
¿CÓMO DISMINUIR EL CONSUMO DE AGUA POTABLE EN CASA? CONSEJOS PRÁCTICOS PARA UN FUTURO SOSTENIBLE
En un contexto donde la escasez hídrica afecta a millones de personas en todo el mundo, ahorrar agua en casa no solo es una práctica responsable, sino también una contribución significativa al cuidado del planeta. En este blog expondré cómo pude optimizar el uso del agua en mi hogar con acciones sencillas pero efectivas.
La situación climática de los dos últimos años en la ciudad de Cuenca no es desconocida para la mayoría de la población, en el último cuatrimestre del año 2024, la sequía hidrológica de más de 160 días consiguió que en al menos los últimos 50 años, los cuencanos veamos al “Julián Matadero” abandonar la ciudad, sin ningún ruido a lo largo de su cauce. El golpeteo del agua con las piedras del famoso Tomebamba desapareció y llegamos a un estado en el que, por primera vez, se podía cruzar el río, sin siquiera mojarse los zapatos.
Esta situación caló en muchos ciudadanos, pues estuvimos al borde de una racionalización del recurso vital. Esto logró situaciones muy positivas como el ahorro de agua y cambio de hábitos en muchos de los consumidores y otros debieron acudir a la compra de tanques de reserva, circunstancias que nos harían reflexionar si podríamos como comunidad adaptarnos al cambio climático.
El pedido general era disminuir el consumo de agua para que alcance para todos, no aumentarlo llenando tanques y, por tanto, vaciando las reservas de la empresa de agua en menos tiempo para aumentar la crisis. Es así, que flotaban varias preguntas: ¿Es posible actuar pensando en que alcance para todos?, ¿Por qué seguimos pensando como si viviéramos solos?, posiblemente sea el instinto de supervivencia que tenemos como seres humanos.
En esa disyuntiva, con mi familia tomamos la decisión de “comenzar por nosotros mismos”, aunque nos sintiéramos como una isla viendo que algunas personas en el barrio y en la ciudad continuaban con el uso indiscriminado del agua potable, inclusive lavando vehículos. Desde un inicio pensamos que podíamos reducir nuestro consumo sin tener una meta clara. Aunque nuestra factura variaba en costos, no habíamos identificado con precisión cuanta agua consumíamos, sin embargo, estábamos claros que con nuestras acciones lograríamos un cambio positivo.
Con un pequeño diagnóstico, identificamos que hizo que nuestro consumo aumente en los últimos meses. La rotura de los aireadores en la boquilla de los grifos de baños y la cocina y el daño en el serpentín (ese tubo enrollado por el que pasa el agua y se calienta con la llama) del calefón de agua a gas, había sucedido por la presión en la tubería que llega a mi casa.
Al tener esta información entendimos que existen dos vías con una motivación inicial distinta. La primera es una iniciativa de eficiencia, relacionada con el uso de dispositivos de ahorro instalados en la casa y la segunda, en mejorar los hábitos familiares para su uso. Con estos dos caminos, comenzamos por la revisión de fugas y la instalación de un reductor de presión junto al medidor, esto ayudaría a evitar el daño de las tuberías y accesorios. Asimismo, realizamos la reparación de los aireadores que, al mezclar el agua con aire, reducen el flujo y aumentan la presión.
El segundo camino puede ser considerado el más largo de conquistar, el cambio de hábitos tiene que ver con la delimitación propia del comportamiento humano, un hábito mejorado no es decirles todos los días a los miembros de la familia que deben ahorrar agua para usarla eficientemente. Un hábito mejorado en una persona implica decisiones cotidianas, como elegir entre, abrir completamente la llave o solo un poco para obtener un pequeño chorro, o reducir el tiempo de ducha de 15 minutos cantando a todo pulmón a solo 5 minutos, utilizando únicamente la cantidad necesaria de agua potable.
En nuestro caso fue fácil trabajar en los hábitos de familia. Con la información difundida sobre la sequía hidrológica, puse sobre la mesa la necesidad de disminuir el consumo como aporte al requerimiento de toda una ciudad. Ellas se unieron a la idea de inmediato.
Comenzamos con la ducha, un concurso entre mis hijas para ver quién usaba menos agua, claro con la supervisión de que no sea pretexto para descuidar su higiene. Luego adoptamos el uso de un chorrito de agua para lavarnos las manos o cepillarnos los dientes (en este último caso, el uso de un vaso incluso puede involucrar más agua, pues obligatoriamente hay que lavarlo). En los días más críticos de la sequía, realizamos una medida que para muchos podría ser impensable: en el inodoro, dejamos acumular varias visitas al baño antes de descargar el agua o solo lo hacíamos cuando era estrictamente necesario, especialmente en el caso de desechos sólidos.
