La lucha contra el tráfico ilícito de bienes culturales, generalmente se aborda desde el ámbito legal. La ciudadanización del patrimonio comprende entre otras cosas, la apropiación del patrimonio, que no es otra cosa que conocer, amar y defender nuestro legado histórico, social y cultural; por ende, el combate a la cadena de involucrados en el tráfico de bienes culturales patrimoniales, debe concernir a todo el conglomerado social, si no se aborda en este amplio sentido, la lucha contra este flagelo mundial fracasará.
La depredación de la herencia de los pueblos y comunidades como consecuencia del
tráfico ilícito de bienes culturales es una preocupación mundial, que se consolidó a raíz de la Convención de 1970, Medidas que Deben Adoptarse para Prohibir e Impedir la Importación, la Exportación y la Transferencia de Propiedad Ilícitas de Bienes Culturales, UNESCO.
La pérdida, robo y tráfico de bienes culturales materiales, también afecta a la cultura inmaterial de los pueblos, debido a que, el objeto es, portador de contenidos simbólicos vitales, para las comunidades y pueblos que los produjeron, para su modo de vida, cohesión social y sentido de pertenencia.
El tráfico ilícito comprende actividades de exportación, importación y transferencia ilícitas
de bienes culturales patrimoniales, tipificadas en la Ley Orgánica de Cultura y su Reglamento, para el caso ecuatoriano. La cadena interna del tráfico ilícito está conformada
por huaqueros, comerciantes de antigüedades, coleccionistas privados, y museos, quienes facilitan la circulación de bienes de dudosa procedencia. Esta cadena de involucrados no siempre es identificada por diferentes intereses, como la dinámica de una economía de “prestigio social” o de una “economía subterránea”, que invierten fortunas en bienes culturales patrimoniales.
La exposición, denuncia y sanción legal como delincuentes, a todos los involucrados en la cadena del tráfico ilícito de bienes culturales patrimoniales, es el único mecanismo que nos permitirá detener este lucrativo negocio de bandas organizadas a nivel nacional e internacional, pues, la corrupción generalizada y el estigma al huaquero, como único responsable de la destrucción de contextos arqueológicos y venta ilegal del patrimonio cultural, libra a los “delincuentes de cuello blanco” y facilita un coleccionismo ilegítimo e ilegal.
Los intereses de representatividad social y económica de ciertos coleccionistas, propician la destrucción de los contextos arqueológicos, históricos y culturales, induciendo al huaquerismo o contratando bajo pedido, para la provisión de obras relevantes para su colección privada. Lamentablemente, esta práctica fue común en la conformación de colecciones en la mayor cantidad de museos de Ecuador y el mundo. Otro factor que contribuye al incremento del tráfico ilícito de bienes culturales, es la debilidad del sistema judicial, apoyada muchas veces por la complicidad de ciertos individuos, al permitir, ser parte o fomentar el tráfico ilícito de bienes culturales.
La ilegal circulación interna de bienes culturales patrimoniales, busca el “blanqueo de bienes culturales de dudosa procedencia”, luego de lo cual, acceden al mercado internacional, donde se mueven enormes sumas de dinero, debido a la libre oferta y demanda. El empleo de modernas tecnologías de información y comunicación, facilitan las transacciones internacionales con menor riesgo y anonimato.
Las ineludibles cuentas con la historia, obligan a los “Museos” a revisar la conformación de sus colecciones, a encarar las demandas nacionales o internacionales, de restitución o repatriación de bienes culturales de enorme valor simbólico, amparadas bajo la Convención de UNESCO 1970. Pero también obliga a deconstruir el modelo colonial, que se enfoca en la tipología de los objetos materiales de las culturas, presentando a los objetos de las sociedades “primitivas” como si fueran similares a los especímenes de historia natural, colecciones que deben mostrar la evolución humana y los avances de las diversas sociedades (GREET, F. V.; URTIZBEREA, I. A.; ROIGÉ, X: 2016). La antropología y la museología trabajaron juntas para organizar y clasificar las “desorganizadas sociedades salvajes” (SIEGEL, 2011) en ese contexto colonial, aún vigentes en la mayoría de museos públicos y privados en el siglo XXI, en Ecuador.
Licenciada en Ciencias de la Educación, especialización de Historia y Geografía. Docente e investigadora universitaria. Magíster en Conservación y Administración de Bienes Culturales. Restauradora de bienes muebles. Especialista restauradora de textiles, escultura policromada y pintura de caballete. Investigadora especializada en Museología y Museografía. Investigación, conservación y reinterpretación del patrimonio cultural textil.