nuevos públicos; es decir, muy difícilmente será la voz del presidente la que hable, asegura y convenza a los públicos a los que todavía no ha llegado.
¿Qué se puede hacer frente a eso? Lo ideal sería tener un portavoz oficial que pueda hablar por la presidencia, que sepa manejarse con los medios y cuyo discurso cale en la ciudadanía. Carlos Jijón demostró en el pasado que no está listo para llenar esos zapatos. Hoy, el exdirector de La República no es más que silencio.
No siempre funciona la voz del presidente, tampoco hay un vocero holístico que se dirija al pueblo; ¿qué se hace entonces? Lo ideal sería otorgar mayor preponderancia a las responsabilidades de vocería del gabinete ejecutivo. Básicamente, dar más peso a las relaciones que cada ministro y gobernador debe mantener con los medios de comunicación y el público. Cada persona de confianza del presidente se convertiría en portavoz gubernamental de las áreas en las cuales se enmarca su trabajo y que se relacionan con las agendas ciudadanas.
Aquí, nuevamente el gobierno falla constantemente, pues no ha logrado consolidar portavoces subespecializados que logren llegar a la ciudadanía, más allá de aquellos públicos que defenderán a Lasso, independientemente de su gestión.
Si tomamos por ejemplo la crisis de seguridad que ha azotado con especial fuerza a Guayaquil podremos entender de mejor manera esto. Frente a esta crisis, lo ideal sería que la Ministra de Gobierno, el gobernador del Guayas y/o la Comandante General de la Policía Nacional cumplan un rol portavoz y brinden calma y garantías al pueblo.
Alexandra Vela ha optado por el silencio; Tannya Varela apareció en un par de entrevistas en las cuales repitió un discurso que ya no está brindando tranquilidad a la ciudadanía y Pablo Arosemena optó por el ridículo. Lo peor que uno puede hacer cuando se está trabajando la comunicación gubernamental es convertir a la gestión en un meme de Internet, y eso es justamente lo que el Gobernador del Guayas ha hecho.
Entre declaraciones que parecen sacadas de un futbolista en la previa de un partido de Copa, un tridente de seguridad que no calma a nadie y una referencia a superhéroes de tiras cómicas que disparan lásers y telarañas de sus manos, los miedos ciudadanos no han logrado ser calmados.
Una vocería seria y con llegada ciudadana debería pasar a ser la prioridad número uno en materia de comunicación para Guillermo Lasso, el pueblo lo necesita. Sin portavoces eficaces, no hay comunicación gubernamental efectiva. Sin comunicación gubernamental efectiva, la paciencia ciudadana empieza a agotarse. Sin paciencia ciudadana, se quema rápidamente el capital político.
Comunicador Social graduado por la Universidad del Azuay en el año 2020; apasionado desde pequeño por el periodismo, la política y las temáticas sociales. Orgullosamente latino, ha tenido la oportunidad de vivir en países como Brasil y Chile, además de su natal Ecuador. Inquisitivo y crítico, gusta de hacer trabajo periodístico que combina la fotografía y la escritura.