Cuando hacemos alusión a octubre, es inevitable volver la mirada hacia el pasado oscuro, de masacre y muerte. El 12 de octubre de 1492 es el inicio de holocausto y genocidio a los pueblos originarios, de la invasión europea y saqueo de nuestras riquezas. 528 octubres han pasado y el del 2019 marcó un despertar de los hijos e hijas de las madres que no pudieron exterminar. Aquí hay una historia que condensa la terrible situación de nuestros hermanos de Ecuador y del Abya-Yala. Se vive una realidad distinta, aunque con las mismas estructuras socioculturales, económicas y políticas de desigualdad y explotación desde la colonia.
La lucha por la vida, la justicia, la liberación es una historia permanente. Desde octubre 2019, el movimiento indígena de la CONAIE se ubicó en el centro de la lucha política social del país. Puso once vidas sacrificadas por la agresión brutal ordenada por Lenin Moreno, Jarrín y Paula Romo; personajes oscuros y pobres inhumanas autoridades del Gobierno, podrán tener sus bolsillos llenos, pero tienen el alma vacía de valores, corazón sin sentimientos, una mente perversa, carente de pensamientos sanos.
Motivo por el cual es necesario revivir esas historias y ligar esas memorias en los aprendizajes para la construcción de un Estado nuevo, un Estado pluricultural e intercultural. Reconocer la existencia, el aporte y la capacidad de los pueblos y comunidades. Mirarnos como portadores de historias diferentes, producir una lectura de concienciación del mestizaje en donde se encuentra escondido los pueblos originarios, raizales, los afrodescendientes, todos y todas.
Nos critican todo un tiempo con un racismo a flor de piel que los indígenas somos “revoltosos, ignorantes, salvajes, delincuentes, atrasados”. Pero, es interesante ver que quienes critican son masa asalariada y explotada, son la mitad descompuesta de nuestra sangre, que han hecho uso de los derechos conseguidos y que nunca han hecho nada ni siquiera por ellos mismos.
En este octubre conmemoramos no solo el inicio del genocidio, sino también el gran levantamiento popular y de los pueblos nativos. Hace un año, levantamos la voz de protesta contra la imposición del Fondo Monetario Internacional, el Gobierno, y grupos de poder. Fue la lucha de los trabajadores del campo y la ciudad, de los pobres, de los asalariados, de las mujeres, de la juventud sin derechos a tener una vida digna, sin educación, sin futuro. Nos levantamos como un solo puño, “Shuk makilla, shuk shunkulla shuk yuyaylla”. Octubre es el mes de nuestra resistencia, es el momento de levantar acciones antimperialistas contra las recetas del FMI, por cada compañera /o que dio su vida en la lucha seguiremos levantando la voz de protesta. en cualquier lugar y espacio que estemos.
El Gobierno títere de las políticas externas, en días pasados decretó la liberalización de las importaciones de combustibles y de las tasas de interés, medidas que se relacionan con la premisa del ajuste y el recorte para las mayorías y el enriquecimiento de una minoría privilegiada históricamente. El hambre y el desempleo es acuciante porque hay una continuidad del modelo neoliberal en la gestión de la economía, que privilegia la estabilidad macroeconómica y el pago de la deuda externa con los tenedores de bonos, mientras a los servidores públicos, docentes, médicos, se les adeuda sus remuneraciones, a un amplio sector se le disminuyeron los sueldos y también se multiplicaron los despidos (Carlos Terán Puente en Alainet, 28 de sept 2020.) Todo con la Ley en la mano, considerando la pandemia como justificativo para la violación y retroceso de derechos.
Hoy en día es una realidad inevitable, es una situación de vida o muerte, todo se vuelve más difícil y peligroso. Ante esto, nos preguntamos: ¿Será que la historia se repite? ¿Será que el Pachakutik, la vuelta de 528 soles de resistencia debe continuar?
La respuesta está en cambiar este sistema y en nosotras y nosotros, que no debemos perder de vista el horizonte común: nuestra vida en relación con la defensa de la Madre Naturaleza. No podemos continuar repitiendo los errores desastrosos del pasado. Cuando hombres, mujeres y jóvenes con el estómago vacío salimos a las calles, los gobiernos alistan y empuñan sus armas. Y allí, es importante la unidad. Nos unimos y marchamos hacia adelante o morimos de hambre. El hambre acecha la tierra, pero incluso en este desastre, nosotros, la vasta mayoría de los habitantes del planeta, no hemos renunciado a la posibilidad de un futuro. Nuestra Esperanza es un mundo más allá de las ganancias y los privilegios, un mundo más allá del capitalismo y del imperialismo, un mundo que cante la canción de la hermandad entre nosotras/os junto a la Sagrada Madre Tierra. Nuestros movimientos están plantando muchas semillas. Necesitamos regarlas, cuidarlas, asegurarnos de que florezcan. Así construiremos un futuro que defienda la vida antes que las ganancias, un futuro de hermandad entre los pueblos, en lugar de guerras racistas, un futuro en el que las jerarquías sociales sean abolidas y disfrutemos de la dignidad mutua. Nuestras ancestras nos decían que cuando “más oscuro está, más próximo está el alba del amanecer”. Y ahora está muy oscuro, tenemos miedo, no hay confianza en nadie, hay una desesperanza, ahora los delincuentes, mafiosos, saqueadores, están en las papeletas electorales y con sus discursos mesiánicos nos prometen salvarnos.