En el marco del “día internacional de la no violencia contra la mujer” que se conmemora el 25 de noviembre, me ha parecido pertinente hablar de la movilidad del cuidado. La imagen que he utilizado para esta entrada (cortesía de Gabriela Eljuri) demuestra, una vez más, la importancia del tema.
Históricamente, las mujeres han sido las responsables de las labores de cuidado, lo cual determina sus condiciones de movilidad. Un estudio realizado por la CAF (2019)1 en Santiago de Chile, Buenos Aires y Quito, encuentra que un 47% de los desplazamientos de las mujeres están relacionados con el cuidado. Las labores de cuidado implican el encargarse de los hijos, de los padres o familiares mayores, de las personas con discapacidad, de las compras, de los trámites, entre otras. Esto las obliga a tener un mayor número de viajes, multipropósito, no pendulares, con una organización de rutinas, y menos tiempo para ellas. Al ser responsables de llevar coches de bebé, de compras, a personas con dificultad de movimiento, son las más afectadas por la mala calidad del espacio público. Además, el embarazo y la lactancia, implican necesidades espaciales diferentes, que pocas veces se consideran en el espacio o el transporte público.
Los aspectos mencionados tienen un carácter interseccional. Es decir, las mujeres de menores recursos siempre serán las más afectadas, porque deben realizar sus traslados en transporte público o a pie. En este sentido, son más vulnerables a la violencia física, verbal y sexual. Un estudio realizado por Quito como Vamos (2021)2, obtiene que un 67,4% de las mujeres de Quito, entre 16 y 25 años, tiene temor a ser acosada sexualmente en las calles, y un porcentaje no despreciable de 56,4% de las mujeres entre 25-45 años. Estos datos, que no difieren del resto de ciudades de Latinoamérica, nos alarman y reafirman la necesidad de actuación urgente.
Finalmente, un tema de amplia reflexión es el rol del cuidado remunerado, el de las trabajadoras domésticas. De acuerdo a ONU Mujeres y la CEPAL (2020)3, entre aproximadamente 10 y 16 millones de mujeres se dedican al trabajo doméstico remunerado en América Latina y el Caribe, y constituye entre el 10,5% y el 14,3% del empleo de las mujeres en la región. Estas mujeres realizan sus traslados, por lo general, en transporte público. En ciudades grandes, esto implica entre 3-4 horas diarias invertidas en desplazamientos; y, en ciudades intermedias, como Cuenca, entre una y dos horas diarias.
Todas estas situaciones, entre varias otras que vinculan el género con la movilidad cotidiana, refuerzan el hecho de que la ciudad no es neutra; y que aspectos como la movilidad del cuidado deben ser considerados al momento de la planificación macro y micro.
1 CAF. 2019. Ella se mueve segura.
2 Quito cómo vamos. 2021. Encuesta de percepción ciudadana 2020.
3 ONU Mujeres y CEPAL. 2020. Trabajadoras remuneradas del hogar en América Latina y el Caribe frente a la crisis del covid 19.
Portada: Fotografía cortesía de Dra. Gabriela Eljuri
Doctora en Arquitectura y Estudios Urbanos de la Universidad Católica de Chile. Máster en Arquitectura por la Universidad de Kansas-EEUU. Docente/investigadora en la Escuela de Arquitectura de la Universidad del Azuay desde el año 2009. Coordinadora de Investigaciones de la Facultad y Directora de la Maestría de Arquitectura. Docente en diferentes módulos de posgrado a nivel nacional. Ha sido Secretaria de Movilidad y Directora de Planificación del Municipio de Cuenca. Sus trabajos de investigación, publicaciones y ponencias se centran en la ciudad con un énfasis en la movilidad y el transporte.