Hemos recibido la nueva versión de la revista Coloquio de la UDA y la sorpresa ha sido placentera. Inclusiva y formal, con una mirada macro a los diversos quehaceres de las culturas, artes, ciencia y demás manifestaciones, bajo el atento examen de Cristóbal Zapata es un regalo para el paladar. Fondo y forma impecables el proyecto aspira a “poner en circulación ideas, reflexiones, miradas, recuerdos, palabras: las monedas de nuestras más hermosas transacciones cotidianas” afirma su director y editor.
Gran acierto de Francisco Salgado, puesto que la publicación “renace con la intención de llegar a un sitial destacado en el ámbito latinoamericano, origen de la mayoría de escritores y artistas cuyas voces, plumas y pinceles aparecerán en ella” confirma el Rector de la Universidad del Azuay; ante lo cual las expectativas generadas son altas, muy altas.
Así, con la primera lluvia de noviembre y el olor a petricor de la tierra reseca, disfrutamos de la selección y revisitamos las voces de aquellos que escuchamos ¡tantas veces! en vivo y en directo en días que hoy, todavía, no nos parecen tan lejanos.
Así escuchamos a Eliécer Cárdenas y su arte poética en el discurso de ingreso a la Academia Ecuatoriana de la Lengua en 2016 y volvemos a sentir su luz en el camino recorrido; Felipe Aguilar con los mitos de sus ávidas lecturas y los amados “Hermanos Karamazov” de Dostoyesky, Sara Vanegas en la entrevista entre el silencio y la palabra, su poesía que se hamaca en el filo de la tarde y Diego Jaramillo, su obsesión por el blanco y el vacío, mientras Jorge Dávila, otra vez nos entretiene con sus anécdotas e historia que conservan el ámbar de una memoria colectiva.
Pero no sólo eso: nuevas voces advierten los avatares de unas culturas siempre vivas, en proceso de deconstrucción entre la ficción y lo real. Gabriela Eljuri entre el hábitat y el habitar, Santiago Vanegas con el aislamiento de la ciudad, su reflexión en la construcción de la ciudadanía, en fin, un espacio multidiverso que, lastimosamente no logramos definir debido a la cortedad del espacio dispuesto.
Queda pues en el tintero este abreboca que lleva las felicitaciones sinceras y los augurios para que esta revista no sufra el destino de otras y disfrute de larga vida, buenos vientos y buena marea.
[simple-author box]