La Colonia impuso una deliberada política de exterminio de la presencia de los pueblos originarios y con ello también la diversidad de conocimientos y saberes. La modernidad terminó con desvalorizar estos conocimientos y saberes marginalizados desde la Colonia, privilegiando los patrones occidentales y exógenos.
Hoy se habla de descolonizar, diálogo de culturas, hay muchos discursos al respecto. Pero, ¿cómo descolonizar? ¿Cómo comprender esos otros saberes y conocimientos que están y se reproducen en el vivir diario de lxs sujetxs comunales? La celebración de los raymis, se realiza en las urbes, en los centros educativos, quizás como una distracción. El Pawkar raymi nos trae el “mushuk nina” el nuevo fuego, el nuevo año. Una expresión que tiene un concepto profundo de historia y origen, nos remite a pensar en el origen de la vida y del planeta, del surgimiento de la energía y de la palabra porque NINA es fuego y expresión, la fuerza de la oralidad. Nina es el calor de los hogares, el calor del corazón, de la alimentación y la vida misma.
Alrededor del fuego se tejían historias, filosofías y formas de conducta que debíamos tener presente. El fuego es un chaski del gran cosmos, un abuelo del conocimiento; es posible comprender su mensaje cuando las personas estamos en relacionalidad, aprehender sus sabidurías mediante los diversos símbolos y movimientos del fuego que se entretejen con el viento y el aire que dialogan. Nos hablan en el lenguaje materno de nuestres ancestres. Y si no manejamos nuestro idioma se vuelve complicado.
El fuego, la candela se relaciona con las tulpas o tullpas, que conllevan a encender el fuego, a comprender el espacio de la cocina, el horno, el fuego del hogar, del ayllu. Las “tulpas”, nos inducen a conectarnos con nuestra historia de ancestros solares, el rojo del fuego se relaciona con la transmutación de los elementos (Burgos, 2010). Alrededor de las tullpas están muchos relatos y transformación de lxs yachaks o shamanes. De ahí, se comprende que para dialogar, solucionar conflictos en la familia, en el ayllu siempre se realizaba y se hace en torno al fuego; las abuelas y abuelos nos han contado relatos, mirando el movimiento del fuego y del aire. En las sanaciones se lee el movimiento y las figuras internas en la llama de las velas.
José Martí (1985) señala que antes de la invasión europea los pueblos originarios tenían como fundamental a la palabra, que era una de las herramientas más fuertes. Esta palabra se reproducía en todos los espacios y tiempos, persiste hasta nuestros días que prefieren la oralidad para transmitir los conocimientos y saberes. Y que es un instrumento central para organizar la vida comunitaria del ayllu. Fornet- Betancourt (2004) dice la imposición de la escritura significó como la muerte de los sujetos orales y de sus idiomas, aunque Natalia Rosi (1969) nos dice “que las lenguas no mueren, solo se transforman”.
Los pueblos nativos tenemos otros registros materiales, los tejidos, artesanías, arte, esculturas, arquitectura, la oralidad, los símbolos para crear y compartir conocimientos en la que se decodifica y preserva la información y los conocimientos. No obstante, a cada paso tropezamos con la oposición de la razón occidental, y uno de los mecanismos de negación e invisibilización ha sido la educación, la academia.
Para superar esta dominación cultural y de hegemonía epistemológica es necesario valorizar la existencia de otras formas subalternizadas de conocer, transmitir y producir conocimientos.
En las sociedades de conocimientos (León Olivé) debe haber una recuperación de la diversidad cultural para mejorar las condiciones de vida de los pueblos nativos y encarar los diversos problemas sociales y ambientales del planeta. En la toma de decisiones debe haber la Democracia participativa (León Olivé, 2009), es decir, la participación efectiva de lxs representantes de las pueblos y nacionalidades.
Es importante una convivencia para des-aprender y aprender las explicaciones de ritos, ceremonias, símbolos y lenguaje, la filosofía en las construcciones de nuestras casas, en los rituales de siembra, deshierbe y cosecha mediante un aprendizaje conjunto y mutuo. Una decisión y voluntad de “des-pensar para poder pensar” (Santos, 2010), una ecología de saberes como una contraepistemología basada en el pluralismo; una tarea autocrítica y exigencia de acogida y de compartir lo“propio” con el otro para redimensionarlo en común.
Es hacer teoría y práctica, nuestres ancestres nos decían “shimika rimakun, makika rurakun” (la boca hablando y las manos haciendo). Implica entonces desarrollar la sensibilidad, despertar el hemisferio cerebral derecho, escuchar nuestros latidos del corazón en conexión con los de la Madre tierra, de abuelxs piedras que nos traen el mensaje y conocimientos del gran cosmos.
Comprender y leer el tiempo que vivimos es parte del tejido de la vida y de la Madre Tierra.
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Nativa de Saraguro. pertenece a la nacionalidad Kichwa. Estudió en Zamora en la Escuela de Líderes. Cursó estudios universitarios en Cuenca. Es abogada, tiene estudios en lengua y literatura, es magister de Estudios de la Cultura y un Diplomado en Educación Intercultural Bilingüe. Maestra de secundaria y educación superior, investigadora. Ha publicado varias obras, así como artículos en revistas y periódicos. Ha desempeñado varios cargos vinculados a Educación Bilingüe. Es conductora del programa Ñukanchik llata Kashpa (Nuestra identidad) en la Radio comunitaria de Saraguro “KIPA RADIO”, FM 91.3.