Con todo lo que pasa en el país y el mundo, seguro hay temas más trascendentales, sin embargo, no hay que restar importancia a la falta de criterio, de respeto y atropello a la razón, como dijo Enrique Santos Discépolo en su hermoso tango “Cambalache” (1934).
Pues sí, esos adefesios que se han colocado aparatosamente por toda la ciudad; en las redes sociales; en páginas institucionales y más, a propósito de lo que han dado en llamar la “marca ciudad”, muchos sentimos como una falta de respeto, no de carácter personal por supuesto, sino a la ciudad, a los ciudadanos, a la gente que la habita, la visita y la quiere.
Estas opiniones no son de una experta en diseño gráfico, marketing, o comunicación, muchos que lo son ya han formulado sus críticas, llegando a decir incluso que lo que se ha presentado y se está usando es el peor logo que se pudo haber producido, por varias razones técnicas y de validez comunicacional.
Hay varios argumentos para rechazar esa “marca”, expondré algunos, con los que se ratifica -en mi opinión- la falta de respeto y atropello a la razón:
1. Los nombres de las ciudades, son nombres propios, las reglas ortográficas y gramaticales establecen que deben escribirse usando mayúscula al inicio, lo contrario no sólo es una falta al adecuado uso del lenguaje, sino denota menosprecio por el sujeto cuyo nombre se escribe con minúscula.
No conozco el texto de la “Ordenanza que crea el diseño y regula el uso y aplicación de la Marca Ciudad del Cantón Cuenca” –no está publicada en la página del Municipio-, por lo que la responsabilidad de este dislate, puede ser del Alcalde, del Concejo Cantonal que la aprobó, de una comisión que debía haberse conformado, obviamente los creativos contratados para el efecto tienen lo suyo. Dirán quizá que en la anterior administración municipal ya se usaba un logo en el que Cuenca aparece escrito con minúscula, pues había que corregir, no reincidir, lo dice la sabiduría popular “mal de muchos…”.
2. El nombre de Cuenca se escribe así, completo, al igual que nuestros nombres de pila, el del país o de todo lo importante, no en sílabas entrecortadas y mal enlazadas como aparece en el logo.
3. En el supuesto de que se considerase una exageración de mi parte, ¿porque no se utilizó el mismo criterio para el nombre del alcalde?, es decir minúsculas. Dicho sea de paso, no debió ponerse, pues esa “marca ciudad”, no puede usarse para proselitismo político y se dice que durará 20 años. ¿Acaso no es proselitismo incluir el nombre de un funcionario, que en el peor de los casos, podría estar 8 años y seguramente sólo 4?
Pedro Palacios se lee con claridad, el nombre de la ciudad no. A los que sabemos de qué se trata, nos cuesta leerlo: cu en ca, los que no, adivinando, podrían hacerlo incluso de arriba – abajo: cec una ¿? y no encontrar sentido a lo que ven.
4. ¿Cuál era el apuro para tener una “marca”?. En menos de dos meses de aprobada la ordenanza, ya estaba la bella Cuenca atiborrada de imágenes en las que, ¡resalta el nombre del Alcalde!, incumpliendo flagrantemente la ley, que prohíbe a los servidores e instituciones públicas, la utilización de los recursos y bienes públicos para promocionar sus nombres…
5. Se ha esgrimido que la marca es necesaria para crear una identidad única, como si los cuencanos no la tuviéramos o la ciudad construida a lo largo de siglos, no tuviera una presencia nacional e internacional. Han fracasado en el intento, pues los logos, carteles, pancartas, vallas, etc. no nos identifican, no nos representan. Con estas barbaridades, ¡de que identidad hablan! Es una tomadura de pelo, un insulto a la inteligencia. La desgracia es que como sociedad nos estamos acostumbrando a que nos maltraten y nos falten al respeto.
6. El desarrollo económico no depende -como sostienen las autoridades locales- de tener una “marca ciudad” sino de acciones eficaces, efectivas, eficientes, honestas y transparentes de la Municipalidad a través de sus autoridades y servidores, así como de decisiones y acciones en defensa de la ciudad, sus habitantes y sus derechos frente al gobierno central.
7. Los colores de Cuenca y el Azuay son el rojo y el amarillo, no el celeste. Otro irrespeto y atropello a la razón, pues ese es el color que identifica al movimiento político del actual alcalde. Debemos rechazar estas artimañas. Con dinero público, se pretende enviar mensajes subliminales para tratar de beneficiarse en las próximas elecciones.
8. Ridiculizar el Escudo de la Ciudad, es otra afrenta. No les gusta, una pena, ese sí es un símbolo de identidad aunque no todos sepamos su cabal significado. Nos identifica, lo reconocemos. Revisen la historia.
He tarareado el tango de Santos Discépolo, pensando al tiempo que ojalá no hubiese sido agorero, pues ante lo que vemos, se confirma que mientras esté gobernado por a) mediocres b) vanidosos c) deshonestos d) prepotentes e) todas las anteriores, el mundo fue y será una porquería, ya lo sé / En el quinientos seis y en el dos mil, también / Que siempre ha habido chorros, Maquiavelos y estafa’os…/ ¡Todo es igual! ¡Nada es mejor! /Lo mismo un burro, que un gran profesor…/ Los inmorales nos han iguala’o/ Si uno vive en la impostura, otro hala en su ambición / Da lo mismo que sea cura, colchonero, Rey de Bastos, caradura o polizón/ ¡Qué falta de respeto, qué atropello a la razón!
Mujer estudiosa y analítica, lectora atenta y escritora novel. Doctora en Jurisprudencia y Abogada – Universidad de Cuenca, Máster en Gestión de Centros y Servicios de Salud – Universidad de Barcelona, Diplomado Superior en Economía de la Salud y Gestión de la Reforma – Universidad Central del Ecuador. Docente de maestría en temas de políticas públicas y legislación sanitaria –Universidad Católica de Santiago de Guayaquil; en el área de vinculación con la sociedad, legislación relacionada con el adulto mayor – Universidad del Adulto Mayor. Profesional con amplia experiencia en los sectores público y privado, con énfasis en los ámbitos de legislación, normativa y gestión pública.