En este hermoso y convulsionado país pasa de todo. En días como hoy es difícil decantarse por un solo tema. Vamos de sobresalto en sobresalto. Uno de los peligros frente a ello es que nos acostumbremos a vivir así, que normalicemos las violencias, los atropellos y las desgracias, que nos volvamos indolentes, apáticos, quemeimportistas.
Algunos dirán que la mala suerte nos persigue.
Hace pocos días, el sábado 18 de marzo, un terremoto afectó al sur, sobre todo a la provincia de El Oro, al menos 14 personas perdieron la vida, familias damnificadas, casas destruidas, infraestructura dañada; en Cuenca y el Azuay la tierra no sólo tembló sino rugió, se desprendió la mampostería de una casa en el centro de la ciudad, cayó sobre un vehículo y murió el conductor, varias construcciones sufrieron daños en el sector urbano y el rural.
Las lluvias no paran, se siguen deteriorando las descuidadas y maltrechas carreteras que con dificultades nos permiten conectarnos con otras ciudades y regiones, deslizamientos y deslaves son el pan de cada día en la Cuenca-Molleturo-El Empalme, en la Panamericana Norte, en la Cuenca-Girón-Pasaje, en las vías que van a las provincias de Macas y Zamora, hay problemas en la Cuenca – Paute, en la zona del Tagual.
El domingo 26 de marzo, un deslave sepultó personas y viviendas en Alausí, una nueva tragedia de proporciones, se han reportado hasta ahora 13 muertos, desaparecidos, familias enteras que lo han perdido todo, cuantiosas pérdidas materiales, a lo que se suma el desasosiego y el temor a que pasen cosas peores, a no recibir el apoyo de las autoridades llamadas a socorrer a las víctimas.
La inseguridad y la violencia son noticia cada día, robos, asaltos, agresiones, asesinatos en lugares públicos, personas a las que se convierte en bombas humanas, hechos que no imaginamos podían ocurrir en la otrora “isla de paz”. El miedo se está convirtiendo en una constante generalizada; y como no sentirlo, frente a lo horrendo de los hechos que estamos viviendo. Las personas que tienen que, o deciden caminar por las calles de las distintas ciudades, lo hacen sospechando de los otros transeúntes; cada vez se escucha más de personas y familias que han sido amenazadas y víctimas de extorsión (vacunas) por la delincuencia organizada. Nada de esto se sucede por generación espontánea, la delincuencia se ha ido afincando paulatinamente y recrudeciendo sus malas artes. No se puede echar la culpa al gobierno actual de todo, pero sí de la inacción, de no hacer lo que corresponde para proteger a los habitantes del país.
Hay visos de inestabilidad, con el posible juicio político al Presidente de la República y la amenaza de “muerte cruzada” por parte del nombrado. A los asambleísta y al gobierno parece importarles poco el cumplimiento del deber y menos la población a la que afectan con sus decisiones, acciones e inacciones.
Se develan o se recuerdan los vicios, errores y horrores de varias obras millonarias que no han servido o lo han hecho poco y mal. Para muestra, un botón: de Cuenca han decidido llevarse dos tanques de almacenamiento de gas licuado de petróleo que se habían colocado en la Terminal de Productos Limpios de Cuenca, parte del poliducto Pascuales-Cuenca, porque la terminal está a punto de colapsar y no tiene solución según han dicho los técnicos en la materia. Una obra que costó -se dice- más de seiscientos millones de dólares y el desmontaje y traslado a la terminal El Chorillo en Guayas costará más de veinte millones. No se trata de dejar las cosas como están, esa terminal ha sido un fiasco, pero llevarse los tanques de almacenamiento al Guayas, puede poner en riesgo el abastecimiento de gas para la región.
Tras cuernos palos, dice el dicho popular, desgracia, tras desgracia.
Tenemos un gobierno de a perro y una oposición igual.
Hace un año en esta misma columna publiqué un artículo titulado El sur también existe, lo he recordado, pues hablaba del olvido al que han sometido los distintos gobiernos a los habitantes del austro del país. Nada ha cambiado desde entonces, al contrario la situación ha empeorado.
No sé a ustedes, pero a mí todo esto me produce como decían mis mayores “un mal cuerpo” que no sé explicar.
Imagen tomada de: https://es.paperblog.com/profundo-desasosiego-487567/
Mujer estudiosa y analítica, lectora atenta y escritora novel. Doctora en Jurisprudencia y Abogada – Universidad de Cuenca, Máster en Gestión de Centros y Servicios de Salud – Universidad de Barcelona, Diplomado Superior en Economía de la Salud y Gestión de la Reforma – Universidad Central del Ecuador. Docente de maestría en temas de políticas públicas y legislación sanitaria –Universidad Católica de Santiago de Guayaquil; en el área de vinculación con la sociedad, legislación relacionada con el adulto mayor – Universidad del Adulto Mayor. Profesional con amplia experiencia en los sectores público y privado, con énfasis en los ámbitos de legislación, normativa y gestión pública.