En su cuadro, Salvador Dalí describe estos tiempos del olvido, cuando la memoria instantánea se derrite en los relojes congelados de la pandemia. Recuerdos que no duran nada más ni nada menos que la vuelta en la pecera de ese diminuto cerebro que va siendo domesticado y que describía: “El secreto de la Flor de Oro” la obra taoísta china, traducida por Carl Jung, entre otros.
Esa memoria derretida a la cual no le interesa la muerte (y tampoco la vida, como consecuencia) y que acepta como parte de su entretenimiento diario los actos más cruentos de ausencia de solidaridad.
Pedro Gil, el poeta manabita ha muerto atropellado por un camión que transportaba plátanos y su cuerpo pasa ¡cinco días! en la morgue sin que nadie se acerque a reconocerlo; mientras tanto, en otro punto del planeta, en París “la ciudad luz” René Robert, el fotógrafo suizo de 85 años muere por hipotermia tras pasar nueve horas en la vereda, como consecuencia de una caída, sin que nadie le ofreciera ayuda.
He aquí dos casos trágicos que vuelven visible la ausencia total de humanidad en el planeta. Encaramados en nuestro ego no somos capaces de mirar más allá del espejo y dejamos pasar todo aquello que consideramos no es de utilidad.
Así, en política, damos un paso al costado mientras se preparan leyes para el “uso progresivo de la fuerza” las cuales tienen la probabilidad de llegar a ser catastróficas para los derechos humanos ciudadanos; y miramos para otro lado cuando se preparan marchas insólitas en contra de otras leyes progresistas que se trabajan en la asamblea, a favor de las mujeres.
Olvidados del entorno familiar borramos nuestra historia, en tanto las redes sociales redirigen nuestro tiempo; lo doméstico (antes, casi sagrado) es cuestionado, ridiculizado y cursi. La visita familiar al hermano, el cafecito con la hermana, el álbum de fotos, la numismática, el mantel bordado, los baúles de las experiencias compartidas deben ser rescatados con urgencia. Regresar a nuestra esencia, a lo que de verdad importa. Es verdad que suena ingenuo pero ¡nunca como hoy se necesita de esa ingenuidad! de la transparencia en la voz, del mensaje personal, más allá de lo “intelectual” puesto que Castalia y su “Juego de Abalorios” así lo requieren.
Más del 81% de los cuencanos se sienten inseguros en las calles, según la última encuesta proporcionada por el Observatorio de Seguridad del Consejo de Seguridad Ciudadana (CSC) en tanto la violencia intrafamiliar va en aumento; es decir el nivel psicológico que provoca el encierro, la ausencia de valores y otros temas de salud ciudadana es aterrador.
Volvemos al inicio; la memoria, la palabra como herramienta para contar historias, el involucramiento en los temas políticos y humanos, las leyes que deben ser encaradas por la ciudadanía, la “silla vacía” y el regreso a nuestra “tribu” familiar es indispensable. Nunca como hoy la ansiedad, la depresión y el terror son teledirigidos por los mass media.
“Hay que recuperar, mantener y transmitir la memoria histórica, porque se empieza con el olvido y se termina en la indiferencia” José Saramago.
Portada: foto del poeta Pedro Gil, tomada de altavibracion.live
Poeta. Gestora cultural. Articulista de opinión. Ha recibido varios premios de poesía y al mérito laboral. Ha sido jurado en diversos certámenes nacionales e internacionales. Ha publicado diversas obras, así como Literatura infantil, Sus textos han sido traducidos a varios idiomas y figuran en diversas antologías nacionales y extranjeras.