En la Asamblea Nacional se cocinaban en baño de maría los juicios políticos contra tres exministros de Guillermo Lasso: Sebastián Corral, su secretario de Administración; Andrés Alarcón, exsecretaria de Educación Superior; y, Pablo Arosemena, ministro de Economía. Pero sucede que asambleístas del correísmo y socialcristianos retiraron las firmas de apoyo a esos juicios y el baño de maría, apagada la candela, se convirtió en baño de agua fría.
No se trata aquí de que tumban esos juicios para quitarlos del camino y poner en su lugar los juicios a la canciller y a la ministra Palencia. Eso es lo de menos. Lo de fondo es que tenemos una Asamblea con normas para gentes chimbas, vividoras, difusas, veleidosas, traidoras, ineptas, tránsfugas, poco hombres y poco mujeres.
En la Asamblea no solo se permite retirar una firma, no se permite sino es obligatorio votar dos veces por la misma causa: la primera vez se vota y luego la “reconsideración de la votación” es para comprobar si los y las honorables están seguros o seguras de la opinión que dieron.
O sea: las normas internas de la Asamblea están hechas para hombres y mujeres sin voluntad y sin palabra; sin personalidad, sin criterio, sin honor… En la votación para elegir al presidente del quinto año básica en una escuela, los niños no se pueden arrepentir y retirar su voto al compañerito compañerita, pero en la aprobación de un proyecto de Ley, en la aprobación de censura a un ministro sí pueden los legisladores. O sea: el valor de nuestros niños de diez años de edad es superior al de muchos de quienes pueblan la Asamblea.
Así estamos. Qué tal si un testigo, al día siguiente de dar una versión, se presenta en la Fiscalía y dice “olvídense de lo que dije”; qué tal si va a una notaría y dice “ya no me acuerdo si esa es mi firma”, al fiscal, juez o notario le darán ganas de aplicarle la justicia indígena… Pero…, pero un asambleísta sí puede ir a una comisión y decir me arrepiento de mi firma de mi apoyo, de mi opinión; voté sí pero ahora no, mejor ya no quiero, me descaso…
Por propiciar gentes sin seriedad, sin entereza, tenemos legisladores que dan lástima, políticos a gato… y todavía se atreven a decir que son mejores que el viejo congreso…. Si unimos a todos los de supuesta izquierda de la actual Asamblea, no hacen todos juntos un René Maugé; si unimos a todos los de la derecha, no hacen un León Febres Cordero.
Todas esas cosas se cocinan y descocinan en la avenida 6 de Diciembre y Piedrahita, Quito, domicilio del palacio legislativo, palacio de la vergüenza…
Periodista, comunicador social, abogado. Hoy, independiente. Laboré 27 años en medios locales como editor, redactor y reportero. Diarios El Mercurio, La Tarde y El Tiempo; revista Tres de Noviembre del Concejo Cantonal de Cuenca; radios El Mercurio, Cuenca y América.