Se completaron ya dos años en el ejercicio del cargo de las autoridades seccionales y una nota de prensa de diario “El Mercurio” reseña que un abogado de la ciudad pretende impulsar la revocatoria del mando al alcalde de Cuenca, Pedro Palacios, por considerar que ha incumplido su plan de trabajo.
En el plan de trabajo del ingeniero Palacios constan puntos muy importantes como un estudio de factibilidad de un nuevo aeropuerto; la determinación de espacios para dos nuevos terminales: norte y sur; crear un mercado mayorista, ampliar o modernizar cuatro mercados para las parroquias rurales, mejorar el mercado del Arenal; construir un nuevo estadio.
El plan planteaba como objetivo general que la Municipalidad se convierta en articulador de un programa de desarrollo humano con cinco ejes programáticos: planificación de la ciudad con visión de futuro, solidaridad, producción, protección del medioambiente y eficiencia administrativa transparente. Consideraba además la reorganización de la empresa ETAPA, la administración del tranvía, el ordenamiento administrativo de la Municipalidad, la proyección de la planificación de la ciudad para los próximos treinta a cincuenta años. Todas estas iniciativas, muy plausibles e interesantes.
Cierto, que la pandemia trastocó toda acción que se hubiera previsto aquí, en otras ciudades y en el mundo, especialmente porque el flujo de recursos y financiamiento por parte del Estado dejó de fluir con la regularidad esperada a los gobiernos locales; también es difícil para nueva figura tomar el pulso de una institución de la complejidad del municipio de Cuenca y sus empresas; pero, al margen, hay algo que falta en el alcalde y es que aún no posiciona sus sueños en sus conciudadanos; es decir, todavía no los “vende” al público ni se le ve defenderlos con ahínco.
Los alcaldes ponen su sello en la vida de la ciudad: Paúl Granda concibió e impulsó el tranvía, la intervención de los espacios urbanos; Marcelo Cabrera puso su signo en el Barrio para mejor vivir, en la renovación de los mercados; del “Corcho Cordero” son los pasos a desnivel de la Chola Cuencana y Todos Santos (aunque los arquitectos los llaman pasos deprimidos), la creación de todas la empresas municipales, la fuerza de retomar la planificación urbana, el Plan de Ordenamiento Territorial, un municipio renovado, el Barranco del Tomebamba; del doctor Javier Muñoz fue una amplia obra urbana, el desarrollo solidario a través de Acción Social; de don Jorge Piedra fue el inicio de las lagunas de purificación de aguas residuales y los colectores sanitarios que limpiaron los ríos…y así.
El ingeniero Palacios ha pasado la mitad de su período y tiene la otra mitad para materializar sus sueños, que serán el progreso de todos. De su liderazgo e iniciativas depende el futuro de más de medio millón de ciudadanos que habitamos Cuenca; esas son las responsabilidades que asumen los dignatarios cuando toman la grave misión de conducir una ciudad.
Con el obstáculo de una grave crisis socioeconómica, no solo nacional sino planetaria, cumplir las metas fijadas dependerá mucho de sus ideas, de su capacidad de gestión, contactos, lobbies, sagacidad para, como decía mi una exjefa doña Diana A., “hay que sacar plata del culo del diablo” porque el problema principal siempre será la necesidad de recursos. Para ello, muchos quisiéramos verlo, con la ciudad al hombro, señalando la ruta de sus sueños que estamos dispuestos a hacerlos también nuestros: dos nuevas terminales, un mercado mayorista, un aeropuerto… suena magnífico.
Fotografía: Fuente Notimundo.com.ec
Periodista, comunicador social, abogado. Hoy, independiente. Laboré 27 años en medios locales como editor, redactor y reportero. Diarios El Mercurio, La Tarde y El Tiempo; revista Tres de Noviembre del Concejo Cantonal de Cuenca; radios El Mercurio, Cuenca y América.