En estos tiempos de modernidad/postmodernidad que prioriza lo individual, la competitividad, hablar de comunitario es detenerse a pensar en otras formas de vida. Y justo en esta época de crisis sanitaria que ha profundizado la crítica situación económica de muchas comunidades y familias, se ha retomado pensar la vida en comunión con todos los demás. Volver a ese amor, conocimiento y compartencia con el que surgimos en la Madre Tierra, de la cual cada vez por seguir los pasos del modernismo y la globalización nos hemos ido perdiéndonos en la oscuridad de nuestros egoísmos, ahogándonos en las teorías antropocéntricas. No obstante, en las comunidades, la vida fluye de distinta manera. Así para el pueblo Saraguro fue una oportunidad para volver a pensar en las formas de vida de nuestras ancestras y ancestros. ¿Cómo se vivía en comunidad? ¿Cómo aprendíamos a ser parte de la comunidad? ¿Cómo nos curábamos? Muchos de estos conocimientos y sabidurías han sucumbido con la globalización y su modelo de vida consumista.
De ahí que en este artículo trataré de visibilizar nuestra cultura, fortalecer y reivindicar sus conocimientos en esta sociedad globalizada. Se trata de la construcción de la casa comunal en Saraguro.
Geográficamente, Saraguro es un cantón que pertenece a la provincia de Loja. Es un pueblo donde interactúan tres ancestros culturales: los paltas, los cañaris y los descendientes de los inkas. Saraguro se levanta en las faldas del cerro Pulla/Puklla a 3.381 msnm., y el sitio donde se realizó la minga se llama Chukidel (Lagunas), está a un kilómetro del centro parroquial, hacia el sur.
En las comunidades todavía existe la minga, el sentido de participación de “ayuda” a los demás; la minga entendida como un sentido innato de compromiso, solidaridad, reciprocidad y pertenencia a una comunidad y a la familia. En estos meses de pandemia, la comunidad de Chukidel empezó la construcción de su casa comunal en bahareque. Todo un proceso de trabajo de los y las dirigentes del cabildo comunal junto con el Kápak para buscar los materiales y los “sulus” o maestros –arquitectos que guien el trabajo–, así como planificar y organizar las mingas.
En Saraguro se ha utilizado las técnicas constructivas de bahareque, de adobe y de tapial, en las que son sus elementos básicos: la tierra, la madera y el agua; materiales propios del lugar es el distinto de este tipo de arquitectura y construcciones.
El sábado 14 de noviembre de 2020 se realizó la wasi llutana que es el embarre de la construcción, en este caso de la casa comunal. En ella participamos toda la comunidad, no solo de Chukidel, sino de otras comunidades como de Ilinchu, Totoras – Gunudel. El trabajo fue como presenciar un enjambre de abejas, todo un movimiento: niños, niñas, jóvenes, adultos y mayores, mientras las mujeres y algunos hombres se encontraban en la tarea de cocinar alimentos como el api o mazamorra, la kamcha o el tostado, y los niños y niñas se encontraban trayendo agua y buscando leña.
El trabajo inició con una ceremonia espiritual, invocando a los ancestros y ancestras para que nos den fuerza y nos guíen. Pero, antes de esto, en la madrugada del día sábado los bocineros llamaron a la minga; ellos, colocados en diferentes puntos, nos convocaron, nos recordaron el compromiso de vida comunitaria. El sonido de la bocina fue diferente, es un medio de comunicación que tiene su propio lenguaje.
Al terminar la ceremonia, las comuneras y comuneros entregaron sus presentes y apoyos al Tayta Kápak. En el embarre se cumplen tres rituales, el primero de ellos es el del inicio del embarre. Comienza cuando el “sulu” arquitecto y maestro pone el barro cocido en el entramado de madera tejida con otros materiales como la chincha y los sukus (carrizos). Posterior a eso es cuando empiezan a participar todos y es entonces cuando hombres y mujeres, cada cual con su ropa de trabajo, continúan el embarre, unos por dentro y otros por fuera hasta llenar todo el entramado, comenzando de abajo hacia arriba.
