Por una nueva delimitación de las parroquias; por una densificación del área urbana…
Señor Alcalde, señores ediles:
Una de las razones de la furia popular contra la ordenanza de suelos, por ahora derogada, fue que pretendía obligar a tener predios enormes para autorizar construir una vivienda en el área rural y suburbana, como si todo fuera campo y pampa. Pero antes de exponer esta columna permítanme invitarles a un recorrido mental a las parroquias rurales de Cuenca: por los “Camino a…” -así dice su nomenclatura pese a ser casi todas avenidas- Baños, Ricaurte, El Valle, San Joaquín, Santa Ana, Turi, Sayausí, Sinincay, Checa, Chiquintad, Paccha, Octavio Cordero, Sidcay, Nulti, Llacao, Tarqui, Cumbe, Victoria del Portete, Quingeo, Molleturo y Chaucha.
Ahora, permítanme una pregunta, cuántos de los recorridos a estas parroquias es rural, pero verdaderamente rural. En mis cuentas me salen menos de la mitad y la mitad de esa mitad es suburbano, pero no rural. Moraleja: la ciudad requiere una nueva división territorial que redefina hasta dónde llega el área urbana, dónde comienza y dónde termina el área rural de cada una y no por un mero capricho, sino para organizar el espacio y “el territorio”, -como dicen los técnicos-, con criterios realistas. O sea: para distribuir, planificar y gobernar el suelo parroquial con criterios actualizados a la realidad presente.
Urge, pues, una nueva división parroquial, donde suelos que hoy son rurales se planifiquen y gobiernen como urbanos, pues en la práctica lo son, tienen todos los servicios básicos de una ciudad y muy pocos de esos lugares conservan una vocación agrícola, en muchos no queda ni rastro de ella y en bastantes lugares no hay espacio para unas cuántas masetas, menos los cientos de metros cuadrados o acaso más de 1.000 alrededor de una vivienda, como se pretendía en la ordenanza.
Más bien, las normas restrictivas que, supuestamente, buscan (y buscaban) un ordenamiento armónico de la ciudad, consiguieron lo contrario. Por décadas, espantado por el precio especulativo del suelo urbano, el ciudadano ha buscado un terreno asequible y lo ha conseguido en zonas alejadas, frecuentemente en espacios irregulares, en pendientes o que daban a quebradas y ahí edificaba su hogar, sin planos ni permisos, por causa de normas municipales expulsoras y onerosas -no quisiera decir clasistas-, que reservaban las comodidades de la ciudad para quien podían pagarlas… muchos de ellos con enormes sacrificios.
El resultado es lo que tenemos hoy, una ciudad que, fuera del área consolidada creció desordenada, extendida, dispersa, en espacios inadecuados, a donde llegar con vías y servicios básicos es carísimo Por eso, urbanizar buena parte del suelo rural, establecer y permitir áreas realistas de divisiones y fraccionamientos de predios en el sector suburbano, contemplar hasta la posibilidad de trasladar centros parroquiales, es una necesidad urgente que, además, servirá para organizar mejor los servicios municipales a los ciudadanos y hasta aumentar el recaudo de tasas y contribuciones prediales.
En el anhelo de alguien parece pervivir el anhelo de conservar, en los alrededores de la ciudad, incluso a la fuerza, a punta de altísimas multas, bucólicos espacios agrícolas de esforzados horticultores y bellos maizales, pero hace décadas que Cuenca no es así y las normas municipales no pueden pretender ignorarlo.
La división territorial de parroquias urbanas y rurales de Cuenca tiene más de 50 años y la ordenanza del último Plan de Ordenamiento y Gestión Territorial está que supera los 20 años y no se puede continuar gobernando la ciudad con los mismos criterios de hace medio siglo o de un cuarto de siglo.
Incluso el sector urbano, en algunas zonas, debería ser densificado. En el centro histórico se debería permitir construir en la parte posterior de los predios sin superar el nivel de la fachada, con fines exclusivamente de vivienda. Hay muchos predios que hoy son inútiles y deteriorados podrían aprovecharse. En el centro viven muy pocos, muchos menos de los que puede albergar, la densificación haría bien, el tranvía es un medio idóneo para su movilidad.
La reescritura de la ordenanza municipal por parte del concejo y el alcalde es la oportunidad para corregir errores y, de paso, revitalizar el centro histórico, con proyección a recibir más habitantes, y no tenerlo como mero centro de comercio o, peor, un parque temático de fachadas vacías del que hasta las oficinas están huyendo. Según las proyecciones de población (hemos pasado de 331.000 a 636.000 habitantes, de 1990 a hoy) en unos 25 años Cuenca tendrá un millón de habitantes y no se proyecta su bien su crecimiento dejará de ser la ciudad habitable que aún es, será caótica, horriblemente extendida, con enormes problemas de tráfico y gente muy estresada, por eso. Dejo estas ideas, de ustedes, muy atentamente…
Periodista, comunicador social, abogado. Hoy, independiente. Laboré 27 años en medios locales como editor, redactor y reportero. Diarios El Mercurio, La Tarde y El Tiempo; revista Tres de Noviembre del Concejo Cantonal de Cuenca; radios El Mercurio, Cuenca y América.