Terminamos un año cargado de tantas tensiones, confrontaciones, despojos y esperanzas. Un tiempo de una crisis multidimensional. Edgar Morín señala que pensar en la policrisis de la humanidad es pensar en sus complejidades y sus horrores, ante las cuales “debemos actuar en la incertidumbre, pero con la intención de salvar a la humanidad de la autodestrucción” (E. Morín).
La policrisis es un entretejido de muchos problemas: crisis económica, ecológica, social, política, espirituales y culturales que se alimentan entre sí. En ese contexto las decisiones que toman las autoridades y las instituciones repercuten en la sociedad creando condiciones de extrema desigualdad y pobreza; y la injusticia alimenta nuevas violencias y nuevas estrategias de dominio-resistencia -muerte, y esto repercute en el planeta.
Salvar la humanidad de la autodestrucción implica regenerar la conciencia de que todos compartimos un mismo destino terrestre. Somos interdependientes entre todas/os con el cosmos y con la Madre Tierra. Nos llama a actuar con responsabilidad y audacia en las decisiones para no quedar polarizados.
La polarización conduce a confusiones y vínculos inconscientes para considerarnos perfectos, parecer que somos libres, sin embargo, estamos llenos de caos dentro de nosotros. Estamos llenos de grietas por dentro. La sociedad entera está desorientada en ese caos, creado por un sistema de acumulación y consumismo, de cosificación y materialismo. En la incertidumbre de un “desarrollo” a costa de la destrucción del planeta y toda vida que habita en ella.
El desarrollo del neoliberalismo se levanta sobre el genocidio y la destrucción de las culturas de los pueblos originarios. El pasado de despojo y violencia no ha sido superado, se ha actualizado en el presente, lo vivimos en el paro 2025. En estos tiempos todos los pueblos fuimos denominados “terroristas”, “salvajes” y ningún profesional de la academia, autoridades locales -sean indígenas o mestizos-, ni los pastores ni sacerdotes de las religiones no se solidarizaron cuando el ejército, la policía mataba a los indígenas en Imbabura y Saraguro.
En la invasión europea y colonización de la iglesia Católica Apostólica y Romana fue parte activa para arrasar y pulverizar toda espiritualidad que no esté en su religión. Esta iglesia lleva cinco siglos de monopolio y dominación. Se destruyeron espiritualidades guardadas por milenios de años por los pueblos nativos destruidos. Presentaron a la idolatría como justificativo político para la cacería y robo sin culpa, una genial excusa para destruir todo. Bajo esta figura catequizaron, vigilaron, esclavizaron y mataron porque todo estaba permitido. Cristianizaron para que amáramos al dios del invasor. La evangelización fue la colonización del alma y hoy, cinco siglos después, continúan asediando diferentes sectas religiosas. No obstante, no pudieron borrar todo rastro de la memoria colectiva.
Nuestrxs antepasados nos heredaron la responsabilidad de la coherencia histórica y la dignidad colectiva. Gracias al trabajo silencioso de nuestrxs ancestrxs conservamos las ceremonias y la espiritualidad que comulga con los seres sintientes y pensantes de la Tierra y del cosmos. Espiritualidad que se manifiesta en las ceremonias del Kapak raymi, este mes de diciembre. Por eso no guardaré silencio ante la violencia simbólica porque Hablar de mi cultura es dignidad y rebeldía, es un derecho humano. Los derechos humanos nacen del reconocimiento profundo de que toda persona tiene un valor intrínseco independiente de su cultura, creencias o condiciones sociales. Son la expresión externa de que la vida es sagrada; un derecho humano no es solo un marco legal, es un campo frecuencial que protege la integridad, la libertad, la expresión y la evolución del ser humano.
El día de los derechos humanos nos recuerda la libertad, la justicia y la paz.
Retomando lo del materialismo y consumismo, gran parte de estas espiritualidades van mercantilizándose a pretexto de turismo y de mover economías locales, y esto está promovido por autoridades locales, que hicieron mutis en los días de angustia y llanto, de xenofobia y racialización del Estado, de sus instituciones y gran parte de la sociedad. Mucho, siendo indígenas confunden y folklorizan las ceremonias.
La cultura no es solo ropaje. No se trata solo de usar poncho, sombrero, anaco, o los distintos trajes del markak tayta, markak mama, o de los wawas, se tiene que sentirlos, vivirlos y al menos conocer sobre el sentido de cada uno de los atuendos. La parte cultural-espiritual no debe ser utilizada como un espacio comercial, político partidista o electoral, sino un espacio de integración, de una vivencia integral de vida, de reflexión y difusión de conocimientos, principios y valores que hay tras los símbolos, vestuarios y tipos de danzas, así como de las distintas expresiones culturales.
Pare esto, nos falta hacer y entenderlo para dar a conocer a la sociedad mestiza que nos catalogó de “vagos”, “ignorantes”. En este sentido, el “encuentro de markak taytas” este 7 de diciembre representa una forma de alienación cultural. Personas mayores que estuvieron presentes este día como tayta Francisco Macas de la comunidad de Ñamarín y mama Carmen Puchaicela, de la comunidad de Yukukukapak) han manifestaron que:
Todo va cambiando, nuestras costumbres no eran así; los hajas, los wikis jamás dejaban ver sus caras, no se sacaban las mashcaras ni el gorro, ahora se quitan y están al descubierto. Antes desde que se ponían la vestimenta se mantenían ocultos hasta el día de Tres Reyes, allí que es el fin de la navidad se sacaban y tenía que hacer el markak tayta. Alllí se conocía públicamente. Igual los sarawis eran 4, warmis y karis, pero ahora vemos que bailan seis, ocho.