Cerca de las dos de la tarde, la casa estuvo terminada. Las personas mayores y niñas cargamos la paja picada para el barro para que la mezclen los “barreros”. El barro cocido es transportado por los cargadores que la llevaban en la chakana y otros lo cargaban a sus espaldas.
El segundo de estos rituales es el warkushka /warkuna (el colgado). Se inicia con el maestro o sulu, luego el dueño de la casa que, en este caso, fue el Kápak. Este ritual consiste en amarrarlo por la cintura con un cable y subirlo hacia la viga principal. Esa persona debe ofrecer “pagar algo” para que lo bajen (licor, cigarrillos, dinero, frutas). El sentido de este es presenciar todos y todas que la casa no se caiga y que esté bien construida para entregarla al dueño.
El tercer ritual es el del HAAMM. Se realiza, una vez terminado el embarre de la casa. Los wasiyuks (dueños) ofrecen un canasto de kamcha (maíz tostado) y un api (colada/mazamorra) de maíz molido, endulzada con panela. Los embarrantes y mingados se sientan en forma circula u ovalada en el patio de la casa, a la cabeza se ubica el kápak, o wasiyuk, los sulus y hacia los lados los mingados.
La mazamora se sirve en un pozuelo, –antes era antes era de calabaza– y se la come con una cuchara grande de madera. Da inicio el dueño –esta vez fue al kapak– comiendo un bocado y pasando al compañero de al lado. En este proceso, previo a ingerir el bocado de la colada se pronuncia Haam para de inmediato pasar a otra apersona. De esta forma continúan hasta retornar hacia el sulu.
Las frases son creativas y chistosas, provocan momentos de algarabía, a manera de anécdotas. Si hacemos memoria sobre cómo eran los trabajos, las fiestas, los cantos y la poesía en el mundo andino, se puede relacionar las frases del Haamm, en la construcción de la casa, como parte del género lírico ARANWAY del Tawantinsuyu porque en los HAAMM se canta a las debilidades y aspectos muy particulares de las personas. Es una expresión de humor que pone al descubierto las cosas personales, el fracaso de un enamoramiento, por ejemplo.
Jesús Lara (1961, p. 53) señala que los Aranway eran cantos de humor y cómicos. Fue un género de poesía humorística. Era recitado en las faenas de la cosecha, en las construcciones de obras públicas, en las campañas militares. El aranway aprovechaba la anécdota, la fragilidad humana y también algunas peculiaridades de las personas (burlas a los defectos particulares, errores,) de una manera refinada; es decir, fue una poesía de humor, de gracia. Y eso se realiza en este ritual del haamm.
Este ritual es importante porque a más de conmemorar la creación literaria andina, visibiliza dos aspectos: por un lado, el compromiso de ayudar a los que construyen la casa y, por el otro lado, el cantar los errores y las debilidades del sulu, del wasiyuk, de los mingados, etc. para mejorar los conocimientos, el comportamiento. Es un momento de fiesta, de risas, de creación, agradecimiento y de reflexiones.
La motivación de construir esta casa comunal de bahareque, sobre la que se levantó en 1979-1980 en el mismo lugar, dirigido por los sulus o arquitectos, responde al interés de practicar y enseñar a la juventud y a la niñez de hoy, valorando los contextos culturales e históricos. La participación de todos en la construcción de la casa comunal indica los sentimientos de pertenencia, valoración y seguridad en el espacio físico.
En la construcción se toman en cuenta los rituales y las ceremonias. Edificar una vivienda no solo es construir, sino es la reconstrucción, la valoración de los conocimientos, saberes y ritualidades de la cultura de nuestros ancestros y ancestras.
Nativa de Saraguro. pertenece a la nacionalidad Kichwa. Estudió en Zamora en la Escuela de Líderes. Cursó estudios universitarios en Cuenca. Es abogada, tiene estudios en lengua y literatura, es magister de Estudios de la Cultura y un Diplomado en Educación Intercultural Bilingüe. Maestra de secundaria y educación superior, investigadora. Ha publicado varias obras, así como artículos en revistas y periódicos. Ha desempeñado varios cargos vinculados a Educación Bilingüe. Es conductora del programa Ñukanchik llata Kashpa (Nuestra identidad) en la Radio comunitaria de Saraguro “KIPA RADIO”, FM 91.3.