Con respecto a otras tareas, adoptamos medidas adicionales para reducir el consumo de agua. Al lavar los platos, enjabonarlos con la llave cerrada y luego un pequeño chorro para enjuagarlos. Para optimizar aún más el uso del agua, reutilizamos el agua de la lavadora para los inodoros. Descubrimos que en cada ciclo con una carga llena se utiliza aproximadamente 50 litros de agua, lo que equivale a un mínimo de ocho descargas del inodoro. La tecnología empleada fue sencilla pero efectiva: un tanque de 50 litros y un balde de 6 litros para facilitar su traslado.
Con respecto a la ducha, ahora tenemos un balde de 10 litros que utilizamos para recolectar el agua fría mientras esperamos que se caliente. Esa agua se destina al inodoro, ayudándonos a reducir casi totalmente el consumo de agua potable. La dinámica es simple: retiramos la tapa del tanque, soltamos el agua y llenamos el tanque manualmente.

Hablando de los resultados obtenidos, al realizar el pago de la primera factura y al revisar nuestros datos históricos de consumo, ciertamente superaron mis expectativas. En el Gráfico 1 podemos observar que, en el 2022 fue un consumo promedio mensual de 14,58 m³, en el año 2023 de 15,67 m³ y en el año 2024 disminuyó el promedio a 12,75m³.
Los datos anteriores indican una disminución entre el 2023 y el 2024 de 2920 litros en el promedio. En una revisión a fondo, especialmente de los meses más críticos en la sequía a finales del 2024, tuvimos una reducción con una optimización mayor del recurso que en octubre fue de 10 m³, en noviembre de 8 m³ y en diciembre de 11 m³.
Al haber consumido en un mes 8 metros cúbicos, incluso habíamos superado la teoría de consumo de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que indica que, una persona puede satisfacer sus necesidades con un consumo de agua potable de 100 litros de agua al día, debido a que, nuestro núcleo familiar está formado por 4 personas y al dividir los 8000 litros de noviembre de 2024 para los 4 y para los 30 días, el consumo per cápita diario fue de 66,66 litros y precisamente satisfaciendo todas nuestras necesidades.
Adicionalmente, en enero de 2025 he confirmado la mejora en nuestros hábitos. A pesar de que comenzó a llover en Cuenca y hemos superado la época crítica, la reducción en el consumo de agua gracias a la adopción de mejores prácticas se ha mantenido en 10 m³.
Esta disminución y optimización del agua se logró con pocas acciones dentro del hogar, sin embargo, a estas se podría adicionar algunas como: implementar un sistema de recolección y uso de agua lluvia con un tanque colector conectado a los canales de agua y tuberías paralelas para las actividades no compatibles con el uso de agua potable, recolectar el agua de cocción, implementar soluciones para el jardín como: riego en las primeras horas del día o al atardecer, usar plantas nativas o resistentes a la sequía, uso de riego por goteo y el cambio por electrodomésticos eficientes.
Como conclusión, puedo afirmar que para ahorrar agua en casa no se requieren grandes inversiones ni esfuerzos extraordinarios, sino un compromiso de todos los integrantes con el cambio de hábitos, incluso en las épocas de lluvia, debemos recordar que cada gota cuenta. Algunas de estas prácticas podrían parecer un retroceso tecnológico de 50 años, como el uso del balde para el inodoro; sin embargo, yo lo veo como una evolución de 50 años en la capacidad de adaptación al cambio climático.
Nuestras acciones no solo generan un beneficio económico al reducir la factura mensual del agua o un impacto ambiental positivo al disminuir la presión sobre los ecosistemas, sino que también tiene un impacto social al contribuir que el agua potable alcance para todos, esto nos acerca a un futuro más sostenible.
Finalmente les dejo una pregunta: ¿Están listos para hacer la diferencia?
Portada: foto tomada de https://surl.li/wkarzl

Soy bombero voluntario en Cuenca, piloto de avión y estoy por graduarme de una maestría en cambio climático, agricultura y desarrollo rural sostenible. Fui director de Riesgos de Cuenca y me apasiona la gestión ambiental, la seguridad y la música. En este espacio comparto experiencias y reflexiones para un impacto positivo en el uso del agua potable en nuestros hogares.