Los principios de bipartición, dualidad, cuatripartición y la chakana (cuatro guiadores, cuatro sarawis, tanto de niñas y niños) se distorsionan. Estos señalamientos nos llevan a entender que hoy se enfatiza más en lo visual, en lo material y se va perdiendo el verdadero sentido y la filosofía espiritual que tenían los antepasados.
Únicamente quiero resaltar que el término “ajas” viene de “jaja”, espíritu de las montañas, las wakas, o los urkuyayas, los Apus protectores, por eso llevan los musgos grises o verdes sujetados de cuernos del venado. Los venados tienen un mensaje, están en un cerro encantado que da fuerza y poder. Por eso el haja es un ser misterioso que infunde respeto, miedo y cariño.
Los wikis son “personajes míticos” con sus vestimentas de colores vivos, como de la naturaleza, colores que brillan, dan fuerza y energía (Tayta Luis Vicente Lozano,2024); quizá el principio de la oposición porque son cuadros de colores opuestos y los colores de los cuatro suyus del Tawantinsuyu. Los wikis son servidores del markak tayta: “abren y motivan la fiesta,” por eso van adelante del niño. Son los vigilantes de las normas de conducta de los miembros del ayllullakta y del proceso del Kapak raymi.[1]
La presencia de animales en el Kapak raymi es la expresión de la relacionalidad de los humanos con todo lo que representa la Pachamama. La kurikinka es un animal simbólico y metafórico de la vestimenta de lxs saraguros; el color blanco y negro tiene relación con la kurikinga. En palabras de Balbina Quizhpe Vacacela, (comunidad de Chukidel, 2025) este se mantiene todavía en la vestimenta del novio en la parroquia de San Lucas, que lleva un pañuelo blanco en el coxis, que vendría a ser la cola de la kurikinka.
Cumplir el papel de los hajas y los wikis tiene cierto límite: 1, 6 y 12; es decir, deben pasar un año y retirarse o cumplir 6 o 12 años consecutivos, señala Rafael Guamán Andrade. Todo el equipo de los “wawas” –especialmente los hajas y wikis–, el día de ponerse sus vestimentas se transmutan en seres espíritus guardianes y recobran su identidad física personal al término de los Tres Reyes, el 6 de enero. Sin embargo, adoctrinados por el catolicismo a estos personajes se los cataloga como diablos.
El sistema capitalista mecanicista y sus impulsores anhelan apagar la memoria, la identidad y el pulso comunitario de los pueblos. Urge investigar con claridad, lo que aún se mantiene en las comunidades no desde el miedo, la prisa o la exigencia del mercado, sino desde la visión limpia, responsable y consciente de vivir en la comunidad reordenando nuestro campo espiritual y restaurando y recuperando los conocimientos y sabidurías de quienes sostuvieron y aún lo siguen haciendo para la presencia de la cultura del pueblo Saraguro.
La espiritualidad indígena es una forma de resistencia, estaba unida a la tierra y el cosmos; por eso, destruir los territorios y sus lugares sagrados es destruir nuestra relación con el tierras. Nuestra filosofía es sostener la vida. No es solo creencias, costumbres y tradiciones.
La violencia simbólica y la negación de los derechos a la vida digna son estrategias para cambiar el cosmos, y así cambiar la mentalidad del pueblo. Tenemos profundas heridas coloniales, el miedo heredado y aun así seguimos resistiendo, negándonos a morir, respirando, sosteniendo el fuego que no se apagó.
El futuro no está escrito, depende de nuestra capacidad de comprender la complejidad del mundo y de crear nuevas formas de solidaridad y convivencia para construir un país plurinacional. Me atrevo a sugerir, antes que la humanidad se autodestruya es prioritario humanizarnos, humanizar las leyes, aprender de las lenguas indígenas, a las que tanto debemos y que todavía tienen mucho que enseñarnos y enriquecernos.
Tenemos que elegir, morir o cambiar. Elegir vivir es reconstruirse pieza por pieza como un tejido colectivo, fuerte, porque solo el tejido comunitario nos permitirá la sobrevivencia. Nos toca entrelazar voces, preocupaciones, visiones, historias de resistencias, esperanzas y propuestas, caso contrario no tenemos futuro.
Y, finalmente, les dejo esta interrogante: si la cultura es un derecho, ¿podemos hablar de derechos humanos si no ejercemos primero el derecho a ser plenamente humanos y honrar la dignidad de toda vida en la Gaya?
[1] Mayor información puede encontrar en: Interpretación de los símbolos del Kapak raymi, Voces rizomáticas, 2024)
Portada: imagen tomada de https://acortar.link/ZjiIvv

Nativa de Saraguro. pertenece a la nacionalidad Kichwa. Estudió en Zamora en la Escuela de Líderes. Cursó estudios universitarios en Cuenca. Es abogada, tiene estudios en lengua y literatura, es magister de Estudios de la Cultura y un Diplomado en Educación Intercultural Bilingüe. Maestra de secundaria y educación superior, investigadora. Ha publicado varias obras, así como artículos en revistas y periódicos. Ha desempeñado varios cargos vinculados a Educación Bilingüe. Es conductora del programa Ñukanchik llata Kashpa (Nuestra identidad) en la Radio comunitaria de Saraguro “KIPA RADIO”, FM 91.3.