Vuelvo a los libros, a la recomendación incesante de que leamos, que tengamos cada uno ese espacio íntimo y personal en el que como lectores nos encontremos con los libros, sus autores y las historias que nos cuentan.
Animo a que nos regalemos la oportunidad magnífica de adentrarnos en relatos de vidas y circunstancias que no son las nuestras, con las que podemos establecer conexiones momentáneas, duraderas o incluso eternas, porque hay libros y autores que pasan y otros que se quedan para siempre en la memoria.
Hay libros que no nos soltarán nunca, a los que volveremos para refugiarnos, para pedir prestadas citas, para volver a aprender, para apoyarnos en ellos. Hay personajes entrañables, tiernos, sinceros, geniales… pero también otros detestables, crueles, inhumanos… Circunstancias mágicas, tiernas, intensas o abominables. Hay libros que nos abrazan, otros que nos dejan sin aliento, muchos nos conmueven, otros provocan rechazo…Pero casi nunca nos dejan indiferentes.
La lectura de cada obra es temporal, pasajera, como lo es cada momento en nuestra vida, pero como dijo Fernando Pessoa “El valor de las cosas no está en el tiempo que duran, sino en la intensidad con que suceden. Por eso existen momentos inolvidables, cosas inexplicables, y personas incomparables.”
Al leer se van encontrando dos relatos, el que el autor nos comparte y ese del que nos vamos apoderando con nuestra propia mirada y percepción. Al leer sacamos conclusiones, emitimos juicios, creamos verdades, pues como dice Ángela Becerra en Lo que le falta al tiempo, “La verdad nunca es única. Hay muchas verdades y no suelen estar en ninguna parte… Una frase se convierte en verdad cuando corresponde a lo que tú quieres oír…”. Así como en la ficción pasa en la vida; pensemos las veces que hemos discutido, que incluso nos hemos enemistado por defender aquello que asumimos como “la verdad”.
Las buenas obras literarias se defienden solas, son “indultadas del olvido” resisten los embates del tiempo, son recreadas con las distintas miradas. Las obras literarias en general al entrar en contacto con los lectores hacen posible que se produzcan “variaciones de una misma melodía”, porque –ya lo hemos dicho antes- los libros también tienen ritmo.
Lo que un libro nos provoca, depende del ánimo con el que nos acercamos a él, de las circunstancias que vivimos, de la mayor o menor atención que le prestamos, del bagaje que tenemos. Nuestra opinión puede ratificarse o variar en la relectura, en el compartir con otros, al escuchar al autor(a) o el análisis de un experto. Recomiendo formar o ser parte de un club del libro o de un espacio en el que se puedan compartir lecturas y opiniones sobre lo leído. En el club del libro al que pertenezco, decimos siempre que la lectura termina con la conferencia y el compartir.
La novela de la escritora colombiana Ángela Becerra, me parece que es una historia de pasiones y dominios, de inseguridades y búsqueda, de encuentros, desencuentros y abandonos; de soledades infinitas, pues como dice: los protagonistas a veces no pueden contar ni con su propia compañía, constantemente se ausentaban de su vida. Muestra distintas clases de amor; la ternura y la esperanza; es también una mezcla de lo que parece real con lo mágico.
En muchos pasajes, se sienten las emociones de los protagonistas, en otros, la lectura que fluía, de pronto se detiene como un frenazo a raya, para tomar aire y seguir: “El silencio no paraba de enhebrar palabras mudas que iban y venían entre los dos sin encontrar destino”; luego Mazarine dice: “Cada palabra que decimos tiene sensaciones, desprende vida o muerte…”; Pascal buscó una palabra que la abrigara-. Fuego…”. En otros, asoman verdades como templos: “Las caras siempre mienten, esconden el alma de la gente, todos llevamos una máscara para actuar en este circo: el gran público, que también va fingiendo su cordura…”.
Hay mucho más, léalo y encuentre las que le impacten, no se pierda la oportunidad, porque como dice Becerra “lo que le falta al tiempo es detenerse”.
Portada tomada de: https://www.planetadelibros.com
Mujer estudiosa y analítica, lectora atenta y escritora novel. Doctora en Jurisprudencia y Abogada – Universidad de Cuenca, Máster en Gestión de Centros y Servicios de Salud – Universidad de Barcelona, Diplomado Superior en Economía de la Salud y Gestión de la Reforma – Universidad Central del Ecuador. Docente de maestría en temas de políticas públicas y legislación sanitaria –Universidad Católica de Santiago de Guayaquil; en el área de vinculación con la sociedad, legislación relacionada con el adulto mayor – Universidad del Adulto Mayor. Profesional con amplia experiencia en los sectores público y privado, con énfasis en los ámbitos de legislación, normativa y gestión pública.