Noviembre es el mes llamado Ayamarkay killa, el mes de llevar los muertos (Guamán Poma, 1987,287). Mes de la fiesta de los difuntos. La venida de las almas de los Santos y todos los difuntos. En el Wañuk killa menguante, los perros ven a las almas; ellos lloran o aúllan, decían las personas mayores.
Vida y muerte es un ciclo intrínsecamente unido. La vida es el reverso de la muerte y ésta de la vida. Los dos son necesarios y relacionados.
La muerte es únicamente salirnos de esa inmensa matriz para nacer en otra dimensión de vida. Bajo esta concepción nuestres ancestres en el “pukullu” dejaban alimentos, vasijas y otros materiales. Al morir el cuerpo, el alma o espíritu va en busca de su “placenta” del sitio en donde fue enterrada –luego de su nacimiento– para a través de ella volver a su origen. Así se explica que nuestras mamas parteras enterraban la matriz-placenta del recién nacido en un lugar seguro de la huerta o de la chakra o cerca del fogón para que la nueva criatura tenga una conexión con la Madre Tierra y el Gran cosmos.
Para nuestros antepasados –los incas–, la Vía Láctea fue muy importante, ya que en los dos solsticios de junio y diciembre el sol al salir por la Vía Láctea establecía un puente hacia la tierra de los dioses y abría la puerta de los antepasados permitiendo que los vivos dialoguen con los muertos, sus ancestros (Sullivan 1999). En la continuidad de esta filosofía las culturas andinas venimos viviendo y explicando que entre el Kay Pacha y el Hawa Pacha existe un puente abierto en dos direcciones para el tránsito de vivos y los antepasados muertos porque todo está interconectado en nuestro modelo mental. Bajo este significado, por tanto, cuando muere, un elemento fundamental es la Chakana –Cruz cuadrada– adornada de flores, romero y laureles se coloca en el espacio donde se vela al difunto, que es el puente de conexión. La chakana es esencial en el inicio de cada etapa de la vida, por eso está presente en el nacimiento, en el matrimonio y al final en el tránsito hacia otra dimensión.
Al morir, las almas no se marchan de manera inmediata a la otra dimensión de la vida. Ellas permanecen en el Kay Pacha durante tres años; luego son despedidos, pero no son olvidados. De ahí que en cada ayamarkay killa nos reunimos en el cementerio y cumplimos aspectos espirituales y ceremoniales, aunque en forma sincretizada con las diferentes religiones.
En la filosofía andina de acuerdo al principio de la integralidad el mundo de los muertos no es algo separado del mundo de los vivos. Tanto es así que el hecho de morir no rompe los vínculos que había con la comunidad: el difunto sigue siendo comunero, aunque en una nueva situación (Argimiro Aláez Garcia, 2010). Esta convivencia da sentido de unidad y restauración de la armonía cósmica y el equilibrio de las relaciones existenciales. Son tiempos propicios para el inicio de una vida nueva.
En esta relacionalidad, nuestras yachaks y curanderas/os manifiestan siempre que somos parte del Gran Cosmos y por eso tenemos en cada cuerpo los cuatro elementos sagrados que son el fuego, el aire, el agua y la tierra. Una ancestra nos dice: “nuestro origen es la Madre Tierra y el Padre Sol”. Somos seres sagrados porque “somos Tierra, Cosmos y Gran Espíritu”. Por tanto, somos energía.
De acuerdo al “puente” o “chakana”, los días de los difuntos es el re-encuentro entre vivos y muertos. Recordamos que al frente de cada pukullu o bóveda se realizaban rituales y había abundante comida para compartir. Con estos gestos se afirma los lazos con las familias con la comunidad y se da un nuevo sentido a la vida. Las almas de los antepasados son protectores, mensajeros y consejeros. El día de las almas es muy importante porque cuando son días de intenso verano y no llueve, se realizan plegarias y los encuentros con las almitas influyen y hacen que ese día llueva.
No podemos prescindir de quienes se han adelantado (ñawpashkakuna) porque sin conocer a ellxs, no podemos saber quiénes somos; el respeto entre vivos y muertos entre seres humanos y la naturaleza es la ley básica del mundo andino. La relación entre vivos y muertos es tan fuerte que hasta ahora seguimos realizando ceremonias. No se puede olvidar a los difuntos, porque sufren, “Almitakuna shamun, ña octubre tukurikpi paykuna ña shitari kallarin. Ña ayapampapika paykuna ayllukunata mashkan. Mana tupakpika, kayta chayta, umita aysashpa chapankuna. Chaypi shuk semana shuyankuna, ña manatak rikurikpi llakilla, wakashpa tikray kallarinkuna. “Mana shamushkakunahu, imatakshi tukurkakuna. Ichapish shuktak wata shamunkakuna. Ichapish rikurinkakuna” nishpa, rinkuna” (Información personal, Mama María Francisca Quizhpe Lozano, 1984).
En Saraguro hasta la década del 1960 las comunidades orientales (Oñakapak, Tambopamba, Tunkarta y Ñamarin) salían para rendir homenaje a sus familiares en el cementerio del centro parroquial y eran esas personas quienes llevaban música y mucha alimentación para compartir, cuando construyeron su propio cementerio había disminuido los rituales.
Finalmente, es propicio traer a la memoria y recodar la historia de dos hechos importantes: 1) El 7 de noviembre de 1950 surgió el canto “Vasija de barro” cuando se reunieron músicos, poetas y pintores e inspirados en los cuadros artísticos de Oswaldo Guayasamín compusieron esta bella canción. La letra resalta la verdad y filosofía de los pueblos originarios, el amor a la Madre Tierra, matriz progenitora de la vida y al terminar su ciclo volver al “vientre oscuro y fresco de una vasija de barro”, la tierra abraza los huesos y retoma históricamente como se hacía en los tiempos de las culturas prehispánicas. 2) el 11 de noviembre, día de la Wiphala, el sagrado símbolo andino del Tawantisuyu; el 14 de noviembre, el vil asesinato de Túpak Katari, quien pretendió la liberación del Collasuyu de la dominación española.
Nativa de Saraguro. pertenece a la nacionalidad Kichwa. Estudió en Zamora en la Escuela de Líderes. Cursó estudios universitarios en Cuenca. Es abogada, tiene estudios en lengua y literatura, es magister de Estudios de la Cultura y un Diplomado en Educación Intercultural Bilingüe. Maestra de secundaria y educación superior, investigadora. Ha publicado varias obras, así como artículos en revistas y periódicos. Ha desempeñado varios cargos vinculados a Educación Bilingüe. Es conductora del programa Ñukanchik llata Kashpa (Nuestra identidad) en la Radio comunitaria de Saraguro “KIPA RADIO”, FM 91.3.