El nivel de frenesí del hincha en el fútbol es directamente proporcional a su angustia; el grito de gooool y su alegría instantánea intenta una catarsis con el dolor y su miseria cotidiana así olvida por momentos orgásmicos su desesperación para inmediatamente caer, terminado el partido, en el abismo acostumbrado de todo aquello que necesita olvidar.
La exacerbación de los gestos, el descontrol de las multitudes, la estampida de la violencia en sus mayores manifestaciones se confunden con las carcajadas y las lágrimas de aquellos que buscan una salida a las represiones del sistema; detrás los poderes manejan el circo y los entretelones de lo pautado se quedan fuera de la arena, en los camerinos y en los palacios de gobierno.
Lentamente regresa el hincha a su realidad y mira con mayor tristeza a su paisito, peor aún si su selección no logró alguna mención, entonces el chuchaqui moral comienza a hacer efecto y envidia la camiseta de aquellos que gozan de mayor poder económico y que invierten enormes cantidades de dinero y recursos para lograr el triunfo.
Al hincha obnubilado no le importa aquello que esconde el apoteósico negocio del fútbol, la vida de aquellos que construyeron los macro estadios, su inutilidad cuando termina el campeonato, la corrupción política y otras realidades; simple fanático obliga a su frenesí a esperar y reserva el nuevo asiento para, luego de cuatro años, romperse en carcajadas y lágrimas estridentes en un nuevo país bendecido por la FIFA.
Recordamos una cita brutal del uruguayo Eduardo Galeano en su libro El fútbol a sol y sombra: “El desprecio de muchos intelectuales conservadores se funda en la certeza de que la idolatría de la pelota es la superstición que el pueblo merece. Poseída por el fútbol, la plebe piensa con los pies, que es lo suyo, y en ese goce subalterno se realiza. El instinto animal se impone a la razón humana, la ignorancia aplasta a la Cultura, y así la chusma tiene lo que quiere”.
Con mayor serenidad el argentino Jorge Luis Borges afirma “El fútbol despierta las peores pasiones. Despierta sobre todo lo que es peor en estos tiempos, que es el nacionalismo referido al deporte, porque la gente cree que va a ver un deporte, pero no es así. La idea de que haya uno que gane y que el otro pierda me parece esencialmente desagradable. Hay una idea de supremacía de poder, que me parece horrible”.
En este escenario provocado por los más fuertes cada grito de goool es un parto ante la injusticia social, la decadencia moral y tantos otros males; sin embargo y para no ser maniqueístas debemos afirmar que en el último partido del mundial de Qatar 2022 fuimos los primeros en asombrarse de los dos equipos… al fin y al cabo la especie humana se devora a sí misma, esa es su esencia, así de simple.
Poeta. Gestora cultural. Articulista de opinión. Ha recibido varios premios de poesía y al mérito laboral. Ha sido jurado en diversos certámenes nacionales e internacionales. Ha publicado diversas obras, así como Literatura infantil, Sus textos han sido traducidos a varios idiomas y figuran en diversas antologías nacionales y extranjeras.